Segunda vuelta para los payasos de Hugo Midón y Carlos Gianni
Después del éxito de Vivitos y coleando, regresa la saga, con Roberto Catarineu, Carlos March y Laura Oliva, que muchos consideran que fue un reflejo de la madurez de esa dupla
La saga midoniana continúa. El salpicón de escenas de Vivitos y coleando, reflotado hace dos años con puesta en escena de Manuel González Gil, se extiende ahora a su segunda parte, considerada por sus protagonistas como el punto de maduración de la dupla creativa formada por Hugo Midón y el músico Carlos Gianni. El estreno de Vivitos y coleando 2 marcará este fin de semana un nuevo encuentro, necesario, como dice la canción, entre la obra y su público, pero también entre las generaciones de padres y abuelos que la vieron de chicos, y sus hijos y nietos que recién la descubren.
"Parece como si Hugo lo hubiese escrito ayer", dice González Gil sobre la comedia musical estrenada hace un cuarto de siglo. "Resuena sobre el escenario todo lo que nos está pasando actualmente. No hay un tema que no haga referencia a toda una situación social vigente, como «Piratas», «Cortitos» o «Cartelitos»". Al decir de Gianni, Midón trataba los conflictos del ser con su circunstancia. A pesar de su demasiado temprana muerte, en 2011, Midón supo perdurar.
Carlos March, protagonista entonces y ahora de Vivitos y coleando 2, al igual que Roberto Catarineu, encuentra la explicación para la proyección en el tiempo de la obra en el particular proceso que la llevó de la pantalla chica a los escenarios teatrales. "Vivitos 2 fue el momento caramelo de todo el ciclo de Vivitos y coleando", explica en una pausa de los ensayos en el estudio de González Gil. "Vivitos 1 fue una vorágine porque saltamos de la televisión al teatro, fue todo muy vertiginoso. Pero después de dos años de hacerla, el grupo terminó de consolidarse, íbamos encontrando un código común. Para Vivitos 2, Midón tuvo más tiempo para armar y seleccionar el material y nosotros ya estábamos teatralizados al máximo. Entonces se potenció todo."
"Con el tiempo me doy cuenta cada vez más del valor de la obra, de la grandeza de ese señor Midón, de lo que ha escrito junto al señor Gianni", reflexiona Catarineu. "Hay en las canciones una cosa coral, cambios de acordes, pasajes de tonalidad mayor a menor, giros operísticos, termina una cosa e inmediatamente viene otra". Gianni define esos cortes de una escena a la otra, el pase de un ritmo musical a otro de cadencia diferente que caracteriza las obras de Midón, como un reflejo del juego de los chicos: "Pasan de una cosa a otra sin detenerse, siempre con profundidad y emoción, tratamos que así sea también en las obras". Los protagonistas de las narices rojas de Vivitos y coleando 2 son March, Catarineu y Laura Oliva, además de Flavia Pereda, Julián Pucheta, Vicky Barnfather, Rodrigo Cecere y Fernando Avalle.
-¿Cómo entrás en todo esto? Sos la nueva en un equipo consolidado.
Laura Oliva: -Yo me dedico solamente a disfrutar. Para mí es aprender y tratar de incorporarme a un código muy macerado. Hay una parte mía de ponerme a tiro de los popes Catarineu y March, porque eso es lo que son, y otra de permanecer con la fascinación de quien ha visto el producto, con la fantasía cumplida de todos los que lo vimos como actrices o actores desde afuera, del deseo de poder interpretar en algún momento este material. Después, cuando uno se mete toma conciencia y decís... "ah, no... pero esto es muy complejo, muy elaborado desde todo punto de vista, desde lo rítmico, lo melódico, lo armónico, las letras, todo, todo". Y hay ahí un momento de cierto pequeño ataque de pánico también (ríe), pequeñísimo (aclara).
Por estar residiendo en España, Andrea Tenuta -la coprotagonista original- no fue de la partida al retomar González Gil la obra. Y Laura Conforte, quien tomó la posta en Vivitos y coleando 1 hace dos años, salió de escena ahora para protagonizar la maternidad de su hijo recién nacido.
-¿Qué les generó a "los popes" el ingreso de Laura Oliva?
