Julia Zenko y Máximo Meyer son los protagonistas del nuevo musical de culto que, con dirección de Sebastián Irigo, arribará al Metropólitan el 5 de mayo; los trastornos de ansiedad, el bullying, la incomunicación y las exigencias de las redes sociales son algunos de sus temas
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Cuando arribó al Music Box Theatre de Broadway, en diciembre de 2016, causó prácticamente una conmoción. El musical Dear Evan Hansen venía precedido de elogiosos comentarios tras su estreno mundial en el Arena Stage de Whasington DC, en junio de 2015, y su temporada sold out en el Second Stage Theatre del off Broadway, entre marzo y mayo de 2016. Pero nadie previó el enorme suceso que tendría su traslado al circuito teatral comercial de Nueva York ni el impacto emocional que causaría entre los espectadores más jóvenes. Como si esto fuera poco, al tiempo obtendría nueve nominaciones a los premios Tony y finalmente se alzaría con seis (incluyendo el de Mejor Nuevo Musical de la temporada), una cifra que hacía años ningún espectáculo conseguía.
¿Qué fue lo que despertó tan unánime respuesta de público, crítica y jurados de espectáculos teatrales? Sin dudas, su historia, tan poco convencional para el mainstream y a la vez tan en concordancia con la problemática de millones de personas en el mundo, en especial los adolescentes, que viven agobiados por el bullying y las exigencias de las redes sociales. Si a eso se le agregan diferentes trastornos mentales y de personalidad, el cóctel temático alcanza a la mayoría del público. Otro factor de peso fue la descomunal labor protagónica de Ben Platt, quien logró emocionar a chicos y grandes por igual y ganar, con sólo 23 años, el Tony al Mejor Actor.
Escrita por Steven Levenson –y con música y letras de Ben Pasek y Justin Paul–, la “obra con canciones” (como muchos prefieren definir a este musical sui géneris) se interna en la vida del estudiante secundario Evan Hansen, quien sufre un trastorno de ansiedad, es rechazado por sus compañeros de clase y vive solitariamente en su casa, debido a la temprana separación de sus padres y a la actual sobre exigencia laboral de su madre. Todo parece cambiar cuando ¿por un malentendido? pasa a convertirse en el joven más popular del colegio, se enamora y es prácticamente adoptado por la familia de su novia. No es cuestión de develar aquí si la vida del atribulado Evan se encamina definitivamente o no. Para los más ansiosos está la versión cinematográfica disponible en la plataforma HBO+ (que a diferencia de la versión teatral no contó ni con el beneplácito del público ni de la crítica, pero sí con el protagónico de Ben Platt más la estelaridad de Julianne Moore, en el papel de su madre, y de Amy Adams, como la progenitora de su novia). Para los que puedan aguardar un poco más la resolución de la historia, llegará en breve a la avenida Corrientes una versión local del espectáculo teatral. El 5 de mayo debutará en el teatro Metropolitan Sura Querido Evan –tal el título abreviado y en español del galardonado musical–. Elegido tras un intenso casting entre 600 postulantes, será su protagonista Máximo Meyer (de destacada labor en Quién retiene a quién, Una vez en la vida y Casi normales). El decisivo papel de la madre estará a cargo de Julia Zenko, quien así regresa al género que le deparó tantas satisfacciones cuando intervino en Zorba, Orestes, Hermanos de sangre y Camila, nuestra historia de amor, entre otros musicales. El resto del elenco se completa con Laura Conforte, Fabio Aste, Guido Balzaretti, Rochi Hernández, Mariano Condoluci, Mariel Percossi y Franco Valerga. De la dirección general se ocupa Sebastián Irigo, quien luego de años de incesante actividad en el circuito independiente, y dentro del teatro de texto, se reveló el año pasado comandando el mega musical Regreso en Patagonia. Por último, el espectáculo producido por Pablo Del Campo, junto a Pablo Terruzzi y Javier Faroni, contará con una banda en vivo, que será dirigida por Tomás Mayer Wolf.
