Personaje. ¿Quién es Diego Rinaldi, el director que eligen las grandes actrices?
Es uno de los directores más prolíficos de la escena comercial. Empezó siendo “un chico Muscari” y hoy es al que todas las actrices le dicen que sí, entre ellas Patricia Palmer, Esther Goris, Cecilia Dopazo y Cristina Alberó.
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Aunque cultiva un bajo perfil y no hace alarde de sus logros, Diego Rinaldi es uno de los directores más prolíficos de la escena comercial actual. Esta temporada llegó a tener en cartel cuatro espectáculos: Radojka, Despojo, Ampelman y El mundo de Hansel y Gretel, todos en el Teatro Picadilly, la acogedora sala de la avenida Corrientes al 1500 a la que califica como su casa (y en la que los lunes y martes brinda clases de actuación junto a Georgina Barbarossa). Hoy también co-dirige Frenético Show, una versión libre de Marathón, de Ricardo Monti, en LOA Espacio AGM, de Santa Fe. ¿Pero quién es “Muma” (como todos lo llaman en el medio), en quien tanto confían las actrices famosas –como Patricia Palmer y Esther Goris– a la hora de protagonizar sus proyectos innovadores y arriesgados?
Es santafesino, de Santo Tomé, y egresó a los 21 años de la Escuela Provincial de Teatro, con una tecnicatura en actuación y dirección. Había tomado la decisión de dedicarse a las artes escénicas ya a los 15 años, cuando vio por primera vez Drácula, en una de las tantas giras que el musical de Pepe Cibrián Campoy y Ángel Mahler hizo por el país, y quedó tan impactado que, con la anuencia de sus padres (y el dinero previsto originalmente para su viaje de egresados), empezó a ir los fines de semana a Buenos Aires para tomar cursos de actuación con Lorenzo Quinteros y Ana María Campoy. Sus primeros pasos profesionales fueron como docente teatral y actor, allí, en su provincia natal; hasta que en 2007, en la Fiesta Nacional del Teatro, en Río Negro, conoció a José María Muscari, quien por aquel entonces aún desarrollaba un teatro más bien alternativo. “Como pegamos buena onda, y me sentí atraído por su estética –empieza relatando Rinaldi– lo invité a Santa Fe a dirigir Cotillón, una obra sobre la catástrofe hídrica en la provincia, donde yo actuaba y producía. La pieza tomó una dimensión tan grande que luego nos fuimos de gira a España y, más tarde, hicimos funciones en Buenos Aires y terminamos recorriendo todo el país”. Después de aquella rica experiencia y, alentado por Muscari, se fue, a los 32 años, a probar suerte a la gran ciudad.
“Ya no era un niño ni tenía un cuerpo hegemónico, como para jugármela tanto como actor, pero lo hice igual y nunca me arrepentí. El primer año fue duro, todos me decían que aquí iba a ser cola de ratón, que me convenía volver a Santa Fe y ser cabeza de león”. Pero gracias a la contención “y a la amorosidad” de Muscari y de toda su familia (“porque a esta altura es como la mía, me han adoptado y su madre es como si fuera mi madre y todos los domingos almuerzo con ellos”) pude sobrevivir y llegar hasta acá. “Sin dudas José María fue un eje muy importante para lo que logré construir en todos estos años”, asegura Rinaldi, quien primero fue su asistente de dirección en varias obras (Ocho mujeres, Falladas, etcétera) y luego, también, uno de sus actores fetiches (cuando protagonizó Bollywood, en Villa Carlos Paz); hasta que se independizó y comenzó su propio camino como director. De todos modos, hoy admite su influencia y ciertas similitudes con los trabajos del enfant terrible de la escena nacional. “A José María le debo un montón, desde lo humano hasta lo artístico, no sé si hay muchas personas en este medio capaces de tanta generosidad, por eso mi agradecimiento hacia él será por siempre eterno. Hoy más que un colega es mi hermano, una persona a la que quiero mucho”, resume.
Ya inmerso en su camino artístico, “y en la búsqueda de mi propia estética”, empezó a dirigir obras de 15 minutos en Microteatro, el exitoso ciclo del circuito alternativo, con actores populares como Rodrigo Noya, Patricia Viggiano, Cristina Alberó y Florencia Torrente, a quienes no le costó nada convencerlos de que participaran. Hasta entonces sólo había dirigido en el contexto de la docencia, “donde los alumnos se convertían en actores y yo en director, a los efectos de hacer una muestra de fin de año”.
