Personas lugares y cosas: retrato de un caos emocional y físico
Con algunos pasos en falso y recursos escénicos que caen en el exceso, la buena actuación de Florencia Otero rescata la versión local de esta obra, creada por el inglés Duncan Macmillan, sobre una actriz en recuperación por adicciones
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Autor: Duncan Macmillan. Dirección: Julio Panno. Intérpretes: Florencia Otero, Beatriz Spelzini, Carlos Kaspar, Nelson Rueda, Coni Marino, Gabriel Rovito, Santiago Racca, María Latzina, Estefanía D’Anna, Roco Sáenz, Fiore Provenzano y Marina Artigas. Vestuario: Alejandra Robotti. Escenografía: Florencia Tutusaus Iluminación: Adrián Grimozzi. Música: Nahuel Horacio Martínez. Coreografía: Gustavo Carrizo. Audiovisual: Diego “Rosca” Rozek. Sala: Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715). Funciones: miércoles a sábados a las 20. Duración: 120 minutos. Nuestra opinión: buena.
Una adicta discute con su médica en una clínica de rehabilitación. Le dice: “Necesito que estés a mi altura intelectual” y le reclama un poco de honestidad respecto de las condiciones del mundo y de por qué no es tan insólito que una persona decida autodestruirse en una sociedad que se aniquila a sí misma, a cada momento. “Ahora mismo hay miles de personas que mueren en guerras, y nosotros acá buscando el trauma que nos llevó a consumir”. De este tipo de discursos, entre la plena conciencia y la arrogancia y soberbia que vienen de la mano del consumo de drogas, transita este personaje en su complejo proceso de desintoxicación que es el eje del espectáculo Personas, lugares & cosas, el último estreno en el Teatro Sarmiento, del Complejo Teatral de Buenos Aires.
Se trata de la segunda obra estrenada en Buenos Aires del autor Duncan Macmillan, un joven dramaturgo inglés, también autor de Las cosas maravillosas, un espectáculo que se hace desde 2022 en el circuito comercial porteño y que incluye una valorada participación del público. Las adicciones, la depresión y el suicidio son las temáticas con las que trabaja este escritor, desde un lenguaje que busca ir desde lo conmovedor hasta lo cínico y duro, todo al mismo tiempo. El último estreno cuenta con la dirección de Julio Panno y la actuación protagónica de Florencia Otero y un elenco de reconocidos artistas, como Beatriz Spelzini, Carlos Kaspar y Nelson Rueda, entre otros. Una novedad para esta pieza es que algunos de sus intérpretes fueron elegidos en audiciones abiertas, algo poco frecuente en los espacios públicos.
Personas, lugares & cosas es un espectáculo ambicioso, que quiere hacer muchas cosas al mismo tiempo. Desde el punto de vista de la dramaturgia, la obra se construye como episodios: la vida de esta chica fuera de rehabilitación, una actriz con una carrera en ascenso hasta que cae en el consumo de drogas, las entrevistas con la doctora, los encuentros en los grupos de terapia comunitaria, la vuelta al hogar. En esos momentos, el discurso de este personaje oscila entre citar textos célebres del teatro universal (aparecen Chéjov, Shakespeare, Ibsen, Williams), referencias al pensamiento filosófico de Foucault, teorías sobre la posmodernidad y frases más emocionales y contundentes: “No somos defectuosos, el mundo se fue a la mierda”. El texto tiene grandes momentos y otros en los que se vuelve, como el mismo personaje de la obra, soberbio y reiterativo. Pero retrata con claridad y potencia el caos emocional y físico al que llevan las adicciones y puede interpelar a cualquier persona que haya pasado por algo similar, desde una lectura contemporánea y emocional, que es muy valiosa.
La puesta en escena se suma a los excesos del espectáculo y a esta intención de querer hacerlo todo. Teatro representacional y performático, momentos realistas e interacciones con el público, hasta un punto que no hay una línea de lectura posible. Un grupo de espectadores (no serán más de 20) son ubicados arriba del escenario. Esto es algo que ya se ha probado en otros espectáculos, pero como gesto tiene que tener un sentido: ¿Por qué están ahí? ¿Se justifica en términos dramáticos? ¿Ven algo diferente a lo que observa el resto del público en las butacas? Nada de eso. Simplemente están, se lo quiere mostrar como una innovación y la realidad es que esas personas, que todo el tiempo serán observadas por el resto del público, verán durante gran parte de la obra las espaldas de los artistas, sobre todo en el monólogo final, de lo más lindo de esta pieza, que no considera esa audiencia para nada.
Segundo gesto de intentar la participación del público: un falso intervalo en el cual los artistas empiezan a bailar y le piden al público palmas. Al fondo de la sala, iluminan a un DJ que empieza a poner música muy fuerte y se invita a algunos espectadores a subir al escenario. ¿Una intención rupturista? ¿Los espectadores son más lúcidos, más reflexivos y están más “despiertos” si empiezan a moverse y a acatar las instrucciones de aplaudir como lo pide un animador de una fiesta de 15 cuando fomenta las palmas, mientras los mozos entran con sus bandejas? Todo el despliegue fragmentario de escenas que funcionan como la radiografía de una mujer adicta, toda la profundidad que puede intentar la puesta y el compromiso de los artistas; se desdibujan en estos intentos forzados que contribuyen a la alienación, más que a despertar conciencias. “Vivimos en un mundo en el que convive la receta de un lemon pie con imágenes de decapitaciones”, dice Emma, la protagonista de esta historia, y es como si la obra estuviese hablando de sí misma.
Entre momentos de alto vuelo dramático y textual, con unas proyecciones que colaboran al desdoblamiento y el caos en el que vive la protagonista y las falsas provocaciones al público, Personas, lugares & cosas es un espectáculo que no pasará inadvertido en la cartelera porteña. Para los amantes del teatro, generará muchos puntos de discusión y controversia: bienvenido ese debate en tiempos de indiferencia. Sí es muy probable que haya un punto de consenso: la actuación de Florencia Otero, de una profunda entrega emocional, cargada de matices, de humor, gestualidad y conexión, con una gran fuerza para marcar el deterioro corporal, es de los grandes valores de esta obra.
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