Silveyra y Llinás en la comedia que necesitaba la calle Corrientes
Forman un dúo desopilante en Dos locas de remate, una pieza dirigida con mano maestra por Manuel González Gil
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★★★★ Dos locas de remate. Autor: Ramón Paso. Director, adaptador e Iluminación: Manuel González Gil. Intérpretes: Soledad Silveyra y Verónica Llinás. Escenografía: Jorge Ferrari. Vestuario: Pepe Uría. Música: Martín Bianchedi. Teatro: Astral (Av. Corrientes 1639). Funciones: viernes. a las 19.30, sábados, a las 18 y a las 20, domingos, a las 18. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: Muy buena.
El comienzo, casi cinematográfico, anticipa lo que vendrá: una mujer persigue enajenada a otra, tijera en mano, al son de una dramática aria de ópera. Sin embargo, en el transcurso de Dos locas de remate nadie resultará muerto ni herido; salvo el público, claro, que desfallecerá de risa gracias al binomio Silveyra/Llinás, que lo deja todo en escena, y al humor negro y políticamente incorrecto de una comedia explosiva que no tiene competencia en el circuito teatral actual.
La obra del español Ramón Paso se centra en dos hermanas que se vuelven a encontrar luego de 20 años de distanciamiento, y deben forzosamente convivir. Julia (Verónica Llinás), la dueña de casa, es una violinista obsesiva y con varios tocs, además racista y xenófoba; Catalina (Soledad Silveyra), la recién llegada, es una pobre diabla a la que el banco acaba de ejecutarle la hipoteca de su departamento y, por eso, se encuentra en situación de calle. Entre ellas existe un abismo, fundamentalmente afectivo. Mientras que una pasó la mayor parte de su vida sola, la otra se casó y se dedicó a cuidar a su madre. El pase de facturas resultará evidente y los latiguillos entre una y otra serán la sustancia de una obra muy bien estructurada, sin baches y con varias sorpresas. Del resultado final mucho tiene que ver Manuel González Gil, quien concibió una puesta muy efectiva (donde destaca la escenografía de Jorge Ferrari) y “aireó” inteligentemente la obra con momentos en los que las protagonistas rompen la cuarta pared y se dirigen a la platea.
Pero los pilares fundamentales de Dos locas de remate son sin dudas Soledad Silveyra y Verónica Llinás, que juegan seriamente a la comedia desplegando todos sus recursos, exponiendo a veces hasta su integridad física. Conforman una dupla de peso, como hace mucho no se veía en un escenario; se nota que se entienden, se complementan y trabajan mancomunadas para lograr el difícil objetivo de hacer reír a la gente en estos tiempos aciagos. En ese sentido, se podría decir que más que cómicas son dos “trabajadoras esenciales”.
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