
Puro juego teatral al estilo de Molière
Esta noche estrena en el San Martín Las mujeres sabias , con dirección de Willy Landin
Cualquiera que haya visto alguna de las puestas en escena de Willy Landin en el Colón puede darse una idea de por dónde anda o hacia dónde apunta la cabeza de este régisseur. Con sólo recordar una de ellas -más precisamente la de la ópera bufa El barbero de Sevilla, que montó en 2005- alcanza para imaginar por qué Kive Staiff le ofreció meterse en el mundo de Molière a través de Las mujeres sabias , pieza con la que esta noche debutará como director en el San Martín. Vale la aclaración ya que, en realidad, este egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón se dedicó al teatro liso y llano mucho antes que al lírico y, de hecho, lo sigue haciendo, sólo que últimamente pisa más escenarios extranjeros que nacionales.
El manejo aceitado de la mecánica del gag, cierto reacomodamiento de los tiempos que, sin embargo, no alteraron la esencia de la obra fueron las claves de esa puesta rossiniana que tuvo tantos aplausos como abucheos. Unos provenían de quienes adhirieron a su mirada socarrona, divertida y lúdica, y los otros, de quienes esperaban una puesta más tradicional y conocida. Esa mirada bufonesca debe de haber sido de la que Staiff -quien indudablemente estuvo entre quienes propiciaban el aplauso- se quedó prendado como para invitarlo a participar de la temporada teatral (ya habían existido algunos acercamientos, pero recién con esta producción cerraron filas). Así que ajustes más, ajustes menos, Landin aceptó gustoso meterse con Las mujeres sabias, de Molière, pero desde la entraña misma, desde la traducción. Entre las existentes, ninguna lo satisfacía, por lo que se atrevió a pedir que se la den a él, y como le dijeron que sí, también pidió la escenografía, y también se la dieron. El hombre, feliz.
Pero con tantas herramientas a la mano su objetivo no era, como se podría imaginar, extrapolar la historia a otro tiempo, a otro espacio. Por el contrario, así Landin se quería asegurar poder mantener a sus mujeres en el siglo XVII, en el que Molière pintó ese mundo pretencioso, hipócrita y arrogante para reírse de él, para dejar al descubierto a literatos petulantes y artificiosos, y a las damas de la corte tan obsesionadas por la moda como por los últimos avances de la ciencia, que apenas lograban entender. Es que este régisseur no concibe pensar una puesta sin dialogar directamente con el marco escenográfico, para él es una unidad que se le presenta en forma de imágenes, por lo que se le hace imposible delegarlas en otro, tan es así que recién en los últimos ensayos el mismo elenco terminó de entender algunas de las ideas de puesta que el director les traía. "Es como cuando uno cocina: se preparan los ingredientes por separado y recién antes de servir unís todo para presentarlos", compara.
Willy Landin no sólo les retacea algo de información a sus actores, cantantes y músicos, sino que también lo hace con esta cronista; prefiere el impacto de la sorpresa a contar o mostrar detalles. Se guarda para el estreno de lo que sí define como un gran espectáculo. "Es grande en volumen; me permití cosas que siempre me imaginé en un teatro de esta envergadura, por lo que vino muy bien que el San Martín haya aceptado el auspicio privado que cerró con un banco", sigue el director.
Risa temeraria
Molière decía: "Corrige las costumbres riendo", y más allá de que si Landin pretende o no corregir costumbres, sí deja claro que lo que quiere, con el autor de la obra, es hacer reír. Para eso apeló no sólo a la verba infalible del dramaturgo francés o a su propio pasado cercano al Clú de Claun o a sus estudios con Cristina Moreira, sino a un elenco que, de punta a punta, juega a su favor.
"Son muchos y me muero de vergüenza de no mencionar a todos, porque son una maravilla. Desde Graciela Araujo, que, sin dudas, parece la más joven de todo el elenco, o Tony Lestingi, con quien compartimos códigos y basta mirarnos para saber dónde va el remate de un gag... Estoy feliz con el grupo que hemos armado, con un espíritu de compañía muy similar al que tenía el propio Molière; resultó un mix interesante entre gente nueva que surgió de un casting con otra que invitó el teatro, con músicos, bailarines y cantantes", se entusiasma. Además de los mencionados, el elenco está integrado por Rita Terranova, Luis Campos, Sebastián Rosso, Verónica Pelaccini, Gimena Riestra, Sebastián Suñé, María Luz Morteo, José Márquez, Hernán Boglione y Guido Bonacossa, entre otros.
"Lejos está esta obra de lo que una lectura superficial pueda marcar como machista. De la misma manera que Molière se ríe de estas mujeres banales e impostadas, lo hace de cualquier otro grupo que ostente poder: la iglesia, la burguesía, quien se le ponga delante, de hecho por eso muchas veces tuvo que sufrir ciertas censuras, prohibiciones y escarnios -explica-. Molière se animaba a ridiculizar a partir de temas como la edad, la infidelidad, el saber pretencioso, pero no se puede hacer una lectura machista o feminista del 1700, no era lo mismo que ahora."
Por eso, más allá de usar de agudos planteos intelectualizantes, Landin usó toda su intelectualidad en función de la risa, una temeraria y poderosa. "Esto es puro juego teatral con una fuerte crítica a la sociedad burguesa de entonces que puede cuadrar a la perfección con la actual, pero eso quedará en quien lo mire", concluye.
Para agendar
Las mujeres sabias, de Molière, con dirección de Willy Landin.
Sala Martín Coronado, del San Martín, Corrientes 1530. Desde hoy, a las 20. Miércoles a domingos, a las 20. De 15 a 20 pesos.