La actriz y directora recuerda a su padre Osvaldo Terranova, a sus comienzos con la actuación, y se da el gusto de dirigir Babel cocina, una obra en la que trabajan 14 artistas en escena
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Son dos mujeres sumamente creativas que desarrollan sus trabajos con mucha intensidad. Poseen una capacidad de producción que resulta envidiable. La dramaturga Patricia Suárez y la actriz y directora Rita Terranova poseen una relación de amistad entrañable y ambas tenían la necesidad de generar un proyecto juntas.
Terranova estaba interesada en dirigir una obra en el teatro independiente con muchos actores y Suárez propuso un primer texto que luego la directora fue haciendo crecer. Babel cocina, la pieza que presentan en El Tinglado, es el resultado de un proceso de algo más de dos años de investigación que cumple con las expectativas de la directora: “hacer un teatro festivo, con muchos personajes y que logre conmover al espectador. Un tipo de espectáculo similar al que se hacía cuando yo empecé en los años 70″.
La pieza, que interpretan Claudia Cárpena, Gaby Barrios, Gabriel Schapiro, Gabriela Blanco, Susana Giannone, Hernán Cuevas, Pablo Rodríguez Albi, Leandro Cóccaro, Renata Marrone, Luciana Ulrich Cárpena, Ana Clara D’Albenzio, Caro Gleser, Silvia Bek y Thelma Demarchi, parte de una historia que tuvo lugar en Buenos Aires en 1888. Entonces los empleados estaban obligados a tener una libreta de trabajo en la que sus patrones anotaban detalles de sus desempeños laborales. Esto llevaba a que se produjeran situaciones de censura o despidos. Los trabajadores gastronómicos comenzaron una huelga que fue intensificándose con el correr de los días hasta que lograron que dicha libreta se saque de circulación, normalizando así la relación con los patrones.
La actuación, la dirección y la dramaturgia son caminos que corren en paralelo dentro de la actividad de Terranova. No sólo siempre adaptó los textos que ha dirigido sino que, además, se animó a versionar una novela como Diario de una camarera, de Octave Mirbeau, un unipersonal que presentó durante varias temporadas bajo la dirección de Manuel Iedvabni.
En relación a su nueva puesta expresa la creadora: “Tenía la intención de hacer un espectáculo que tuviera el estilo de las obras populares, la Commedia dell’Arte o el teatro de Bertolt Brecht y Peter Weiss (hasta fantasié con hacerlo en una plaza). Ese teatro que le habla al público, rompe la cuarta pared. Me gustaba la idea de contar en el teatro independiente una historia de otra época, salir de los conflictos familiares o de pareja. Lo último que había dirigido era Prueba de amor de Roberto Arlt en Andamio 90, una obra de dos personajes con mucho texto, mucho diálogo”.
Y esta experiencia le posibilita desarrollar algunas cualidades del trabajo que ha realizado a lo largo de su extensa carrera donde ha recreado a personajes destacados de la dramaturgia nacional e internacional. En Babel cocina se permite homenajear sutilmente a muchos de sus maestros y directores, así como también a algunos referentes de la literatura argentina como Juan Carlos Ghiano, Evaristo Carriego y Macedonio Fernández, entre otros.
Durante su conversación con LA NACION, Rita Terranova citará a directores con los que aprendió a expresar un modelo de representación que ahora intenta recuperar, como Alejandra Boero (su primera maestra), José María Paolantonio, Julio Baccaro, Santiago Doria y hasta rememora su experiencia junto al director georgiano Robert Sturua y su técnica de trabajo con ciertas aproximaciones al juego clownesco.
También su anecdotario la lleva a mencionar una pieza de Marta Gavensky, El inmortal, donde siendo muy jovencita interpretó a un payasito que además de hacer algunas rutinas de circo, bailaba y cantaba. La dirección estaba a cargo de Santángelo.
“Me resulta difícil definir un estilo respecto de este espectáculo –explica– porque lo que me pasó es que empezaron a aparecer todos los estilos que había interpretado y que había visto en el teatro. En mis primeros recuerdos asomó El herrero y el diablo, de Juan Carlos Gené, que estrenó mi papá (Osvaldo Terranova). Me acuerdo que yo iba a los ensayos y Gené dijo un día: ‘esta nena va a ser actriz porque se queda muy calladita y entiende muy bien como es el teatro’. Iba mucho a Caminito, también con mi padre y veía los trabajos de Cecilio Madanes. Empezaron a aparecer cosas que había visto. Creo que esto de estar encerrados tanto tiempo nos dio mucha libertad de pensamiento y emoción; y esto fue con lo que más me manejé para que todo sea muy libre. Los jóvenes desconocen estos espectáculos con tanta gente. Salvo en los musicales son pocos los que han hecho teatro de texto con tantos compañeros”.
Desde pequeña, Rita Terranova se sintió atraída por la actividad teatral. Llegó al estudio de Alejandra Boero, a los 13 años, cargada de entusiasmo y la maestra le explicó que era muy pequeña, que no sabía muy bien como trabajar con ella. Sin embargo la aceptó y al poco tiempo integró el elenco de El diario de Ana Frank ocupando, por supuesto, el rol de Ana. La actriz y directora no olvida la mística que había por aquellos años en torno a esta actividad. Algo que hoy siente que falta.
“Además de dirigir –dice– todo el tiempo les hablo a los actores de cosas como la importancia del trabajo conjunto. Les explico que el teatro es un acto de amor. También creo que es un momento difícil para los jóvenes porque no hay fuentes de trabajo. Pueden hacer una obra una vez por semana. Cuando yo empecé se hacían funciones de martes a domingos, dos los viernes, dos los sábados, a veces dos los domingos. Ejercitábamos, ejercitábamos. Ellos tienen que trabajar en otra cosa. Eso me preocupa mucho. Están muy abandonados y nosotros que somos más viejos tenemos la obligación de trasmitirles esto que tiene el teatro: la pasión y la disciplina. A mí los mayores me enseñaron a caminar con la pollera larga y a mover el abanico y yo les enseño eso. Por eso elijo este tipo de teatro que es de juego, de emoción, de intuición, de magia, de fiesta”.
Para agendar
Babel cocina
El Tinglado, Mario Bravo 948
Sábados, a las 20.30
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