Ricky Pashkus: "Hacer un espectáculo en estas condiciones es medio kamikaze"
Poner en marcha un espectáculo en este contexto de pandemia no es para nada fácil. Y mucho menos para el caso de los que producen musicales. Por lo general, el genero exige una inversión casi imposible de recuperar en un contexto con aforos limitados por la pandemia de coronavirus (se puede usar solo el 30% de la capacidad de los teatros) y requiere también de un despliegue escénico que involucra a demasiada gente para esta época de distanciamiento preventivo. Aun así, Rimas, la compañía teatral liderada por Florencia Masri y Ricky Pashkus, se animó a relanzar dos versiones locales de espectáculos que dejaron una huella imborrable para los amantes históricos del género: uno en Broadway (A Chorus Line, clásico de James Kirkwood Jr. y Nicholas Dante que tuvo también una famosa versión cinematográfica de 1985 dirigida por Richard Attenborough) y otro en el off del famoso circuito teatral neoyorquino (Te quiero, sos perfecto, cambiá, de Joe Di Pietro). Las dos obras dirigidas por Pashkus se estrenarán en el Teatro Astral (Corrientes 1639).
Protagonizada por Laura Oliva, Florencia Otero, Agustín Sullivan y Roberto Peloni, Te quiero, sos perfecto, cambiá arrancará sus funciones mañana, a las 21 (luego irá miércoles y jueves a las 21 y sábados a las 20), mientras que A Chorus Line, con un elenco de casi veinte profesionales en escena, lo hará el viernes 15, a las 21 (y luego irá sábados a las 22,30 y domingos a las 20). "Hay otros dos musicales que también vuelven, y de hecho pensamos en una acción de lanzamiento conjunta: Juegos, ¿cuál es tu límite?, dirigida por Ariel Del Mastro, en el Paseo La Plaza, y Casi normales, con dirección de Luis Romero, en el Metropolitan Sura. Yo veo ahí una señal clara de la vitalidad del género –asegura Pashkus–. Veremos cuál es la respuesta del público, pero estamos confiados. Y por sobre todas las cosas lo hacemos por la pasión que tenemos por el musical. Uno puede producir obras para ganar plata o por pasión. Yo produzco por pasión. Sé que soy un privilegiado, que todavía puedo producir y salir empatado. Pero no hay muchas chances de hacer un negocio en esta nueva realidad. Cuando Flavio Mendoza volvió hace un tiempo con su espectáculo fue básicamente por la pasión que tiene por su trabajo. No creo que alguien que solo tenga un objetivo económico se juegue a producir en estas condiciones. Adrián Suar, en cambio, ya dijo que no va a programar una obra sin un aforo totalmente liberado. Y tiene todo el derecho de pensar así. Son puntos de vista... Pero lo cierto es que aunque producir teatro pueda ser un negocio, nadie que solamente quiere hacer negocios se dedica al teatro".
Para poder reestrenar estos dos espectáculos, la productora de Pashkus logró reacomodar algunos aspectos de las relaciones contractuales de su equipo de trabajo. De otro modo, no hubiera sido viable. "La Asociación Argentina de Actores es consciente de la situación y entendió que era necesario firmar otro tipo de contratos. Se acortaron los tiempos de ensayo y, salvo que hagas más de tres funciones semanales, ahora se paga por función. Esto quiere decir que si alguien se enferma y no puede hacer una función, lo reemplazamos y no le pagamos hasta que se recupere y pueda trabajar de nuevo. Por otra parte, cada miércoles vamos a testear a todos los involucrados en las obras para estar tranquilos, pero con la conciencia clara de que eso no implica una tranquilidad absoluta. Y si alguien tiene síntomas en algún momento, se testea de inmediato a esa persona y al resto del equipo. Todo eso implica un costo adicional que antes no teníamos. Necesitás también un protocolo para los micrófonos, que deben ser higienizados con los materiales pertinentes luego de cada función. Y así con cada área. Cada una tiene un protocolo que bajó específicamente la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (Aadet)".
