Proyecto Garland: un grito desesperado con resonancias que van más allá de la gran Judy
El ideario en torno a la figura de la actriz y cantante norteamericana permite pensar en zozobras, abusos y flagelaciones con una gran actuación de Marina Munilla y una puesta en escena poética y minuciosa de Gerardo Grillea
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Proyecto Garland. Dramaturgia: Marina Munilla y Gerardo Grillea. Letras de canciones: Marina Munilla. Dirección: Gerardo Grillea. Intérpretes: Marina Munilla, Gastón Biagioni y Leonardo Murúa. Voces en off: Rita Terranova y Osmar Núñez. Música original: Gustavo García Mendy. Diseño lumínico: Adrián Grimozzi. Diseño escenográfico: Gerardo Grillea. Vestuario: Marina Munilla y Gerardo Grillea. Diseño de maquillaje: Aylén Perossi. Producción ejecutiva: Cristina Sisca. Sala: No Avestruz (Humboldt 1857). Funciones: los domingos, a las 20. Duración: 90 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Proyecto Garland es un grito desesperado. Esquirlas para la reconstrucción de una vida. La pieza, escrita por Marina Munilla -también protagonista del material- y Gerardo Grillea -director de la propuesta- va y viene en el tiempo para reconstruir un camino donde las esquirlas de la niñez arrebatada definieron rumbos, profundas frustraciones, dolores jamás sanados.
No se trata ni de una biografía convencional ni de una biopic escénica. Aquí el planteo es más profundo y va en busca de las resonancias de la historia de una celebridad para pensar algunas cuestiones en torno a las infancias vulneradas y el arrebato de derechos, y adulteces flageladas, marcadas por las adicciones y la violencia de género. Aún en ese sombrío universo, pincelas de un humor sórdido y la música, como emergentes antes del naufragio.
Judy Garland -icónica intérprete de Dorothy en El mago de Oz y ganadora de un premio Oscar juvenil- es el aura que sobrevuela, la imagen arraigada en el inconsciente colectivo para poder decir más allá de lo anecdótico de la histórica figura muerta en 1969, a sus 47 años, víctima de la sobredosis de barbitúricos y dejando en su hija Liza Minnelli el legado de la excelencia artística.
Garland es minuciosamente interpretada por Marina Munilla, actriz que ya ha dado sobradas muestras de su potencial interpretativo en obras como Golda Meir, cuestión de Estado, en torno al ideario de la líder israelí. Nuevamente Munilla apela a las capas más profundas del personaje escogido para hacer aflorar las turbulencias más impiadosas en torno a una vida fragmentada. La actriz hace aflorar la humanidad de su personaje.
Gerardo Grillea, además de ser un gran director de actores, es un puestista que siembra el espacio de simbolismos multiplicados. Aquí, el universo de Garland tiene como columna vertebral a una suerte de bañadera desde donde el personaje trata de emerger una y otra vez, hasta no lograrlo más.
Lo vincular, en todas sus posibilidades, ha sido un camino trunco y demacrado para Garland. En esta mirada lúcida, Gastón Biagioni -como el empresario y tercer marido, Sid Luft- y Leonardo Murúa -componiendo al doctor Kupper-, encarnizan las figuras masculinas que fueron protección, tormento y acecho para la actriz y cantante de mil amores y muchas traiciones. Las voces de Rita Terranova y Osmar Núñez, como la madre y el productor de la estrella, aparecen como omnipresencias espectrales.
Proyecto Garland se ancla en el rigor por sus protagonistas y en un director que va en busca de los caminos sin atajos para encontrar nuevas dimensiones de aquello que se esconde detrás de lo ya conocido.
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