Pieza para piano, mujer, público y orquesta
La directora Mariana Obersztern presenta Oberek, una experiencia que cruza distintos lenguajes
Reconoce que no es muy propensa a las historias y que ellas se arman solas durante sus procesos de trabajo. No la inquieta desconocer el rumbo que puede tomar una de sus investigaciones escénicas. Por el contrario, sabe que en el devenir del ensayo la obra que está buscando se va a develar de manera inesperada. La dramaturga y directora Mariana Obersztern lo explica con mucha tranquilidad en el intervalo de un ensayo en el teatro Sarmiento, en donde presenta Oberek, un bemol mayor. Pieza para piano, mujer, público y orquesta, es una experiencia compleja que combina elementos que provienen del teatro, la música y el campo audiovisual.
La autora de exquisitas experiencias, como Lengua madre sobre fondo blanco, El aire alrededor, Inspiratio o Kantor, asegura que a la hora de construir un espectáculo parte de alguna situación personal o la de un actor o personaje y, cuando comienza a trabajar, la obra se va expandiendo y adquiere una forma que la atrapa. En el caso de Oberek, el punto de partida fue una imagen, la de una orquesta. A Obersztern le gustan mucho las orquestas. No sólo escucharlas, sino además verlas. Siente que la energía que circula entre los músicos tiene un sesgo de teatralidad que le promueve mucha expectación. "Hay algo muy interesante en ese lugar en el que no entra el habla -explica-; todo empieza a correr a través de la precisión del cuerpo y de las manos. Los músicos están acostumbrados a ese rictus elegante que lleva todo hacia adentro, se condensa y sale a través del sonido."
Cuando su imaginario se fue ampliando comenzó a buscar una palabra que la ayudara a definir la experiencia que iba a construir. Encontró réquiem, pavana, pero le resultaban expresiones muy divulgadas. Hasta que llegó oberek, una forma musical relacionada con la danza polaca. Y ahí pareció cerrarse un círculo muy atractivo. Oberek cuenta con composición musical de Ulises Conti y el elenco está integrado por María Zubiri, Adriana Aizenberg, José María Marcos, Eugenio Estela y Tomás Fernández Castaño. "Cuando la voy armando, escribiendo, incluso ensayando, la pieza va expandiendo sus terminales nerviosas y hasta va apareciendo alguna ruta argumental. No la estoy previendo o manipulando desde el principio. Es como si estuviese enfocando un objeto. Trabajo, investigo sobre él y eso irradia su propio contexto, su propio devenir. Como el teatro ocurre en el tiempo, ese mismo objeto, enfocado durante un rato, produce su derrotero. En este caso partí de una joven pianista en estado de interrogación sobre su futuro. Con muchas dudas de dirigirse hacia él. Me gusta mucho esa fricción entre la pregunta sobre el tiempo y un asunto tan basado en eso como es la música, que, además, es como la organización del silencio más o menos invadido por el sonido. Me fascina ver el ensayo de una orquesta. En algún momento el director corta y los instrumentos quedan girando en falso. Siguen sonando y a veces de manera magnífica. Siempre me pregunté por qué un músico no hace una obra con eso residual del defecto", analiza.
-¿Esta forma de trabajo te obliga a estar muy atenta a lo que va surgiendo?
-A estar muy en contacto con el presente de lo que estoy haciendo. Me obliga y, al mismo tiempo, me permite eso. Esa situación es muy agradable. Poder estar ahí, en diálogo con los materiales y sentir que no tengo duda, por ejemplo, con una hipotética historia que tuviera que empezar y terminar de tal o cual manera. Me permito estar en una relación sensible con los materiales y dialogar. Conducirlos y dejarme conducir. Tengo debilidad por la materia, incluidos los actores. Me gusta mucho la mezcla de los actores con las cosas. Es algo que no dejo de investigar. Veo un actor y un objeto y siento que ahí hay algo, por contraste o paridad, que me da ganas de indagar.
-¿No te genera incertidumbre, miedo, transitar un camino desconocido?
-No diría miedo. Tengo la sensación de que el trabajo artístico es muy agresivo. Cuando uno elige dar un paso hacia algo necesita un monto alto de energía. En un lugar que tiene tanta precisión y pasión, justamente el miedo no está presente. Siento curiosidad. Siempre tengo la sensación de que con este tipo de búsquedas me doy mis propios gustos, entonces siento que no puedo pedir nada. No estoy tratando de agradar.
-En Inspiratio los actores te aportaron algo del procedimiento que después pusiste en marcha. ¿Cómo se originó Kantor?
-Inspiratio fue una puesta muy difícil de hacer. Julieta Vallina, Leticia Mazur y Agustín Rittano estaban reuniéndose y trabajando algunas ideas y me llamaron. Cuando vi lo que producían, sentí que era lo que tenía ganas de hacer. Un procedimiento de cambio, de reemplazos de cuerpos. Me fui a mi casa con esas imágenes y me puse a escribir con fragor. Es un texto bastante abigarrado. El lenguaje y lo emocional están adelante. Me interesó esa ecualización. Yo misma no sabía hacia adónde me iba a conducir. Me gustó mucho esa obra. Kantor fue un viaje. No estaba en mis planes hacerla. Me convocaron y eso me produjo un impacto muy grande. Ver los espectáculos de Tadeusz Kantor en los años 80 fue un cataclismo. Cuando ves algo muy poderoso estéticamente quedas alimentado con eso durante mucho tiempo. La vida de Kantor la tenía en su propio cuerpo. Los judíos la pasaron muy mal y eso no llegaba a las palabras, quedaba impreso en el cuerpo y muy activo. Cuando me metí en Kantor empezó a aparecer ese ronroneo. Empezás a dejar hablar las cosas y las cosas hablan. ¿Será eso el oficio?
-Kantor fue muy determinante en la creación de una generación de teatristas argentinos. Marcó una época en el exterior y también en nuestro país. ¿Cómo te ves dentro de esta época?
-No pienso mucho en eso. El estar en la cosa te va configurando un modo de estar en ella. A qué le prestas atención, a qué no. En mi caso, en el momento de trabajar, presto atención a intuiciones sensoriales o estéticas, a las ganas del momento. No especulo sobre qué es lo mejor.
Oberek, un bemol mayor...
Dirección de Mariana Obersztern
Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715
Funciones, jueves a sábados, a las 20.30; domingos, a las 19.30.
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