De impactante trayectoria, sumó a su currículum la elogiada pieza Una película sin Julie, de Fernando Albinarrate, bajo la dirección de Julio Panno, sobre el legado artístico de Julie Andrews
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Entre las muchas hipótesis que complementan el abanico de teorías sobre la duda existencial de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, rige una certeza absoluta… Sea lo que sea, la vida nos propone una vuelta inevitable en una montaña rusa de emociones. Esas, que son la esencia misma del vivir, y que se van desencadenando mientras experimentamos el suceso. A medida que crecemos y nos desarrollamos, adquirimos herramientas que nos permiten procesar de distintas formas lo que nos atraviesa en ese recorrido, sin embargo, hay una etapa donde la incertidumbre predomina: la infancia.
“Una película sin Julie es una metáfora sobre los niños y jóvenes que hundimos nuestros más queridos sueños en los pozos que nos depara el camino de la existencia –expresa Lucila Gandolfo–. La ilusión y la desilusión, la valentía y el temor, el ser o no ser nutren esta bella, profunda, divertida, dolorosa y esperanzadora historia donde Julie Andrews, por presencia y por ausencia, es la coprotagonista de la cinematográfica y musical vida de Miss Catalina Loneley”. La artista argentina de impactante trayectoria, suma en su currículum el ser la protagonista de la obra teatral con autoría de Fernando Albinarrate, bajo la dirección de Julio Panno, los sábados, a las 21, en Hasta Trilce.
“Catalina Lonely es una niña que a sus seis años se vuelve fan de La novicia rebelde cuando la va a ver con sus padres, pero también de Julie Andrews, a quien cita constantemente. Esa infancia es una etapa muy feliz, sin embargo, después llega su adolescencia donde experimenta timidez e inseguridades. Es una chica muy rescatada, le gusta mucho cantar, pero lo tiene muy guardado y le empiezan a pasar cosas intensas en esa adolescencia, a sus 18 años. Le pasan cosas con sus amigas, atraviesa una situación amorosa que es bastante cercana a una intimidación o al bullying, es algo muy cruel que le sucede y eso hace que esta joven que había tenido tanta imaginación de pronto se encierre en un mundo completamente opuesto. Se cierra a todo tipo de posibilidad de amar, de vivir con felicidad y cantar, y se dedica completamente a ser maestra muy severa de inglés. Catalina lleva una vida muy distinta a lo que podría haber sido si este suceso no la hubiera metido en ese lugar, pero la vida aún le depara un giro inesperado”.
Se dice que Julie Andrews ha “criado” a una generación de artistas en todo el mundo. Participó en una gran cantidad de proyectos a lo largo de su carrera, y para hacer una referencia universal que oriente a cualquier distraído, quizá sea útil destacar entre esos papeles el personificar a Mary Poppins, en 1964. Lucila nació recién dos años después de esa película, por estas latitudes. Era el 18 de junio de 1966 y Buenos Aires la recibía como nueva integrante de un clan con origen británico, motivo por el cual más adelante su dominio del idioma inglés sería perfecto, e influiría positivamente en su carrera.
En casa se fomentaba el andar artístico, Lucila estudiaba música junto a sus dos hermanos mayores, y los tres participaban en el coro y en una banda escocesa. Incluso más atrás en ese linaje ancestral, también se encontraba ese gen mágico en otros integrantes del mismo árbol genealógico que devino en herencia. Después llegó el tiempo de recorrer los pasillos del colegio San Andrés, un sitio que, además de complementar la educación hogareña, le presentó a personas que serían clave en una vocación que ya se había gestado. Uno de esos docentes fue Peter Macfarlane. “Entró al colegio cuando yo estaba en cuarto grado, y en quinto empezó a dirigir los concerts de la escuela. Generó algo muy importante, más allá de los shows. Si no estabas arriba del escenario actuando, también había lugar para trabajar en el backstage , eso generó un gran nivel de compañerismo y una idea de trabajo. Había una metodología, había que cumplir con los horarios y estar presentes, porque somos una gran rueda y todos tenemos que hacerla girar. Eso es lo que nos dio Peter, y no solamente a mi generación, sino a muchas más posteriores. Uno a veces necesita que haya alguien que despierte esa semillita para arrancar, y tener el valor de perseguir un sueño”, recordó Gandolfo.
Los tiempos siguientes pasaron entre las tablas del amateurismo, en 1990 viajó a los Estados Unidos y audicionó en el Boston Conservatory para estudiar teatro musical durante dos temporadas. Al volver a la Argentina estrenó Broadway 2, en la calle Corrientes, de la mano de MacFarlane, su antiguo docente primario. Ese fue su debut profesional, el resto ya estaba escrito en su destino. “En Enero de 1993 empecé a hacer teatro musical, y en 1998 me gané una beca que daba el Fondo Nacional de las Artes y el British Council, y me fui a Londres para realizar un posgrado de teatro musical en la Royal Academy of Music”.
Para desgranar su trayectoria sería necesario un anexo aparte de este artículo. En televisión no le quedó canal de aire sin recorrer, e incluso traspasó las fronteras y pisó fuerte en Disney Channel al interpretar a Sharon Benson en Soy Luna, entre otros proyectos de la pantalla chica. En cine ha trabajado en producciones locales e internacionales, tanto en inglés como en español. En teatro, al día de hoy, trabajó en más de 40 obras. Además, grabó discos y ha brindado conciertos como cantante, y hasta ha participado de varios anuncios publicitarios comerciales. Y como si fuera poco en breve se estrenará Ringo, la tira de Star+ que contará la vida de Oscar Natalio Bonavena, el mítico boxeador argentino, donde Lucila interpreta a Sally Conforte, la manager del púgil. De más está decir que toda esta experiencia artística también incluyó una gran cantidad de nominaciones y premios conquistados, entre los que se encuentran un Martín Fierro, un Gardel, un Hugo y varios ACE. Épico.
“Tengo la suerte de que en mi caso la vida ha sido muy generosa, y fui muy afortunada. Todo lo que fui deseando se fue haciendo realidad, a veces no en el momento en que lo esperaba, pero sí con el tiempo. Sigo convencida de que, si uno tiene claro lo que desea, y se enfoca, a la larga llega. Y creo que este personaje que construyó Fernando Albinarrate, tiene que ver con una niña que tuvo una situación traumática en su adolescencia que la ha hecho encerrarse en sí misma, y su salvación es escuchar esos discos de Mary Poppins y La novicia rebelde”, explica.
“Julie Andrews es una de esas maravillas que quedarán en la memoria de cinéfilos y teatreros. Nos marcó para siempre, ya sea en recuerdos o vocaciones y desde lo gracioso, lo noble, lo digno, el regalo y la gratitud. Catalina nos lleva a recorrer una película especialmente escrita para Julie, quien no aceptó hacerla porque está hablada en castellano. Encontraremos canciones emblemáticas y otras compuestas originalmente; va a haber chicos, institutrices y novicias rebeldes. Puedo meterme en su piel y sentir como ella, y agradezco transitar el personaje cada noche que me toca hacerlo porque lo disfruto mucho. Me gusta meterme en su piel, y experimentar el final de la obra que demuestra que siempre hay esperanza… más allá de la edad”, finalizó Lucila Gandolfo. Y en un viaje de regreso a la infancia en pausa, aunque al oírlo decir suene enredoso, recordemos que quien lo dice con fluidez se juzga talentoso: supercalifragilisticoespialidoso.
Para agendar:
Una película sin Julie
Sábados, a las 21.
Hasta Trilce, Maza 177. Entradas por alternativateatral.com.
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