Pashkus revela que también se revisaron los criterios de inversión. "Buscamos minimizar algunos gastos –aclara–. Normalmente, si necesitás 10 pesos para publicitar un espectáculo a lo largo de tres meses y decidís pautar solo un mes, el costo no será 3,33, sino 5, por poner un ejemplo que se entienda. Pero en este caso preferimos gastar cinco y solo hacer promoción un mes porque no sabemos cómo puede funcionar la obra. Hoy eso es un verdadero enigma, no es fácil hacer cálculos certeros. Es una situación irregular, anormal, entonces hay que analizarla con una mirada especial. Antes de la pandemia, un productor gastaba una cantidad equis de dinero en contratos de artistas y equipo técnico, ensayos, preproducción, publicidad, etc. Los dos meses de funciones asegurados eran norma. Y si iba más o menos bien, en esos dos meses recuperabas la inversión y a partir del tercero empezabas a ganar. Ese era el esquema general, salvo que tuvieras un megaéxito y recuperaras la plata que pusiste antes. Ahora es imposible apostar a algo que requiera esperar esos tres meses porque ni siquiera sabés qué puede pasar la semana que viene ni cómo va a reaccionar la gente. Es un momento de gran incertidumbre. El juego de naipes, en este nuevo escenario, es muy distinto".
La inversión para estos dos musicales se hizo en base al valor de las entradas, que hoy es el mismo de marzo. En algunos casos, incluso, hubo productores que decidieron bajar los precios de los tickets, dada la complicada situación económica en la Argentina, que se agudizó con la aparición del Covid-19. "Menos inversión y relaciones laborales más precarizadas, ese es el panorama real hoy –sostiene Pashkus–. No es algo exclusivo de nuestro sector, está claro. Hace rato que se acabó la historia del tipo que entraba a trabajar en una empresa y se jubilaba ahí. Pero esta pandemia acentuó esa tendencia. Hacer un espectáculo en estas condiciones es medio kamikaze, pero en Rimas sentimos que hay que moverse, que hay que reactivar. Igual, invertir en el terreno del arte y el espectáculo siempre fue una lotería, nunca sabés de antemano cómo te puede ir. También pasó muchas veces que vos montás un musical con todo, con una inversión muy importante, y en el teatro de al lado hay un señor que cuenta chistes en jean y camisa y la gente elige ir a verlo a él. Quienes nos dedicamos a esto sabemos estas cosas".
En cuanto a su versión de A Chorus Line, Pashkus –quien también planea abrir en 2021 una escuela dedicada a los aspirantes a trabajar en teatro musical, junto al cantante y bailarín Fernando Dente– destaca las diferencias notorias con el original: "La primera vez que vi esta obra dije 'quiero hacerla'. Pero esa versión que produjo Alejandro Romay estaba muy teñida por el sueño americano: 'Yo lo voy a conseguir, yo puedo, yo voy hacerlo'. Yo creo que nuestro espíritu tanguero nos lleva a pensar de otro modo: qué vas a conseguir, si todo está arreglado, si el mundo está dominado por la corrupción... Acá en Argentina se considera naïf o falso ser optimista. No estoy totalmente de acuerdo con esa mirada, pero no se puede negar que es parte de nuestra idiosincrasia. Entonces hice un trabajo para articular la empatía entre los actores, para construir la verdad de ese postulado, para que el público lo vea como algo creíble y como un engaño. Es cierto que hoy un instagrammer o un youtuber progresa más rápido que un alguien que se prepara a conciencia para trabajar en teatro. Entonces mi versión tiene una especie de 'argentinización' del deseo, eso está flotando en el aire en la obra, pero también traté de lograr que cada actor comprenda que hay una verdad posible detrás de las aspiraciones. Que no necesariamente sos un ingenuo porque deseás fervientemente algo y que vale la pena trabajar para conseguirlo. Lo que pasa es que este país, así hables de filosofía se cuela el tema de la grieta: si decís tal cosa sos macrista; si decís tal otra, sos kirchnerista. Yo creo en el mérito, pero también en la igualdad de condiciones. Solo cuando hay igualdad de condiciones se puede evaluar el mérito. Lo que quiero contar con esta obra es que los años de estudio y de esfuerzo valen la pena para conducir bien el talento, en el caso de que tengas un don. Es más, creo que el talento es tener hambre y disciplina para conducir ese don".
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