Acaba de estrenar tres películas, integra el elenco de El primero de nosotros (Telefé) y hoy estrena La pipa de la paz, en el teatro Apolo
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Una madre manipuladora logra que su hijo regrese de Nueva York con una excusa inventada. Cuando la víctima del engaño se encuentra en Buenos Aires con la realidad, comienza la comedia. Sergio Surraco interpreta al pobre incauto que esa mujer controladora extorsiona “por amor”. La otra protagonista de La pipa de la paz, obra de Alicia Muñoz, que se estrenó el jueves pasado en el Teatro Apolo (Avenida Corrientes 1372), es Betiana Blum, una actriz popular con cincuenta años de trayectoria y con la que Surraco adora trabajar: “Es un placer enorme porque es una una actriz fantástica y una muy buena compañera –afirma él–. Es muy querible y muy carismática. Debo decir que todo el equipo que está detrás de esta obra es un lujo”.
El personaje de Surraco es un funcionario de Naciones Unidas, “pero aun así nunca logra tener paz”, ironiza el actor. “Su madre es una mujer que está muy sola, necesita compañía y entonces inventa una historia para traerlo de vuelta cerca de ella –agrega–. Tiene algo tierno también... Lo que la obra pone en foco son dos maneras de ver la vida muy distintas, las visiones de personas de dos generaciones diferentes. Es una comedia, pero tiene momentos muy sensibles que seguro te hacen emocionar”. Cabe recordar que la primera versión de la obra se estrenó en 2009, en el Maipo Kabaret, con Mabel Manzotti y Carlos Portaluppi, que venían de compartir el gran éxito televisivo de Vidas robadas.
–¿Cómo fue la relación con tus propios padres?
–Con mi viejo, una relación de admiración total. Trabajaba en la industria del cine, así que yo me interesaba mucho en todo lo que pasaba ahí. Con mi mamá me llevé siempre muy bien, tengo una relación normal, digamos… Ellos me educaron, me dieron de comer, me transmitieron valores. Cuando crecés, te das cuenta de que está bueno retribuir todo eso. Mi viejo ya no está, pero le estaré agradecido de por vida.
–Tuviste mucho trabajo últimamente, pero con el sector en crisis no debe ser tan fácil rechazar ofertas… ¿Qué criterios de selección usás?
–No me puedo quejar. Tuve trabajo en cine –Los bastardos, de Pablo Yotich; En la cabeza de papá, de Walter Tejblum; y Yo, traidor, de Rodrigo Fernández Engler–, teatro –La fiesta de los chicos, de Mart Crowley, dirigida por Ricky Pashkus– y televisión –El primero de nosotros, en Telefé–. En medio de esta crisis no hay tanto espacio para elegir, está claro, pero a mí me tocaron todos lindos proyectos. Siempre analizo que las propuestas sean sólidas. Ese es mi criterio de selección. Y tuve suerte en medio de este panorama complicado, incluso dejé algunas ofertas de lado por cuestiones de tiempo.
–¿Sentís mucho la diferencia entre el trabajo en cine y teatro con respecto a la televisión? Los tiempos que tenés para trabajar un personaje, por ejemplo, son muy distintos.
–En la tele aprendés a trabajar con el otro. Como los tiempos son de verdad muy escuetos, no hay mucho espacio para la preparación. Entonces vas viendo cómo resolver lo inmediato. En el teatro probás y te equivocás todo el tiempo, para eso está el proceso de ensayo. Eso te permite cambiar y progresar. Y en el cine hay mucha preparación antes de filmar una película, mucho trabajo previo. Pero me gusta hacer televisión, eh. Ahora voy a aparecer en esta tira El primero de nosotros con compañeros con mucha trayectoria como Damián De Santo y Luciano Castro, y estoy muy contento.
–¿Cómo es trabajar en el contexto de la pandemia?
–Fue raro volver después de mucho tiempo y tener que quedarte encerrado en el camarín, no poder ir al bar del canal a charlar con tus compañeros, tener que usar barbijo casi todo el tiempo, esas cosas… Trabajamos muy cuidados, muy protegidos, con muchas precauciones. Sigue siendo una linda experiencia, pero rara.
–Alguna vez dijiste que preferías no estar en pareja con una actriz. ¿Podés explicar con más detalle por qué?
(Risas) –¡Porque quiero que la vida sea un poco más amplia! Hace nueve años que estoy en pareja con una fonoaudióloga, y me parece mucho más nutritivo eso que estar con alguien que hace lo mismo que yo. Es eso, nada más. Cuando llego a casa, no quiero saber más nada del laburo, no quiero que mi vida sea mi trabajo. Hago mi trabajo con pasión, pero mi vida es otra cosa. Pensar de este modo me hace sentir mucho más equilibrado.
–¿Qué cosas te gustan mucho, al margen de la actuación?
–Me encanta jugar al fútbol, de hecho hice un paso breve por las inferiores de Lanús. También jugar al tenis y salir a correr. Me gusta la actividad física, en suma. Y, más relacionado con mi profesión, tengo muchas ganas de volver a dirigir teatro. Es algo que hice hace unos cuantos años y me gustaría retomar. Pero pensando bien en la pregunta, básicamente quisiera vivir en paz, con equilibrio emocional. Y me gustaría viajar más también… Pero lo cierto es que hago lo que me gusta y gano plata con eso. No puedo pedir mucho más.
–¿Cuáles son tus actores favoritos, esos que te obligan ir a ver una película o una obra aunque quizá no te interese especialmente los temas que trata?
–No voy a ser muy original: Al Pacino, Robert De Niro y Sean Penn. Yo soy más de esa generación que de la de Marlon Brando, otra bestia de la actuación. También Anthony Hopkins, Jeremy Irons… Y de los argentinos, Alfredo Alcón. Tuve la suerte de trabajar con él y me marcó mucho. Después me parecen geniales Arnaldo André en televisión y Miguel Ángel Solá en cine. Hay muchos… Daniel Fanego, Jorge Marrale y Arturo Puig son muy buenos referentes. Lo vi hacer de todo a Arturo, y siempre la rompe. En Yo, traidor está realmente increíble, no se lo pierdan... Y me gusta el laburo de muchas actrices: Norma Aleandro, Elena Tasisto, Malena Solda, Julieta Díaz… Hay mucho talento en la Argentina.
–¿Tenés algún recuerdo especial de la experiencia con Alcón?
–Era una persona muy divertida. De afuera podía parecer muy serio, reconcentrado en su trabajo, pero hacía muchos chistes, te hacía reír un montón en el set, y era muy buen compañero. Trabajaba en serio, obviamente, pero lo recuerdo como un tipo gracioso, fresco. Con él hice un unitario en Canal 9 y después un teatro leído. Me elogió un anillo con un sol que tenía y se lo regalé. Nunca supe si lo usó o no.
Para agendar
La pipa de la paz
De Alicia Muñoz
Sábados y domingos, a las 21
Teatro Apolo, Corrientes 1372. Entradas en boletería o por Plateanet
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