Romay presentó su nuevo teatro madrileño
La inauguración se realizará el miércoles, con el musical "Tanguera", producido por su hijo Diego
MADRID.- Hubo un gesto curioso y espontáneo durante la presentación del Nuevo Teatro Alcalá. Ocurrió cuando periodistas españoles terminaron dando gracias al empresario argentino Alejandro Romay por dotar a esta ciudad del "espacio teatral más moderno y con tecnología de última generación", con una inversión cercana a los 15 millones de dólares.
"Señor Romay, muchas gracias; hay que dárselas; felicitaciones; esto es fantástico", o cosas por el estilo, dijeron varios colegas antes de exponer dudas o preguntas al empresario, que estrenará el complejo de su propiedad el miércoles próximo con "Tanguera", el musical que produce su hijo Diego.
Afuera, sobre la fachada clara, flameaba la enorme bandera colorada con el nombre del espectáculo, y tras el brillante cristal de las boleterías había compradores de entradas a precios de entre 42 y 21 euros. Todo ya en marcha, mientras colgaba impecable en los camarines el vestuario de los artistas.
La presentación fue en el subsuelo, en la menor de dos salas, reservada para teatro de texto y con capacidad para 310 personas. Allí, con sus habituales solapas de terciopelo y rodeado por siete personas de su equipo, Romay aceptó orgulloso y satisfecho el reconocimiento de ciudadanos madrileños a los que -dijo- "nos subordinaremos por completo".
El complejo brilla y respira calidad. ¿Tuvo alguna ayuda de las autoridades españolas o madrileñas?, se le preguntó. "El mejor apoyo: no molestaron para nada, no pusieron trabas. Hubo comprensión sin pedir nada, y eso es lo mejor que se puede decir de un administrador", contestó Romay.
Y los capitales... ¿de qué origen son? "Mejor no preguntar mucho. El dinero viene y va. Parece que no hubo quejas", ironizó el empresario, mientras que, a su lado, el constructor español dejó bien en claro el punto. "Nos han pagado incluso antes de empezar a trabajar. Hemos cobrado religiosamente y, por cierto, muy bien", dijo Matías Moguerza.
Pese al frío, que tiene a mal traer, los vecinos del cotizado barrio de Salamanca sonreían ayer con motivo. El complejo se erigió sobre lo que quedaba del antiguo Teatro Alcalá Palace, construido en 1927 y luego caído tan en desgracia que en los últimos 14 años estuvo cerrado. Su predio se convirtió en albergue de roedores y blanco de derrumbes parciales. Romay contó que llegó allí hace poco menos de dos años y que fue amor a primera vista. "¿De qué ratas iba a asustarme? Hay seres humanos más despreciables que ellas", dijo, sin dar precisiones.
Lo cierto es que puso en marcha el proyecto y lo primero que vieron los vecinos fue un cartel blanco que anunciaba la futura sala. "¿Romay... quién será?", se preguntaron algunos. Meses en obra después y quince millones de euros en inversión de por medio, tuvieron la respuesta, cuando al removerse aquella enorme pancarta apareció la nueva fachada, respetuosa de las líneas del viejo edificio.
Magia
Recién pintada y todo, la entraña del teatro ya tiene su magia y sus responsables, la tensión propia del estreno. "Han sido meses intensos", dijo Valeria Ambrosio, la joven escenógrafa del espectáculo. Ariel del Mastro, el encargado de la iluminación, se extasía ante las 14 gamas de tono que aparecen en el escenario y se entusiasma con el detalle de los equipos de decorado que se instalaron.
La sala principal se llama Lola Membrives y tiene un patio de 853 butacas, mientras que los tres pisos de palcos y galerías cuentan con capacidad para 362 espectadores más, lo que eleva el aforo a 1215 personas.
La oficina de Romay, los camarines y una tercera sala destinada a conservatorio y sala de ensayo asoman todos sobre la fachada del edificio, de modo de aprovechar la luz natural en todos los ambientes y dotarlos de una larga vista sobre la calle Alcalá en su cruce con Jorge Juan, dos caracterizadas arterias de Salamanca.
Nada queda del ruinoso inmueble de hace 20 meses, aunque lo que más orgullo parece dar al equipo es el trabajo en la caja escénica, cuyo viejo peine de 13 metros se elevó a más de 18 y se aumentó la boca para llevarla a 24 metros de ancho. Tiene foso para orquesta y una profundidad de 14 metros.
La segunda sala, en el subsuelo, fue bautizada en honor de María Guerrero y el complejo fue concebido de tal modo que en forma simultánea pueden ofrecerse dos espectáculos mientras se ensaya un tercero. "Sin que nada interrumpa o altere al otro", precisó Romay.
El debut será, como se dijo, con "Tanguera". Luego vendrán "Venecia", "El violinista en el tejado" y "Variaciones enigmáticas". Romay aclaró que no se muda a España, que vivirá a caballo entre Buenos Aires y Madrid y que eso no quita que, junto con su hijo, siga explorando posibilidades en otros destinos. "Estamos abiertos a todo. Si los rusos quieren hacer algo... ¿por qué no?", dijo a modo de ejemplo.
