Reflexiones performáticas sobre un precarizado mercado
Cuatro experiencias muy disímiles entre sí que dan cuenta de cruces de lenguajes artísticos para otras formas distintas del teatro testimonial y político
"Soy Josefina Gorostiza [...] Soy bailarina, directora, coreógrafa, monotributista, docente, danza siempre", dice Nicolás Goldschmidt (especie de alter ego de ella), en el primer minuto de Precarizada. A su lado está la creadora de Coreomanía / No puede parar quien la semana próxima estrena una obra para el Ballet Contemporáneo del San Martín. La misma bailarina que no puede dejar de bailar. Lo hará durante 60 minutos exactos, medidos, cronometrados.
En los minutos finales ella (en la voz de Nicolás, el mismo de Ametralladora) dice: "¿Pagarían por esto? Yo sí. De hecho lo estoy haciendo. Estoy pagando por hacer esto". Al salir en el hall de El Extranjero, subvirtiendo usos y costumbres del consumo teatral, hay una alcancía en donde cada uno de los espectadores deposita lo que quiere o puede pagar o invertir por eso exactos 60 minutos de danza, música en vivo, hecho catártico, proyecciones y denuncia a viva voz de ese potente hecho performático que va los sábados a la noche. A cada uno de los espectadores se le entrega una especie de manifiesto tan político como irónico, como son esos 60 minutos. En la línea quinta dice: "el emprendedurismo le da un toque de glamour a la precariedad".
Josefina Gorostiza baila desde los 4 años y no pudo parar. Claro que esta vez a la nieta del dramaturgo Carlos Gorostiza la palabra le tomó el cuerpo. En 1999, Gorostiza ganó el Premio Planeta de Novela por Vuelan las palomas. Un año después, en la mítica sala Babilonia, se estrenó El precio del brazo derecho. Esa propuesta la creó Vivi Tellas. En la primera escena María Merlino, Susana Pampín y Claudio Quinteros enumeraban la variedad de trabajos que habían tenido antes de ser artistas. Ese simple procedimiento matizado por comentarios de color daba cuenta de la infinidad de vidas transitadas por cada uno hasta llegar a ese escenario en el que se construía una pared. En Precarizada Josefina apunta su mismo tránsito de vida: fue asistente de dirección, productora, gestora, plomo, sonidista, asistente de iluminación, técnica de obras, administrativa, performer, armadora de carpetas, veedora.
En una nota publicada en Página 12 Tellas reconocía que durante el largo procedo de investigación de El precio del brazo derecho había sentido que caminaba por un campo minado de tentaciones en los que convivían lo pedagógico, los mensajes, la bajada de línea, lo político. "El desafío era estar entre esas cosas sin rendirse a ellas -explicaba-. Creo que el mundo del trabajo es una épica, pero muy poco cristalina, muy poco recta, nada que ver con lo que podía ser su representación en las primeras décadas del siglo XX. La actualidad del trabajo es una épica de gente muy confundida". En tren de trazar paralelos, el manifiesto de Precarizada termina así: "los artistas del siglo XIX decidían qué hacer. Hoy no". La afirmación viene con una aclaración: "esa frase no es mía, la robé".
Trece años después, en Matienzo, la coreógrafa Laura Kalauz y el artista suizo Martin Schick presentaron CMMN SNS PRJCT, experiencia que ya habían presentando en diversos escenarios europeos y asiáticos. En el escenario porteño la misma Kalauz e Ignacio Sánchez Mestre desplegaban una potente reflexión sobre las relaciones sociales y económicas en un espacio performático. Proponían formas de intercambio alternativas que llevaban al extremo. Ella entraba a escena en bombacha y corpiño. Él, en calzoncillos. Ella preguntaba: "¿Alguien me presta una remera?". Él agregaba: "¿Alguien me presta un pantalón?". Ante la desconcertante platea ampliaban la lista pidiendo por una remera, un saco, unos zapatos número 42. Y, aunque parezca extraño, alguien se sacaba un pantalón, el otro aportaba unos zapatos, una chica prestaba un saco y así las cosas. Comprar, regalar, vender, robar, regatear, devolver lo prestado eran parte de las constantes operaciones performáticas puestas en acción por esa potente reflexión escénica en la que ambos performers, como sucede en Precarizada, daban cuenta de los detalles de producción del mismo montaje. El accionar sobre el mercado del arte lo llevaban al extremo: remataban a la misma obra para ser representada por quien la compre.
En la misma temporada de 2013 la coreógrafa y bailarina Luciana Acuña y el cineasta Alejo Moguillansky estrenaron Por el dinero. Como sucede en la performance de Josefina Gorostiza, en escena ellos desnudaban sus propias economías, sus cuentas de luz, el pago del jardín de infantes, el curso tal o cual para llegar a la conclusión evidente: algo huele mal en la ciudad, en el mercado del arte, en el sistema económico. En perspectiva, lo biodramático, el humor, el teatro documental, la denuncia, la mixtura de lenguajes artísticos, el enojo, lo testimonial como la profunda ironía son elementos comunes de este tipo de propuesta que evaden las formas de una realismo socialista o de un tipo de teatro testimonial y político que tiene una forma de representación que decididamente no representa a estos creadores.
En Por el dinero, Acuña y Moguillansky estaban acompañados por el bailarín francés Matthieu Perpoint y por el compositor Gabriel Chwojnik. En escena calculan la "ganancia" que les dejará cada función. Cubría, con esfuerzo, lo mínimo (¿un pancho y la Coca?). En la variedad de obras que trabajó Josefina Gorostiza como intérprete dice que nunca cobró por ensayos. Por el dinero comenzaba con unas imágenes de El loro y el cisne, la película de Moguillansky que sigue el proceso creativo del grupo Krapp, que integra Luciana Acuña. En una escena, uno de los personajes le pregunta a los integrantes del grupo: "¿Ustedes realmente creen que deberían recibir dinero por esto que hacen?".
La versión cinematográfica de Por el dinero se estrenó el año pasado en el Festival de Cannes. Protagonizada, claro, por un exitoso bailarín francés que se gana la vida dando clases de francés en Buenos Aires, por un músico que alimenta su billetera componiendo para comerciales de papas fritas, por una reconocida coreógrafa que depende de sus clases y de las coreografías de obras de otros creadores y por un cineasta que hace películas institucionales. "Por el dinero dice y hace lo que dice: gasta más de lo que tiene", presentaban así la versión escénica de este trabajo por fuera de toda lógica del mercado (como casi todas las producción gestada en las aguas de la escena indie).
Con sus diferencias las cuatro propuestas se apartan de esa idea romántica de que el creador no habla de dinero, de su paga, de las condiciones de su trabajo, de sus acuerdos y desacuerdos con organismos culturales públicos o privados. "Yo quiero desmitificar al artista que no toca los billetes", se escucha en Precarizada. Mientras tanto suena "Money", de Pink Floyd.
Precarizada
- Dirigida por Josefina Gorostiza.Sábados, a las 23.
- El Extranjero, Valentín Gómez 3378
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