Quiela, la esposa rusa que Diego Rivera abandonó en París
Inspirado en la novela de Elena Poniatowska, llega a escena encarnado por Mariel Rueda
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Mucho se sabe de la relación entre el pintor mexicano Diego Rivera y Frida Kahlo, pero poco se habla del vínculo que lo unió a Angelina Beloff –Quiela–, quien fue su esposa en Europa y a quien abandonó luego. Esa historia se reproduce en la novela epistolar Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska, que llegó a manos de Mariel Rueda, quien decidió encarnar a esa mujer en una obra teatral.
Desde pequeña, la actriz es una lectora voraz. Y es precisamente en la literatura donde encontró el germen para dar forma al unipersonal, Quiela, el amor antes de Frida, que mañana se estrenará en la sala teatral El Ópalo. Un amigo cercano le propuso leer el libro de Elena Poniatowska. Y, a través de esa novela epistolar, no sólo descubrió el inquietante estilo de la autora mexicana sino a un personaje que la conmovió notablemente.
La protagonista de esa novela es la pintora rusa, residente en París, Angelina Beloff, entonces esposa del artista plástico Diego Rivera, con quien además había tenido un hijo que murió siendo muy pequeño por una afección pulmonar. En algún momento Diego decidió volver solo a México y dejó a Angelina en el abandono y la pobreza. Entre octubre de 1921 y julio de 1922 la mujer le escribió a su esposo una serie de cartas de las que no recibió respuesta. El imaginario de Poniatowska produce trece cartas a través de las cuales da cuenta de la desesperación de esa mujer que, al cabo del tiempo, sigue idealizando y añorando al hombre que la dejó.
“Estas cartas no son reales – explica Rueda–. Ella se basó en una sola carta que encontró y, a partir de allí, elaboró este libro. Nada es real, excepto la situación de abandono y la muerte de su único hijo. De Angelina no se sabe mucho. Ella era una magnífica pintora, estudió con Henri Matisse, era rusa, pertenecía a una clase acomodada, sus padres tuvieron un accidente, murieron, ella vendió todo y se fue a París. Después de un tiempo lo conoció a Diego y ahí se corrió a un costado. Realmente lo que ella hacía eran grabados y los creaba para poder comer. Lo que me interesó, en un principio, es cómo esta mujer durante un tiempo se anuló, me atrajo narrar qué pasa con el abandono. Transcurre el tiempo, los años y todo sigue siendo igual”.
La versión y dirección del espectáculo son responsabilidad de Mariano Taccagni, un creador con quien Mariel Rueda había trabajado en su obra Sala de profesores –que estuvo dos temporadas en El Método Kairós– y quien le pareció el autor ideal para transformar la novela en un texto dramático.
La intérprete cuenta que este proyecto la salvó en tiempos de pandemia porque su producción le posibilitó poner toda su energía en él. Comenzó tomando algunas clases por Zoom con la actriz Ana Padilla, especializada desde hace tiempo en unipersonales, para poder encontrar la manera de abordar el texto. Luego llegaron los ensayos con el director y, mientras tanto, ella seguía investigando sobre la historia de Beloff.
“La vida de esta mujer es fascinante –cuenta la actriz–. Luego de un tiempo ella decidió ir al continente americano. Había unos pintores amigos que volvieron a París para rescatarla. Ya en México da clases, se dedica al grabado, al teatro de marionetas e hizo una muñeca muy conocida allá que se llama Pastillita. A partir de esta historia nosotros quisimos dar una vuelta de tuerca. Porque en algún momento ella decidió terminar con aquel fantasma que la acosaba e inició una nueva vida. Según parece, durante su estadía en México sólo una vez se cruzó con Diego Rivera, seguramente cuando él vivía su romance con Frida Kahlo. Pero, aunque parezca mentira, él no la reconoció. Luego, murió a los 90 años”.
Una actriz inquieta
Distintos espacios alternativos fueron posibilitando el desarrollo actoral de Mariel Rueda, una intérprete apasionada que desde la década del 80 ha ido consolidando su profesión de manera discontinua, pero siempre buscando ubicarse en ese lugar en el que sentía que la ayudaba a crecer. Primero una escuela teatral en Avellaneda, luego el Centro Cultural Rojas, de allí pasó a formarse en el teatro IFT. Durante algo más de cuatro años formó parte del equipo de los matches de improvisación que Mosquito Sancineto conducía en el desaparecido teatro Liberarte. Pasado ese tiempo necesitó modificar su rumbo creativo. “Quería relacionarme con el teatro de texto”, confiesa la actriz y allí su carrera comenzó a desplazarse por nuevos carriles.
Pero cuando estaba intentando ese cambio nació su primera hija y luego llegó la segunda. Durante diez años se apartó de la actuación aunque no del teatro porque entonces decidió formarse en dramaturgia con Mariana Mazover. Regresó a las tablas en 2016 con la comedia musical Saltimbanquis, en el Complejo Teatral de Buenos Aires, y desde entonces se ha transformado, nuevamente, en una mujer con “hambre de cancha, de tablas”, asegura.
Después del año difícil que nos ha tocado vivir a Mariel Rueda le parece “increíble” llegar al estreno. Sabe que este trabajo es un desafío fuerte, “porque estas sola en la cancha –dice– y es otro ritmo el que conduce tu cuerpo. Estás en la cornisa y la mirada amiga de otro actor, de otra actriz, no están. Si te hundís, lo hacés solo porque nadie te va a levantar. Son otros tiempos, es otra energía la que se pone en marcha. La jugada pesa. Hay que hacerla. Lo siento de corazón, con mucho respeto y muchas ganas”.
Para agendar
Quiela, el amor antes de Frida
Dirigida por Mariano Taccagni
El Ópalo, Junín 380.
Sábados, a las 18.
Entradas: $500 (por Alternativateatral.com o en la boletería).
Dos más de Mariano Taccagni
El director Mariano Taccagni también tiene en escena las obras Hotel Oasis (de Hugo Midón y Carlos Gianni), los viernes, a las 20.30 –con él mismo, Alejandro Vázquez, Lali Vidal, Jorge Maselli y Marcelo Albamonte–; y Che, amor –con Agustín Iannone, Nicolás Leguizamón, Matías Asenjo y Gladys López–, de su autoría y Agustín Konsol, los sábados, a las 20.30, en El Método Kairós, El Salvador 4530.
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