Carlos March: -En verdad nos sacó del lugar de "metete vos en nuestro código". En un determinado momento de los ensayos empezamos a meternos nosotros en el código de ella. Lo de ella es tan potente y contundente que nosotros terminamos mirándola a ella. Tira cosas que tienen mucho sentido, parece que estuviera con nosotros hace no sé cuánto tiempo. A mí igual me sorprende la reacción de Roberto (Catarineu) en los ensayos, es algo que hacía mucho que no le pasaba, se modifica en el mejor sentido, ella lo atrapa.
González Gil: -Sabía a priori que ella iba a conmover esa estructura triangular, por eso la convoqué. Con ella, Roberto empieza a delirar y nos matamos de risa. Me tengo que poner muy serio en los ensayos y decir "Bueno, se acabó".
Roberto Catarineu.: -Sí, de verdad, de verdad, no la quiero ver más (risas).
-Un director cuando toma un clásico suele querer decir algo propio con esa obra. ¿Hay algo que vosquieras decir sobre lo que es este clásico de Midón?
M.G.G.: -Sí, quiero decir que Midón era un grande. Soy tremendamente respetuoso con eso. Trato de estar en el espíritu, de modificar lo menos posible. Por eso está todo el equipo original, el vestuario de Mónica Toschi, la coreografía de Doris Petroni, que encontró un estilo propio valorando los acentos, los cortes y los silencios, las pausas de la música. Y claro, contamos con Carlos Gianni con sus mismos arregladores, y tenemos el privilegio que estén Carlos March y Roberto Catarineu como intérpretes. Hugo sacaba a sus payasos de una buhardilla. Y nosotros seguimos con la misma idea de exponer una caja de juego, un escenario de juego. No quiero cambiar nada. Quiero respetar y decirle "Señor Midón, vuelvo a hacer lo que usted hizo".
C.M.: -De todos modos me parece que Manuel aggiornó la obra. Todos crecimos, pasó el tiempo. Y al pasar el tiempo se asienta la obra de Midón, que es un clásico y se conserva en su esencia. Pero Manuel le dio una vueltita de tuerca.
-¿Cuál fue la recepción de Vivitos y coleando 1, a tantos años del original?
C.M.: -Los chicos de hoy no la conocen, por supuesto, pero venían empujados, condicionados por los padres que, en realidad, eran los interesados en ver el espectáculo. Los chicos terminaban mirando a los padres cómo veían ellos el espectáculo. Se producía una cosa rarísima para los niños: "¿qué le pasa a mi papá que se vuelve loco, que llora y canta las canciones y sabe lo que está pasando allí y yo no?" Normalmente es al revés.
R.C.: -Los chicos terminan entregándose porque están los padres que los llevan, que son fanáticos de Vivitos..., y los padres de los padres. Tiene sentido, porque Midón no hacía obras para niños, estaban los niños, esa era la concepción.
C.M.: -Hugo decía que le gustaba más dialogar con los niños que con los adultos. Que si les prestás atención a los niños, te dicen las cosas desde un lugar sin prejuicio. Midón consideraba que lo dijo una persona. Una persona que no está contaminada por el prejuicio, lo políticamente correcto, lo que se debe y lo que no se debe. Ahí está el mundo de Midón. La mirada y la oreja de él, la atención siempre puesta en la reflexión automática y desprejuiciada del niño. Y él se ponía a filosofar con los niños.
-¿Y después del Vivitos y coleando 2 qué viene?
L.O.: -Yo ya estoy estudiando la letra de Vivitos 3...
C.M.: -Yo sueño con que Vivitos... tiene que salir de la capital. Nunca se pudo terminar de lograr. Las dos únicas veces que salimos de Buenos Aires con la obra, una vez al Festival de Caracas y otra al de Montevideo, en los años 90, fue una cosa maravillosa, diferente. Y sería diferente también ahora, porque aquí vienen los chicos con los padres que ya saben lo que vienen a ver. Cuando fuimos a donde nadie nos conocía lo que pasa es absolutamente distinto. Me parece que este lenguaje y esta obra merece ser conocida en todo el planeta, al menos en el de habla hispana.
Como dice la canción de Gianni y Midón: "Te veo bien, estás siempre buscando. Te veo bien, vivito, vivito y coleando".
Vivitos y coleando 2
De Hugo Midón y Carlos Gianni
Sábados, domingos y feriados, a las 16.
El Picadero, Pje. E. S. Discépolo 1857.
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