Reinos: para sentir con los ojos cerrados
Texto y dirección: Margarita Molfino, Agustina Muñoz y Romina Paula / Intérpretes: Rosario Bléfari, Mariana Chaud, Margarita Molfino, Susana Pampín / Escenografía e iluminación: Matías Sendón / Vestuario: Gabriela A. Fernández / Música: Liza Cazullo / Sala: Sarmiento / Duración: 75 minutos / Nuestra opinión: buena
Reinos propone postales de la vida en el campo: el trabajo, la naturaleza, el descanso y las elucubraciones de cara al sol. El programa de mano da algunas pistas: está Leonor (abuela de una de las directoras) y el diario íntimo que escribió en la década del 30. Desde allí se disparan imágenes que el elenco baraja y comparte con la platea. No cuentan un cuento sino que construyen situaciones visualmente atractivas y muy rítmicas. Hay música no solo en los instrumentos que aparecen aquí o allá o en unas pocas canciones, sino también en las maneras del decir, en el trabajo duro y en los roces que acompañan las palabras.
Eminentemente sensible, esta propuesta está repleta de poesía y de bienvenidas pinceladas de humor. Se diría pensadapara percibir con los ojos entrecerrados, como si se estuviese frente a un cuadro impresionista (las luces de Matías Sendón son esenciales). Amaneceres, anocheceres, conversaciones en las que se entrecruzan la política con el nacimiento de un ternero. La vida transcurre en ese pedazo de tierra cultivada y cuidada mayoritariamente por mujeres.
A Reinos se le nota el cariño de la factura en cada detalle, pero así como puede abrazar a muchos, también puede dejar afuera a varios, ya que es hermética sin concesiones. Esto excluye a quien busca cierta claridad narrativa, pero puede seducir a los que eligen dejarse llevar por las sensaciones.
El trío de autoras y directoras (Margarita Molfino también actúa) a va fondo en esta intención de claroscuros y la sostiene hasta el final. El vestuario acompaña con una atemporalidad buscada y la escenografía bien podría ser el atelier de un pintor. En ese marco se mueve un elenco compacto y parejo pero en el que es justo destacar el trabajo de Mariana Chaud, Susana Pampín, Camilo Polotto y la propia Molfino. También están Rosario Bléfari, reponsable de muchos de los sonidos creados por Liza Casullo, y Mariano Saborido, que se mete -casi atrevido- en un elenco de figuras y sale fortalecido.
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