Salsa criolla, el regreso
Salsa criolla / Libro y dirección: Enrique Pinti / Intérpretes: Enrique Pinti, Martín Salazar, Martín Sipicki, Micaela Barber Clas, Julia Montiliengo, Mara Moyano, Silvina Tordente, Pablo Juin, Ariel Juin, Esteban Segovia e Ignacio Pérez Cortés / Música: Gregorio Vatenberg / Coreografía: Elizabeth de Chapeaorouge / Escenografía: Oria Puppo / Vestuario: Renata Schussheim / Iluminación: Sandro Pujía / Sonido: Gastón Briski / Producción ejecutiva: Cipe Fridman / Teatro: Liceo / Duración: 120 minutos.
Nuestra Opinión: Muy Buena
Salsa criolla se estrenó en 1985, contabilizó 2445 representaciones a lo largo de nueve temporadas consecutivas y la vieron más de 3 millones de espectadores. Luego de semejante éxito, volvió con el mismo formato: el de una cabalgata musical que traza un recorrido por la historia argentina desde el descubrimiento de América hasta el presente. Este musical humorístico no tiene estructura ni argumento, sino un orden conceptual que forma su columna vertebral. Arranca con un monólogo político como para que al espectador le quede claro qué tipo de espectáculo es y finaliza con otro como para sellar ese discurso editorial que, afortunadamente, se ubica en una línea intermedia donde el amplio espectro político es blanco de su mirada fulminante. Es que realmente casi todo lo que dice es irrefutable. Sólo que Pinti es locuaz, irreverente, habla sin parar y desparrama sus verdades sin temor a decir lo que piensa. Los monólogos de entrada y salida le brindan al capocómico la posibilidad de mutarlos.
A través de un collage de viñetas, va ilustrando la historia, desde un diálogo entre Isabel La Católica (su composición más brillante) y Colón, hasta la vida en las pampas, la revolución de 1810, la Conquista del Desierto, la mazorca, la llegada de los inmigrantes, el peronismo, el radicalismo, los golpes y el retorno a la democracia. Cada una de esas estampas está vinculada con algún cuadro musical ilustrativo o alegórico.
Los tiempos han cambiado. Ya no estamos en la época en que nació Salsa criolla. Recordemos que cuando se estrenó (en el mismo teatro) el país recién había retornado a la democracia, luego de siete años entumecidos por la opresión, la hecatombe económica, las muertes y las desapariciones. Por lo tanto, la avidez de volver a escuchar "decir", de reencontrarse con las opiniones sin censura, con puntos de vista políticos que muy poco tiempo atrás estaban prohibidos, originó un de boca en boca incesante que generó fervor. El público se repetía, ya que ese gran music hall era una novedad y Pinti variaba sus monólogos de acuerdo con el presente.
Su estilo es único: habla a gran velocidad, sin parar y lanza una catarata de malas palabras que causan un efecto de fijación. Es que a veces una buena palabrota es más efectiva que un discurso formal. Por aquel entonces, Pinti abría los ojos, alertaba los sentidos y generaba culpas. Hoy la realidad es diferente, pero el efecto es el mismo: abre los ojos, alerta, genera culpas. Pero, como antes, recuerda con amor el valor del régimen democrático ante las voces de derrocamiento y condena. Para los olvidadizos de turno se vuelve esencial. Conserva su brillantez, su poder de improvisación y una memoria prodigiosa. Hasta vuelve a hacer el monólogo de la bicicleta, aunque ahora acompañado por el grupo de bailarines. Es el momento en que refleja a un personaje criollo recalcitrante, ventajero, acomodaticio y egoísta.
Martín Salazar siempre llena la escena de desparpajo e histrionismo y se vuelve el partenaire ideal; en tanto Martín Sipicki también pone gracia en sus momentos. Elizabeth de Chapeaurouge diseñó creativas coreografías, con un ensamble compacto y talentoso. Del grupo cabe destacar a Julia Montiliengo (hay que prestar atención en esta chica), Mara Moyano y Pablo Juin.
La música de Gregorio Vatenberg abarca desde melodías españolas y malambos hasta algún cuadro étnico, cancán y pop. Es destacable el lujoso vestuario diseñado por Renata Schussheim, así como la puesta de luces de Sandro Pujía; pero esta vez no va en sintonía la propuesta escenográfica de Oria Puppo.