Hija de dos artistas consagrados -Leonor Manso y Patricio Contreras-, también es la autora de Wellness, que cruza la comedia con el thriller y el melodrama
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Equilibrio, bienestar, desarrollo pleno de nuestro potencial… Todo eso propone el wellness como objetivo. El concepto nació en los Estados Unidos en los años 50 pero se hizo verdaderamente popular en los 70, en paralelo a la explosión del hippismo y el auge de los estilos de vida alternativos. Hoy sobrevive, degradado, en ámbitos inesperados: los centros de estética, por caso. Y justamente en ese escenario devaluado se desarrolla la historia de la primera obra teatral que dirige Paloma Contreras. Actriz, hija de dos artistas talentosos y populares (Leonor Manso y Patricio Contreras), Paloma también se hizo cargo de la dramaturgia de esta pieza que cruza thriller, comedia y melodrama de la mano de cuatro mujeres a la deriva: Luli, la cosmetóloga que ya no sueña (Candelaria Molfese); Silvi, la dueña a la que no le cierran las cuentas (Malena Villa); Roxi, la socia que no supera la orfandad (Pila Viñes); y Nube, la clienta incómoda con su celebridad (Victoria Baldomir). Las protagonistas intentan sobrevivir en “un mundo que naufraga, tan berreta como exigente, y en el que apenas parece haber lugar para el amor”, explica la directora.
Wellness nació en un workshop de creación grupal que Paloma hizo con las integrantes de Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa, Laura Paredes) y también pone el foco en la precarización del trabajo femenino en ámbitos donde lo que se predica es, paradójicamente, el desarrollo del bienestar personal. “Tenía claro que no quería actuar en esta obra. Esta vez quería dirigir, estar fuera del espacio escénico. Y la verdad es que lo disfruté mucho. Me encantó el trabajo que hicimos con las actrices, el trabajo del montaje de la obra, las decisiones que tuve que tomar en relación con mi propio texto, el trabajo con la banda sonora… Todo fue muy enriquecedor”, asegura Contreras.
Wellness ya sumó una decena de funciones en el Teatro El Grito (Costa Rica 5459) a principios de este año, hizo luego un paréntesis junio por compromisos que asumieron algunas de sus actrices y vuelve ahora al Centro Cultural Recoleta, con dos funciones que se llevarán a cabo en la sala La Capilla el jueves 25 y el sábado 27 de este mes, a las 20. “Con el paso de las funciones las actrices se empezaron a adueñar de la obra, que va creciendo y cobrando vida propia. Por eso vamos a seguir. Yo lo disfruto mucho. Es un tipo de satisfacción que no conocía porque siempre estuve en escena”.
En la historia, por momentos bizarra y disparatada, “hay humor, una intriga policial y un grupo de mujeres que lucen desbordadas y un poco ridículas –puntualiza Paloma–. Te podés divertir, obvio, pero la trama trágica le da a la obra una espesura particular. Hay algo siniestro en lo que me gustaría profundizar. Quiero que a medida que sumemos funciones nos vayamos metiendo más y más en esa zona oscura”.
Empapadas del clima intenso que propone la dramaturgia de Wellness, las cuatro actrices se juegan por un tipo de actuación que la directora califica como “expandida, generosa”. En una obra caracterizada por el ritmo y la velocidad, las protagonistas tuvieron que ponerse a tono con la propuesta: “Hay una impronta marcada en relación con el tipo de actuación que elegimos, que también tiene que ver con el tipo de actriz que soy yo”, señala Contreras. “Son actrices que provienen de cuatro lugares muy distintos y que no habían trabajado nunca juntas. Male Villa, de hecho, ni siquiera había hecho teatro. Pero todas están geniales. Y las diferencias entre ellas potencian y enriquecen el trabajo”.
Con 40 años recién cumplidos, Paloma Contreras ha desarrollado una buena carrera como actriz en cine, televisión y teatro. Además cursa actualmente el segundo año de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). “Me gustan las dos cosas: actuar y escribir y dirigir -explica-. En el coloquio del año pasado uno de los docentes de la EMAD me preguntó por qué quería escribir si ya tenía una carrera como actriz. Pero yo siento que son dos tipos de expresión distintos y que entonces se ponen en juego cosas diferentes. Una cosa no inhibe ni excluye a la otra”, asevera Contreras, que no ha relegado para nada su faceta actoral: es parte del elenco de un largometraje de Sebastián De Caro protagonizado por Juan Minujín y Luciana Lopilato que pronto estrenará Netflix y también participó en la serie de Amazon Prime Barras, donde también aparecerán Gastón Pauls, Gustavo Garzón, Miguel Ángel Rodríguez, Mónica Gonzaga y el rapero Neo Pistea.
Esos dos trabajos aparecieron en el difícil contexto post pandemia, con las ruedas de la producción audiovisual volviendo a girar muy despacio. “Venimos de un par de años complicados. Que no hayamos sido esenciales para nuestros amigos los políticos progresistas fue muy fuerte. Que el mundo te diga algo así te deja un poco desorientado, honestamente. Pero también operó fuerte el deseo de los actores y las actrices para volver a trabajar, aun cuando está todo medio colapsado. Y además el teatro independiente ha sido siempre un lugar de encuentro y de resistencia”.
En ese espacio que los artistas del circuito alternativo porteño defienden a capa y espada justamente hizo pie Wellness. Y en la primera función fueron parte de la celebración dos consagrados, el padre y la madre de Paloma. “Estaban contentos, muy orgullosos –recuerda ella ahora–. Y también me aportaron cosas interesantes sobre lo que podía seguir creciendo en la obra con el paso de las funciones. Son conversaciones que tenemos históricamente, no es algo nuevo para mí. Terminé la secundaria y me anoté al ingreso del Conservatorio, pero dudaba entre eso y la carrera de Ciencias Políticas. Pero siempre estuve muy conectada con el mundo de la actuación, por obvias razones. Mis padres me mandaron al Instituto Vocacional de Arte, una escuela pública donde te enseñan música, cine y teatro fuera del horario escolar, así que yo estaba muy conectada con todo eso. Pero era muy tímida, y el hecho de que ellos fueran actores quizás funcionaba como un límite. Ingresé al Conservatorio y recuerdo de que el primer año un docente me dijo que se notaba que no tenía la decisión completamente tomada. Como que estaba medio tibia con el deseo de ser actriz. Pero fui ganando seguridad con el paso del tiempo y hoy me parece que tengo uno de los trabajos más lindos del mundo”.
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