Personaje. Romina Richi: “Es tiempo de dirigir y de tomar iniciativas sin esperar a que me llamen”
Dirige No te vayas con amor o sin él, obra de Norman Briski; habla de su último documental y de su próxima película sobre una ópera
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Miedo. En esa sola palabra Romina Richi –devenida directora teatral– define No te vayas con amor o sin él, la obra de Norman Briski protagonizada por Leonora Balcarce y Lucila Mangone que estrena mañana, en el Paseo La Plaza. Pero aunque utilice enfáticamente el término, solo aplica para la puesta teatral. No es precisamente el miedo lo que la caracteriza: antes que eso, se diría que se encuentra en una etapa luminosa. A comienzos de julio estrenó su largo documental Fantarias, que tuvo su génesis antes de la pandemia a partir de un viaje a París en el que descubrió el universo creativo del director Alfredo Arias. Tras esa experiencia fílmica rodó Las chinas, basada en una ópera de Christoph Gluck, en el que aborda tópicos como la representación teatral y el empoderamiento femenino. Protagonizada por figuras como Dolores Fonzi, Leonora Balcarce, Julieta Cardinali y Guillermo Pfening, espera su momento para ser exhibida en pantalla grande.
Por si acaso, Romina Richi aclara que son las criaturas de la obra –solamente dos personajes– las que definen sus conductas a partir del miedo. No te vayas con amor o sin él pone el eje en el falso estado de bienestar que emana del vínculo entre una patrona y su empleada doméstica; el viejo mecanismo circular del amo y el esclavo, donde se pone el juego la dependencia afectiva y económica. “El texto plantea la lucha de clases –describe Richi, alejada transitoriamente de los ensayos, en un momento de descanso en el Four Seasons Hotel–. ¿Quién necesita más a quién, el empleado o el empleador? ¿Y qué ocurre cuando se invierten los roles? ¿Y cuando el vínculo está atravesado por el cariño, lo que hace más compleja todavía la diferencia? Esos planteos son los que más inquietan. Los que atraviesan y paralizan a los personajes por el miedo. Miedo a la soledad, a ser libre, a jugar el rol que uno verdaderamente desea aunque tenga que cambiar”.
–¿En qué circunstancias descubriste el texto de Norman Briski?
–Fue hace muchos años, en sus clases de teatro. Al estar muy cerca del maestro empecé a descubrir sus obras. Son reveladoras, profundas. A tal punto que pensé en otro de sus textos para dirigir. Pero de un día para otro opté por No te vayas con amor o sin él. Y me lancé.
–Al igual que vos, Briski es actor, director y dramaturgo. ¿Tuvo alguna influencia o participación en la puesta?
–Me acompañó a los ensayos y está cerca. Pero más de una vez le comenté lo que haría –me parece importante su mirada– y no se metió. Si bien provengo de su escuela, si me da la obra es porque confía. Y siento que la estoy cuidando mucho. Interviene con su voz en off.
–¿Qué te impulsa a pensarte como directora, más allá de tu rol como actriz?
–Mi tarea como directora empezó hace muchos años: tengo realizados ocho cortometrajes y algunas puestas teatrales breves. Además soy directora de ópera recibida en el Teatro Colón. Posiblemente no haya estado tan expuesta hasta ahora, pero siento que este es el momento de mostrarlo.
–Aunque no es este el caso, también desarrollás tus propios textos. ¿Cómo surgen?
–Desde hace mucho tiempo pienso en imágenes. Son fantasías que empecé a tener a partir de historias propias, sucesos, escenas. Eso me llevó a querer armar una narrativa propia. Busqué expresarla de distintas formas: empecé pintando y después me fui a la fotografía. Hasta que vi esas fotos en su conjunto y entendí que pedían armar una historia distinta.
–¿Pensás en el espectador en el momento de la creación?
–Siempre: en esos relatos hay que encontrar un punto en común con alguien. Me gusta pensar que esas imágenes puedan ser plasmadas para que sean compartidas. No las podría imaginar como algo íntimo: si fuera así, mejor me quedo en mi casa.
–¿Compite el rol de actriz con el de directora?
–Lo complementa. Dirigir me da más armas para encarar un papel, así como ser actriz permite hacerme entender con más claridad como directora. Eso sí: cuando actúo, nunca interfiero con mis opiniones. Respeto mucho los roles.
–¿Cómo atravesaste creativamente la pandemia?
–Me encerré, estudié, rendí doce materias que me quedaban pendientes de la carrera de directora de ópera, hice Las chinas como tesis final y aprobé. ¡Nos encerramos en casa para ensayar hasta terminar la película! Laboralmente, la pandemia fue muy creativa.
–¿Tuviste que superar alguna crisis durante el confinamiento?
–No me reconozco haber atravesado crisis: en cambio, tuve momentos de incertidumbre. Como actriz, hubo etapas donde esperaba ser llamada y eso no ocurría. O me llamaban para representar determinado rol porque en ese papel yo ya había funcionado. Por eso inicié otra búsqueda: empecé a escribir mis propios textos, a hacer lo que tenía ganas y tomar mis propias iniciativas, sin esperar a ser llamada.
–En Fantarias dice Alfredo Arias: “el escenario es una página en blanco y yo la estoy escribiendo”. Cuando te ves frente a un proyecto y está la página en blanco, ¿hacia dónde elegís ir?
–Es tal como dice él. En el cine documental la página la escribís cuando terminás de rodar, durante el proceso del montaje. En el teatro, hay una diferencia importante entre tu propia obra y la de otro. En este caso, estás más pendiente de lo que quiso interpretar el autor y, a la vez, ponerle lo que ves en ello.
–O sea que no te paraliza el miedo a la página en blanco.
–No es mi caso. Me siento muy libre y activa. En esos días no tengo tiempo para el descanso: de lunes a viernes ensayamos la obra hasta el momento del estreno. De jueves a domingos, trabajo como actriz en Sex. Por otra parte, abrí mi propia productora teatral con un excompañero de escuela con quien nos reencontramos. Y estamos planificando montar textos propios. ¡Soy un pulpo! Todo lo hago con pasión y me divierto. No hay margen para detenerme por el miedo.
Para agendar
No te vayas con amor o sin él
De Norman Briski
Viernes y sábados, a las 19.
Paseo La Plaza, Corrientes 1660.
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