Perfil. Hernán Cuevas, un artista que se destaca tanto en el teatro como en la TV
Es un actor y director de talla baja que actúa en una obra teatral y en una serie de Netflix, pero que también escribió una obra sobre una sobreviviente del Titanic
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Es actor de cine, televisión y teatro. En breve, Hernán Cuevas estrena serie en Netflix, y actualmente se lo puede ver en escena en Babel Cocina y experimentar su dramaturgia en Violeta no se hunde, una obra que cuenta la historia de la mítica tripulante argentina del Titanic que sobrevivió a ese y otros naufragios. Las mil caras de un artista multitasking.
En la concepción del universo, las quarcks son las partículas subatómicas más pequeñas de las que se tiene registro, pero sólo por su estela, dado que no se sabe a ciencia cierta si están ahí o no. Sin embargo, su esencia deja un halo que forma parte de la sumatoria de materia poderosa que, incluso, termina gestando a la energía atómica. La fuerza no tiene limitaciones, en ninguna de sus variantes, y corre por las venas humanas en forma de voluntad.
La historia de Hernán Cuevas tiene también esa mística. Nació hace 32 años en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y luego se mudó junto a su madre y su hermana a Lanús. Siente que su vocación lo acompaña desde su nacimiento, siempre quiso ser actor. De chico, en el jardín de infantes, jugaba a la casita y hacía de padre de esa familia lúdica ficticia. Tal vez ese juego inocente era una forma de canalizar realidades ausentes, y presencias certeras. Su tribu estaba también compuesta por sus abuelos maternos, quienes desde que era chico le dieron una gran lección: “Hernán, sos diferente, pero a vos te tiene que importar más la evolución de tu interior, porque eso es lo que cuenta”, y es que entre tanta diversidad funcional corporal que abunda y nutre el mundo que habitamos, él es una persona de talla baja.
“Mi mamá también comparte esa condición conmigo, y ella la tuvo más complicada, siendo mujer en una sociedad aún más machista que la actual tuvo que lidiar con muchos prejuicios ajenos, pero siempre tuvo familiares que salieron a defenderla. Tenemos una familia super unida y eso es lo que nos hace fuertes”, destacó con orgullo.
En ese entorno además de contención y empoderamiento, también había arte, algunos cantantes… pero ningún actor. Hernán fue el primero del clan. “De chiquito veía todas las novelas de la tarde con mi abuela, de más grande veía tiras televisivas como Tiempofinal, Los simuladores o Mujeres asesinas, fue como decir... es esto, y no hay otro camino –recordó y agregó–. Me gusta jugar a ser otras personas, sobre todo en una sociedad que debido a mi contextura física solo tiende a encasillarte en un lado, por lo general relacionado al circo, a la humorada, a la humillación. Por eso creo que también profeso la actuación y dirijo y escribo para hablar de temas distintos a los que se acostumbra ver a la gente como yo, y no solo en cuanto al físico diferente sino también a otros temas que solo se tocan puertas adentro”.
Su adolescencia continuó su curso, y recién se cruzó con las etiquetas de la ignorancia cuando terminó la escuela secundaria. “Durante toda mi infancia y adolescencia no percibí tanto la discriminación. Fue después de los 19 años que entendí que la gente me miraba de forma despectiva, o rara. Cuando buscaba trabajo, cuando quería ser más activo en la sociedad. Tanto en jardín como en la escuela tuve la suerte de no sufrir bullying, en ese lugar tenía respeto igual que todos, fue una buena experiencia. Es más, me encantaba participar en los actos escolares, el primer ‘papel’ de mi vida fue protagonizar a un ciempiés en primer grado. Era un vestido de mi mamá con medias de naylon, rellenas de papel de diario, tengo memoria de eso”.
En la escuela secundaria había hecho un taller de teatro, y esa semilla educativa germinó en la inscripción en la Universidad Nacional de las Artes. “Me ayudó mucho estudiar en el conservatorio, fue una manera de aceptar mi cuerpo de la forma que es, y entender que, si la discriminación existe, es problema del otro, y no mío, porque yo me siento bien así como soy”, decretó.
El segundo año de la carrera, el destino le sacudió el tablero académico: recibió un llamado proveniente del teatro San Martin para sumarse al elenco de La vida es sueño, junto a Joaquín Furriel, Muriel Santa Ana, Patricio Contreras, Osvaldo Santoro, Lautaro Delgado, Enrique Federman, Miguel Fontes, Sebastián Rosso y Ana Yovino. La obra es un cuento filosófico sobre la incertidumbre y la fragilidad de la condición humana, autoría del poeta y dramaturgo español, Pedro Calderón de la Barca; y su reversión estaba dirigida por el célebre Calixto Bieito. “Tuvimos dos temporadas muy exitosas, aprendí muchísimo. Tenía 20 años, era muy chico, y aprendí a ser profesional de golpe. Me gusta estudiar viendo, siendo más práctico, trato de ver mucho teatro, escuchar mucho, todo es aprendizaje para esta profesión”, rememora.
