Potente labor interpretativa que estalla en escena
Socavón
Autor: Luis Cano/ intérprete: Nacho de Santis/ escenografía y vestuario: Rodrigo Pascual/ sonido: Nicolás Schneerson/ luces: Leo Kreimer/ asistencia de dirección: Maru Belli/ dirección: Leo Kreimer/ sala: Nün Teatro Bar, Ramírez de Velazco 419/ funciones: viernes, a las 21/ duración: 60 minutos/ Nuestra opinión: muy buena
Estrenada a fines de la década del 90 en el Centro Cultural Ricardo Rojas, la pieza Socavón, de Luis Cano, se repuso en varias oportunidades y en versiones muy diferentes. Un texto oscuro que intenta desentrañar el asesinato de la mujer del protagonista. El hombre, en este caso un carpintero, construye un objeto de madera muy lentamente y, entre cada secuencia de su trabajo, narra aspectos de su vida. Lo hace desordenadamente. Por momentos expresa violencia a la hora de describir algunos acontecimientos.
Él habla y su registro vocal se modifica. De su cuerpo parecerían escapar otros seres que, a su turno, irán completando un discurso siempre enrarecido por una tensión que se agrava con el paso del tiempo. El hombre está alienado, sus manos continuamente están en movimiento: lijan la madera, arman una estructura que en un comienzo se asemeja al marco de una puerta por la que podría escapar acosado por tanta presión que lo desdibuja.
Su mujer fue asesinada con un cuchillo, dice que la encontró tirada en el piso, también explica que había ido a la ferretería a comprar un cuchillo. El hombre narra en secuencias breves. No comprende muy bien los hechos que describe, tampoco a los vecinos que le hacen preguntas sobre lo sucedido. La acción progresa de manera caótica, pero dejando un insostenible grado de angustia en quien observa.
El director Leo Kreimer logra dar forma a una experiencia asfixiante que durante sesenta minutos retiene la atención del espectador y lo conduce por un camino sombrío que propone más dudas que certezas. Kreimer ubica al protagonista en una carpintería y eso le posibilita mayores definiciones a la hora de, por lo menos, asignarle una ocupación. La misma que lo llevará a una resolución inesperada.
Nacho de Santis se pone en la piel de ese ser atormentado con una seguridad conmovedora. Juega a fondo con las contradicciones del personaje y logra exponerlo de manera muy acabada. Cada palabra del texto golpea una parte de su cuerpo y su voz se modifica dándole otra dimensión al relato. El actor se mueve en el espacio con mucha tranquilidad y encuentra en ciertos sectores el centro desde donde potenciar aspectos de su conducta (un pequeño banquito, cerca de una puerta, en su mesa de trabajo o simplemente escuchando una radio).
Esta versión de Socavón devela de manera muy creativa y con potencia la riqueza de una material dramatúrgico que, verdaderamente, necesita estallar en el espacio escénico.
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