“Yo era muy fanático de la obra, así que cuando el productor subió un posteo a sus redes diciendo ‘Querido Evan. Argentina’, a mediados de noviembre del año pasado, me volví loco. Después esperé que anunciaran las audiciones y las hice todas, las virtuales y las presenciales”, comienza relatando a LA NACION Máximo Meyer, el joven de 25 años que aún no da crédito del todo a su buena estrella. “Fue un proceso de mucha ansiedad pero a la vez hermoso. Lo peor fue la última audición, pautada para el día después de la final del Mundial de Fútbol; así que, como debía preservar la voz, ese día no pude gritar ningún gol”, recuerda con humor. Recién a mediados de enero lo confirmaron en el papel, luego de decidir quién iba a interpretar a su madre. “Porque hay algo visual en las audiciones que también tiene su peso –explica el director Sebastián Irigo–, cuando se eligen a dos actores para que interpreten a un hijo y a una madre deben empatar de alguna manera, no basta con que sean talentosos (aunque en este caso quedaron los mejores, los más aptos para llevar adelante una partitura compleja, tanto a nivel musical como actoral), tienen que hacer creíble el vínculo a primera vista”. Así las cosas, la suerte de Meyer parece haber estado un tanto supeditada a la elección de Julia Zenko como su madre. ¿Y a ella le habrá pasado lo mismo? “A mí me engañaron vilmente –admite riéndose–. Yo no suelo hacer audiciones, no porque me considere una diva sino porque me provocan miedo, inseguridad y hasta taquicardia. Un día me llamó Del Campo, me ofreció el papel de Heidi, la mamá de Evan. Ahí vi la película y me metí en YouTube para saber más sobre la obra. La historia de este adolescente con problemas de ansiedad, que toma medicinas para estar mejor, me interesó muchísimo. Y hacer de su mamá, también. Después me invitaron a una charla con el director, pero antes de ir me enviaron una canción y un monólogo. ‘¿Pero qué, esto es un casting?’, les pregunté. ‘No, no, es simplemente una charla’, me respondieron. Aunque dudé fui igual y ahí me encontré con una cámara, un piano y un montón de personas. En definitiva, me mintieron pero fue una audición hermosa y me hicieron pasar un gran momento. Con dos tips que me tiró Sebastián, logré llevar a buen puerto mi monólogo y me fui muy feliz de la reunión. Y parece que todo el resto también se quedó feliz porque, al poco tiempo, me confirmaron en el papel”, comenta exultante la intérprete de “Con las alas del alma”.
¿Qué fue lo que más les interesó de Querido Evan? ¿Que fuera un musical, su temática, los personajes, el mensaje final? “Para mí su enorme vigencia –opina en principio Irigo–. Yo creo mucho en el concepto de la anticipación del arte. De alguna u otra manera como método existencial el arte siempre se anticipa. Esta obra nació en el 2015, sin embargo hoy su actualidad es mayor; el avance de los últimos años se puso a tono con la temática que plantea la obra”. Y los datos no desmienten su teoría: según recientes estadísticas el 30 por ciento de la población mundial sufre de trastornos de ansiedad, habiendo aumentado los casos durante la pandemia.
A su turno, Meyer opta por destacar uno de sus temas: la soledad. “Yo empatizo mucho con la temática del adolescente que se siente solo, que quiere conectar con otro ser humano y no puede, y que por eso sufre de ansiedad. No hace falta haber vivido algo tan así como para empatizar con eso. La adolescencia es un momento muy difícil de la vida, que conlleva soledad, dudas y miedos. Me parece muy hermoso interpretar un personaje que está atravesando por todo esto y sumar un granito de arena para que nadie se sienta tan solo”. Y Zenko asegura: “a mí me interesa todo lo que tiene que ver con el sufrimiento humano, soy una psicóloga frustrada, me importa saber del otro y meterme dentro de cada persona para descubrir sus falencias y temores. Tanto en la vida como en la profesión mi rol es estar siempre a lado del que lo necesita y brindarle apoyo y contención. Y como madre, por supuesto que también. En algún momento mis hijas fueron adolescentes y me ocupé de ser una mamá presente, todo lo que más pude. Por eso me gustó toda la temática de la obra, pero lo que más me atrapó fue ayudar como intérprete a profundizar en el sufrimiento de este joven y a echar luz sobre las posibles soluciones a su padecimiento”.
Otro subtema que se agrega al entramado de conflictos en Querido Evan es el de la incomunicación. Al respecto Meyer opina: “la obra es muy real, todos los vínculos familiares son muy reales; cuentan muy bien la incomunicación de los padres con sus hijos. Más allá de la obra, eso es algo que en el mundo de hoy sucede todo el tiempo y eso perjudica tantos a los hijos como a los padres, bah, a las familias enteras. Por eso el tema de la comunicación es clave en Querido Evan, la obra nos enseña que tenemos que aprender a comunicarnos”.