Por lo pronto, los madrileños le agradecieron ayer la iniciativa. Y el rescate del viejo teatro.
MADRID.– Hubo un gesto curioso y espontáneo durante la presentación del Nuevo Teatro Alcalá. Ocurrió cuando periodistas españoles terminaron dando gracias al empresario argentino Alejandro Romay por dotar a esta ciudad del "espacio teatral más moderno y con tecnología de última generación", con una inversión cercana a los 15 millones de dólares.
"Señor Romay, muchas gracias, hay que dárselas, felicitaciones, esto es fantástico" o cosas por el estilo dijeron varios colegas antes de exponer dudas o preguntas al empresario, que estrenará el complejo de su propiedad el miércoles próximo con Tanguera, el musical que produce su hijo, Diego.
Fuera, sobre la fachada clara, flameaba la enorme bandera colorada con el nombre del espectáculo y tras el brillante cristal de las boleterías había compradores de entradas a precios entre 42 y 21 euros. Todo ya en marcha, mientras colgaba impecable en los camerinos el vestuario de los artistas.
La presentación fue en el subsuelo, en la menor de dos salas, reservada para teatro de texto y con capacidad para 310 personas. Allí, con sus habituales solapas de terciopelo y rodeado por siete personas de su equipo, Romay aceptó orgulloso y satisfecho el reconocimiento de ciudadanos madrileños a los que –dijo– "nos subordinaremos por completo".
El complejo brilla y respira calidad. ¿Tuvo alguna ayuda de las autoridades españolas o madrileñas?, se le preguntó. "El mejor apoyo: no molestaron para nada, no pusieron trabas. Hubo comprensión sin pedir nada y eso es lo mejor que se puede decir de un administrador", contestó Romay.
Y los capitales... ¿de qué origen son? "Mejor no preguntar mucho. El dinero viene y va. Parece que no hubo quejas", ironizó el empresario mientras que, a su lado, el constructor español dejó bien claro el punto. "Nos han pagado incluso antes de empezar a trabajar. Hemos cobrado religiosamente y, por cierto, muy bien", dijo Matías Moguerza.
Pese al frío que tiene a mal traer, los vecinos del cotizado barrio de Salamanca sonreían ayer con motivo. El complejo se erigió sobre lo que quedaba del antiguo Teatro Alcalá Palace, construido en 1927 y luego caído tan en desgracia que en los últimos 14 años estuvo cerrado. Su predio se convirtió en albergue de roedores y blanco de derrumbes parciales.
Romay contó que llegó allí hace poco menos de dos años y que fue amor a primera vista. "¿De qué ratas iba a asustarme? Hay seres humanos más despreciables que ellas", dijo, sin dar precisiones.
Lo cierto es que puso en marcha el proyecto y lo primero que vieron los vecinos fue un cartel blanco que anunciaba la futura sala. "¿Romay... quién será?", se preguntaron algunos. Meses en obras después y quince millones de euros en inversión de por medio tuvieron la respuesta, cuando al removerse aquella enorme pancarta apareció la nueva fachada, respetuosa de las líneas del viejo edificio.
Recién pintada y todo, la entraña del teatro ya tiene su magia y sus responsables la tensión propia del estreno. "Han sido meses intensos", dijo Valeria Ambrosio, la joven escenógrafa del espectáculo. Ariel del Mastro, el responsable de la iluminación, se extasía ante las 14 gamas de tono que aparecen en el escenario y se entusiasma con el detalle de los equipos de decorado que se instalaron.
Con el nombre de Lola Membrives, la sala principal tiene un patio de 853 butacas, mientras que los tres pisos de palcos y galerías cuentan con capacidad para 362 espectadores más, lo que eleva el aforo a 1215 personas.
La oficina de Romay, los camerinos y una tercera sala destinada a conservatorio y sala de ensayo asoman todas sobre la fachada del edificio, de modo de aprovechar luz natural en todos los ambientes y dotarlos de una larga vista sobre la calle Alcalá en su cruce con Jorge Juan, dos caracterizadas arterias de Salamanca.
Nada queda del ruinoso inmueble de hace 20 meses, aunque lo que más orgullo parece dar al equipo es el trabajo en la caja escénica, cuyo viejo peine de 13 metros se elevó a más de 18 y se aumentó la boca para llevarla a 24 metros de ancho. Tiene foso para orquesta y una profundidad de 14 metros.
La segunda sala, en el subsuelo, fue bautizada en honor de María Guerrero y el complejo fue concebido de tal modo que en forma simultánea pueden ofrecerse dos espectáculos mientras se ensaya un tercero. "Sin que nada interrumpa o altere al otro", precisó Romay.
El debut será, como se dijo, con Tanguera. Luego vendrán "Venecia", "El Violinista en el Tejado" y "Variaciones enigmáticas". Romay aclaró que no se muda a España, que vivirá a caballo entre Buenos Aires y Madrid y que eso no quita que, junto con su hijo, siga explorando posibilidades en otros destinos. "Estamos abiertos a todo. Si los rusos quieren hacer algo... ¿por qué no?", dijo, a modo de ejemplo.
Por lo pronto los madrileños le agradecieron ayer la iniciativa. Y el rescate del viejo teatro.