Reflexión Gambaro
La gran dramaturga argentina, que hoy estrena una obra en el San Martín, habla sobre teatro y política y reivindica una mirada femenina del mundo
"Es una versión con otra mirada, con la mirada de una mujer de este siglo y por eso he inclinado la balanza hacia un lugar específico." Así define Griselda Gambaro su última pieza teatral Querido Ibsen: soy Nora . Un proyecto que surgió a pedido de Alicia Zanca y que la autora al comienzo rechazó: "Es que me asusta asumir un compromiso que no tengo claro y en ese momento no lo tenía", aclara.
Pero poco tiempo después releyó Casa de muñecas, de Henrik Ibsen y, de pronto, escribió la obra. Lamentablemente, Zanca había fallecido. "Por un lado saltó la habilidad y la profundidad de Ibsen y por otro, también sus defectos - cuenta la escritora-. Indudablemente el autor no podía superar la época en la que vivía. Imaginate lo que debe haber sido Casa de muñecas a fines del siglo XIX. Para aquella sociedad pacata debe haber sido un golpe duro que Nora deje su casa, su familia, sus hijos. Para mí el interés está en el personaje. Yo la veo a ella como una «heroína». Eso me interesó. Uno nunca se explica por qué se le ocurre una idea para una obra. Surgió una idea y es que Ibsen está escribiendo la obra y esa obra, todavía en gestación, es la que se presenta en el escenario."
La obra se estrena hoy, en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, con dirección de Silvio Lang, y son sus intérpretes: Belén Blanco, Agustín Rittano, Alberto Suárez, Ezequiel Díaz, Leonardo Saggese, Victoria Roland, Pochi Ducasse y Pablo Cécere.
De alguna manera, en tu versión, al poner al autor en escena, es como si vos misma, como dramaturga, estuvieras allí.
No, no me puse en el lugar de Ibsen. No tuve tantas pretensiones. Él no es enteramente dueño de los personajes. Ellos lo necesitan, lo buscan, pero también lo impugnan, lo contradicen y hasta algunos lo odian. Rank, por ejemplo, le tiene animadversión, porque Ibsen es quien lo condena a una muerte próxima con esa idea que tiene de que los hijos pagan la vida licenciosa de los padres. También me interesó qué les pasa a esos personajes, cómo reaccionan; no tanto por su valor de personajes, sino como personas, respecto de lo que reciben del autor.
En el teatro de Gambaro siempre ha sido muy fuerte la presencia de las mujeres y hasta algunos textos han resultado muy emblemáticos en determinados momentos históricos: La malasangre, Antígona furiosa, La señora Macbeth, La persistencia, por sólo citar unos pocos. Cuando comenzó a escribir, ella misma fue muy atacada por algunos críticos y colegas.
"La mujer tiene que meterse sin pedir permiso –explica hoy, con mucha certeza-. Cuando puede, tiene que hacer lo que quiere. Yo creo que no le pedí permiso a nadie. Por supuesto que en algunas críticas me trataron de «damita joven». Pero fueron cosas menores. También se dio una separación con los autores de mi generación cuando estrené El desatino. Nunca me quedó muy claro si era porque yo venía con un lenguaje diferente o porque era una mujer en un mundo de hombres. Siento que aparecí en el momento oportuno con la voz oportuna. Y se produjeron cosas. En principio, el escándalo. Los autores de mi generación me tuvieron mucha inquina hasta la dictadura militar. A partir de ahí se supo dónde estaba parado cada uno."
¿Cómo analizás la realidad de la mujer en este siglo?
Enfrentando situaciones bastante complicadas. Creo que la pretendida "liberación de la mujer" es muy mentirosa. Los problemas que enfrentan las mujeres son muy grandes. Mirá la violencia familiar. No se ha podido erradicar ni acá ni en otros países. Pensemos en las mujeres que aparecen en las decisiones de gobierno, es cierto que hoy hay mujeres en posiciones muy importantes, pero siguen respetando los modelos masculinos de poder. No hay un espacio inédito en política que cuestione el viejo proceder patriarcal. Hablo de un modelo nuevo como fue, por ejemplo, el espacio de las Madres de Plaza de Mayo o las Abuelas. Un espacio político de lucha que fue completamente inédito. Las mujeres también están contaminadas por ese sistema porque cuesta pensar, porque la necesidad de subsistencia también ahoga a veces el pensamiento. Por suerte se dan otros casos en que esas necesidades han hecho que las mujeres salgan a luchar.