Acto seguido, sus dos primeras experiencias como director en la escena comercial fueron las obras infantiles El mundo de Oz, con Magui Bravi; y El mundo de Hansel y Gretel, con Ana Belén Beas y Rodrigo Noya. El ritmo de trabajo cambió en intensidad y resultados cuando a sus manos llegó el texto de Radojka, la comedia de los uruguayos Fernando Schmdit y Christian Ibarzabal sobre dos mujeres de mediana edad que les toca cuidar a una octogenaria de origen serbio. “Primero empecé a ensayarla con otro elenco, después vino la pandemia y todo pareció naufragar, hasta que pude retomarla. Fue decisivo que Patricia Palmer dijera que sí en cuanto la leyó, y que luego propusiera como compañera de elenco a Cecilia Dopazo. Ambas se tiraron a la pileta porque creyeron en mí y porque el proyecto les vibraba, otras actrices, a las que también había convocado me habían salido en primera instancia con eso de ‘si me sirve el dinero que me proponen lo hago, si no, no’. Entiendo el mundo comercial, que tiene que ver con los representantes, porcentajes, carteles y todo ese tipo de cosas, pero yo prefiero trabajar con actores a los que mis proyectos les vibran. Como ahora también le pasa a Esther Goris –la protagonista de Despojo, la otra comedia que alterna en el Teatro Picadilly con Radojka–. A propósito, el otro día me dijo: ‘querés tanto a los artistas que es hermoso trabajar con vos, porque cuando algo te parece que no va no dudás en decir que no, pero lo hacés siempre desde una amorosidad que no es habitual’. Y yo creo que eso sucede por mis orígenes como actor y porque desde chico tengo un romanticismo por la profesión que me sostiene, que sigo desarrollando aún trabajando en la avenida Corrientes y con grandes figuras. Yo creo que esa es mi marca en el orillo y no la quiero perder jamás”.
Radojka ya lleva dos años en cartel en el Teatro Picadilly, y a la par desarrolla una gira por las plazas teatrales más importantes del país; que el 10 de noviembre tendrá su punto cúlmine (al menos desde lo sentimental) cuando arribe a Santa Fe. “Para mí será uno de los acontecimientos más importantes de mi vida, regresar a mi provincia querida, como un director consagrado y de la mano de dos actrices tan apasionadas y entregadas a la profesión como Patricia Palmer y Cecilia Dopazo. Será un reencuentro muy emotivo con todo el mundo que alguna vez dejé atrás pero del que nunca me olvido”, asegura Rinaldi, más “Muma” que nunca, con los ojos brillosos.
Por su parte, Despojo continuará en el Picadilly hasta diciembre, pero no cree que su vínculo profesional con Esther Goris termine ahí. “Está la posibilidad de que Patricia y Esther trabajen por primera vez juntas en teatro. ¿Y a quién eligieron para dirigirlas? Obviamente que les dije que sí. No es un proyecto mío sino de ellas, pero será un placer volver a dirigirlas. Me llena de amor que confíen tanto en mí, por su dimensión como actrices y el recorrido que tienen en la profesión. Creo que reconocen en mí la pasión, el amor, el respeto por el trabajo y el cuidado hacia los actores. Es que siempre priorizo el éxito humano antes que el artístico, y no soy nada autoritario, conmigo todo se puede conversar y negociar. En ese sentido, hoy siento que su confianza es el mayor reconocimiento que puedo tener como director. Mientras me dedique a esto prometo hacer todo para honrar esa confianza”, concluye orgulloso “Muma”, no sin antes adelantar en exclusiva su próximo espectáculo para el verano (y que bien podría significar un cambio de rumbo en su carrera): “Smile, una comedia romántica sobre dos hombres, un material muy sensible y conmovedor, sin ninguna referencia obvia ni chabacana sobre la comunidad gay, para todo tipo de público”.
PARA AGENDAR:
Radojka
Con Patricia Palmer, Cecilia Dopazo y Paula Cabrero.
Teatro Picadilly, Corrientes 1524. Funciones: sábados, a las 19.15.
Despojo
Con Esther Goris, Fabio Di Tomaso, Barbie Vélez y Mauro Francisco.
Teatro Picadilly, Corrientes 1524. Funciones: viernes y sábados, a las 21
Entradas: por Plateanet
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