Para Sebastián Irigo resulta paradójico que esto ocurra “en una época de híper comunicación, o, mejor dicho, de híper contacto”; y prosigue: “una de las mayores virtudes que tiene la obra es que atraviesa dos universos que muy pocas veces en el teatro son vaso comunicantes entre sí: el universo adolescente, con el abismo que significa asomarse a la vida y el nivel de exigencia de la realidad virtual que hoy acompaña a la realidad tangible y cotidiana. Muchas veces esto genera mayor soledad porque el adolescente no sólo siente que tiene que ser aceptado en la vida real sino también en la virtual. Y por otro lado está el mundo adulto, el de los padres, que no sólo tienen que ocuparse de sus hijos y estar muy atentos a sus necesidades, sino también hacerse cargo de todo lo que corresponde al llevar adelante una casa y una familia. Esta doble exigencia de los adultos hace que se generen ciertas distancias y, así, ambas partes terminan lastimadas y en soledad”.
Esto es lo que le ocurre concretamente a Heidi, la madre de Evan, que se encuentra tironeada entre ser una presencia activa en la vida de su hijo y cumplir con las demandas laborales, cada vez mayores en una sociedad que no da tregua a las familias monomarentales, que la mantienen muchas horas al día alejada de su casa y de la vida de su hijo. “Por eso –concluye Zenko– queremos que vengan a ver Querido Evan familias enteras, padres, madres, hijos, abuelos y tíos. La obra, además de entretener, puede ayudar a cicatrizar heridas y a comprendernos más como seres humanos, como habitantes de una misma sociedad, que pide a gritos ser mejorada. Todos, de alguna u otra manera, se van a sentir identificados y saldrán del teatro reflexionando”.
La sociedad, los artistas y la salud mental
Un tema ineludible es interrogarse acerca si la sociedad argentina es empática con quienes sufren trastornos mentales. “A nivel popular no se sabe mucho sobre ellos y además no se habla”, toma la posta Zenko. “Por ejemplo, cuando uno afirma que tuvo ataques de pánico te miran raro, pero no por prejuicio sino por desconocimiento. A mí me sucedió cuando falleció mi mamá en 2016; sentí literalmente que me moría, debido a accesos de taquicardia o problemas de ansiedad”. Meyer, sin embargo, percibe que este panorama ha ido cambiando, sobre todo para los más jóvenes. “Hay mucha apertura y a nadie se lo señala si va a terapia. A esta altura me hace más ruido el que no hace terapia que el que la hace. Yo escucho mucho entre mis amigos y amigas que tienen ataques de ansiedad, que los trabajan con su psicólogo y no tienen rollo si deben pasar también por un psiquiatra. Esto señalaría que hoy hay mucha más conciencia sobre todas estas afecciones que hace 10 años”, razona. Por último, Irigo opta por una posición intermedia. “No sé si es empática nuestra sociedad y además me parece que hay mucha confusión con respecto a los términos que provienen de la psicología y que se han incorporado al lenguaje cotidiano. Cualquiera dice ‘estoy ansioso’, ‘estoy deprimido’ y así se terminan banalizando ciertos conceptos que requieren de otro tipo de atención. Entonces hay una distorsión entre lo discursivo, lo real y la manera en que se puede ayudar a quienes atraviesan en serio un momento así. Y así es difícil tomar conciencia del nivel de ayuda que requiere una persona”. “Que no siempre es a través de una pastilla”, aclara la cantante”; a lo que el director suma: “Hoy el don de escuchar es uno de los que más cotiza”.
PARA AGENDAR
Querido Evan
Dirección: Sebastián Irigo. Con Julia Zenko, Máximo Meyer, Laura Conforte, Fabio Aste, Guido Balzaretti, Franco Valerga, Rochi Hernández, Mariano Condoluci, Mariel Percossi. Teatro Metropolitan Sura, Corrientes 1343. Funciones (desde el 5 de mayo): Jueves, a las 20.30; viernes, a las 20; sábados, a las 19.30 y a las 22.30; y domingos, a las 20. Entradas: por Plateanet o en la boletería del teatro.
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