La fuerte crisis mundial actual parecería ser muy determinante respecto de la movilidad de ciertos esquemas de pensamiento. ¿Cómo vivís eso?
Aisladamente. Con preocupación, tratando de saber más sobre lo que pasa en el mundo. Al final uno termina preguntándose cosas con la gente que conoce, con mis lectores, con los espectadores que vienen a ver mis obras. ¿Qué nos pasa con esta civilización que es tan insensata? Tenemos pequeñas parcelas de felicidad, de satisfacción, de alegría, pero si uno mira en conjunto el mundo es muy triste. No vivimos solos en la Argentina. Vivimos en un planeta que nos despedaza constantemente.
¿Y frente a la realidad argentina cómo te plantás?
En esta Argentina, sobre todo por comparación con otras épocas, me siento bien, con todos los problemas que todavía hay por resolver. Creo que la Argentina ha hecho un proceso en un sentido más solidario, más social. Lo que desearía es que no hubiera esta enemistad con la oposición, porque la oposición podría ser de gran ayuda para el país. Acá no hay un discurrir político, hay un discurrir de vejámenes, agravios. Antes aparecía un candidato y atrás había un partido, un programa. Hoy sale un candidato que hace combinaciones imposibles con otro candidato, no son del mismo partido y, además, no tienen programa. Salvo un programa ad hoc, para ganar votos. No veo honestidad, uno no percibe orgullo, fidelidad, lealtad. Se percibe un manejo personal de la política y es como si no importara la Argentina.
Estás trabajando en la edición de un libro que reunirá muchos textos teóricos y conferencias...
Sí, y estoy escribiendo un último texto porque sentía que necesitaba redondearlo un poco con algo más actual, más presente.
Y qué ideas desarrollás al respecto.
Y ¿por qué te voy a contar? [pregunta con picardía].
Porque me interesa…
Considero que hacen falta espacios de discusión respecto de ciertos aspectos del teatro. La proliferación de tantas salas ¿es beneficiosa o no? ¿Qué pasa con las nuevas experiencias teatrales?, ¿con el teatro para un solo espectador?, ¿con el uso indiscriminado de nuevas tecnologías? En general, todo depende de quién piensa una obra, quién la hace, finalmente todo depende del resultado. Creo que hay un uso y un abuso de las nuevas tecnologías, de formas completamente fuera del registro de la sensibilidad, de la reflexión y que muchos periodistas ensalzan, lo cual también es preocupante porque no sé cómo se piensa el teatro. ¿Cuál es el punto de vista?, ¿el que le ha quitado al teatro su capacidad social y política? Tenemos un teatro muy individualista, menos socializado.
"Esa gran amiga del alma"
Se conocen hace varios años y, un punto de encuentro importante, fue en ocasión en que el director Silvio Lang montó La señora Macbeth, en Santa Rosa, La Pampa. Después dirigió La persistencia, en Córdoba, y ahora se hace cargo de la puesta en escena de Querido Ibsen: soy Nora. Lang también fue quien prologó la edición de las obras completas de Gambaro que, el año pasado, publicó De la flor.
"No diría que Griselda es una madrina artística –afirma el creador–. Tenemos una amistad, un intercambio afectivo y de sistemas de pensamiento sobre lo escénico. Además, hay algo interesante, pertenecemos a generaciones muy distanciadas y, en ese sentido, Griselda es una mujer muy actualizada, con las antenas muy atentas y siempre a la escucha del ambiente donde uno está. Ella es una vitalista. Es como una especie de Falstaff."
Silvio Lang viene desarrollando un itinerario teatral ligado a mujeres muy fuertes: Graciela Safranchik, Marguerite Duras, Olga Orozco, Idea Vilariño. "Hay toda una saga de mujeres que van delimitando un itinerario en mi posición subjetiva y en mi producción –explica–. Y Griselda es parte de esa constelación que se va armando. En este caso particular yo observaba en su pieza un mundo melodramático que me interesaba investigar. Empezamos a compartir esa mirada, después apareció toda la cuestión de género, de cómo se construye un sujeto, la posibilidad de escribirse. Me parece que esa es una preocupación de su poética y la mía. Ella es una autora que yo escucho en el proceso de creación porque es una gran lectora de si misma y es una gran espectadora. Me parece que es importante lograr un trabajo en colaboración."
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