Revivir los fantasmas de Eugene O´Neill
Un universo de seres desprotegidos
Viaje de un largo día hacia la noche . De Eugene O´Neill, en traducción de León Mirlas. Intérpretes: Claudia Lapacó, Daniel Fanego, Agustín Rittano, Sergio Surraco, Gimena Riestra. Vestuario: Daniela Taiana. Escenografía e iluminación: Gabriel Caputo. Dirección: Villanueva Cosse. En el Regio, del Complejo Teatral de Buenos Aires. Jueves a sábados, a las 20.30; domingos, a las 19. Duración: 140 minutos, con un intervalo incluido.
Nuestra opinión: muy buena
Nuevamente los fantasmas de O´Neill son convocados para mostrar su conmovedor drama familiar. Setenta años pasaron desde que el autor norteamericano registrara en la dramaturgia una historia que tiene muchos ribetes autobiográficos. Allí están sus padres, su hermano y él mismo, cargados con el peso de sus fracasos y expuestos con dolor y al mismo tiempo con patetismo. A pesar del tiempo transcurrido, la obra aún conserva ese sabor amargo que se destila de esos seres desprotegidos y vulnerables. El pasado los agobia con los proyectos inconclusos, el presente los desnuda crudamente en toda su mezquindad y frustración y el futuro es una posibilidad que no se vislumbra. Con estas características, la convivencia en ese largo día del verano de 1912 se vuelve agobiante y despiadada.
No es fácil para el padre, Tyrone, transformarse en el sostén de su esposa, Mary, una mujer insegura y débil que encuentra en la morfina un camino para negar la realidad. Frente a Tyrone se encuentra Jimmy, el hijo mayor, alcohólico y promiscuo, paradójicamente un espejo deformado del propio padre, a quien agobia con acusaciones como una forma de justificar su fracaso. Finalmente, Edmundo, el más joven cuyo problema mayor es la amenaza de una tuberculosis de la que todos prefieren no hablar.
En ese viaje de un largo día no necesitarán mucho estímulo para ir armando una maraña de reproches y frustraciones que sólo ayudará a deteriorar aún más las interrelaciones.
Desafío
Interpretar a una mujer que se instala con la misma facilidad tanto en la realidad como en el delirio no es una tarea fácil, por el contrario representa un gran desafío para cualquier actriz. Es un personaje que muestra constantemente diferentes manifestaciones de su desequilibrio mental y es esta característica la que demanda una gran elaboración. Claudia Lapacó se instala decidida frente a Mary y trata de exponer su complejidad con matices sugerentes, aunque por momentos recurre a los extremos: la suma debilidad y la máxima crispación.
Daniel Fanego, como Tyrone, tiene un personaje más lineal, aunque con varios dobleces, y vuelca acertadamente esa carga de frustración amarga frente a lo que pudo ser y no fue. Agustín Rittano y Sergio Surraco se suman convincentes a este juego despiadado de resentimientos y acusaciones. En este sentido, es clara y precisa la dirección de actores de Villanueva Cosse, el mismo resultado que se registra en la dinámica de la puesta que cuenta además con el respaldo de una escenografía de Gabriel Caputo muy sobria y al mismo tiempo adecuadamente gráfica.
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