El teatro nunca lo encasilló, según él, este ofrece una libertad de la cual la televisión y el cine carecen. “En esos rubros, en distintas oportunidades hice participaciones, pero relacionadas al circo. Lo bueno es que, en sintonía a los tiempos que corren, eso está cambiando. Por eso cuando me llegó la propuesta para participar de la serie División Palermo para Netflix, me alegre muchísimo”, manifestó.
La tira –próxima a estrenarse en la plataforma internacional de streaming– fue creada y dirigida por Santiago Korovsky y Diego Núñez Irigoyen. El resto del elenco protagónico está compuesto por Pilar Gamboa, Daniel Hendler y el mismo Santiago que también actúa. “Es un proyecto que me tiene muy entusiasmado, tengo un papel muy importante y la verdad me emociona mucho poder crear un personaje como el que me tocó. La serie se trata de una Guardia Urbana formada por la parte más marginal de la sociedad. Es bueno poder hablar de distintas discapacidades sin caer en lo trillado de la burla o la lástima, la historia va más allá de eso, por eso creo que División Palermo trae una nueva forma de ver las cosas”.
Hernán Cuevas es un artista multifacético, además de los proyectos mencionados con anterioridad, actualmente también se lo puede ver actuar los sábados, a las 20.30, en Babel cocina, bajo la dirección de Rita Terranova. La obra fue declarada de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación, y estará en la cartelera de El Tinglado hasta el 30 de julio. Es una comedia que propone una serie de historias de personas anónimas, retratadas en la jornada final de la huelga del servicio doméstico, que en 1888 agitó las calles de una remota aldea llamada Buenos Aires.
Y como si toda esta catarata de experiencia profesional fuera escueta, también hay que destacar que Hernán lleva casi una década forjándose como director. “Comencé a dirigir en 2013. En ese tiempo cambié mucho mi mirada, tanto al escribir como al coordinar. Me puse más introspectivo para hablar de cosas que incomodan. En 2015 escribí Los gritos no sagrados, y es por esta obra que mi compañía teatral se llama La Compañía del Grito. En esa obra traté de no buscar subtextos a la hora de contar una historia, creo que las personas debido a las redes sociales y a los estímulos que recibimos diariamente nos volvimos difíciles a la hora de expresar lo que queremos decir”, cuenta.
“Con esa obra estuvimos cuatro años y pudimos hacer funciones por fuera de Buenos Aires. Se trataba de un show de circo, usando como sátira la etiqueta constante por mi condición, donde tratábamos como farsa distintos sucesos de la última dictadura cívico militar. En esa producción me animé a actuar de payaso, para dar una imagen obvia, pero después me trasformaba en un soldado de Malvinas, en un juez y en un policía. Me acuerdo que la gente se metía mucho en la obra, y lloraba riéndose, eso me interesa buscar, que la gente realmente se ponga en el lugar del otro”.
El mismo efecto de viajar en una montaña rusa emocional también lo logra en Violeta no se hunde, obra que Cuevas actualmente dirige, y puede verse los jueves, a las 21, en la bella sala El Grito. La producción está inspirada en la historia real de Violet Jessop, una mujer argentina que sobrevivió a varios naufragios, entre ellos el del afamado transatlántico Titanic.
El relato muestra un nivel de ingenio en su concepción que roza lo mágico. La consigna es clara, hay un destino al que nadie puede esquivar y se nos presenta de entrada para marcarnos el camino. El resto de esa cuenta regresiva inevitable se la experimenta junto a las tres versiones temporales de Violet: adolescente, joven y adulta. El viaje con esa protagonista incluye el paso por sus orígenes familiares y sus primeras experiencias sociales, laborales y amorosas, en una balsa de voluntad simbólica que no se doblega ni ante los peores naufragios.
El vestuario, los efectos de luces, el sonido y la banda sonora, complementan la escenografía imaginaria que aparece y desaparece en el ir y venir prestigioso de un elenco ensamblado a la perfección, que rompe la cuarta pared, y está integrado por Jimena Betcher, Axel Bobbio, Antonella Fulco, Lucas Gentili y Julia Sarquis. “Son todos artistas que forman parte de mi compañía, y que fui conociendo a lo largo del tiempo. Me gusta trabajar en equipo para que ellos puedan crear, creo que eso es lo importante de nuestra unidad, no tengo el síndrome del director caprichoso, desde ese lado soy actor y los entiendo”, acotó Cuevas al respecto.
Al producir Violeta no se hunde, Cuevas investigó para narrar los hechos con conocimiento de causa, movilizado también por aportar una reparación histórica a la memoria de la protagonista. “Los argentinos tenemos muchos referentes masculinos en el mundo dando vueltas, Messi, Maradona, el Papa… pero no tenemos mujeres, y Violet Jessop es argentina y hay que reconocerla por su labor. Hay algo del mensaje de la obra que es parecido a mi vida, ella contra todo seguía adelante, porque tenía responsabilidades y un trabajo. Yo soy parecido, me gusta ir contra todo pronóstico, creo que eso conecta mucho con el público, siempre pareciera que tenemos todo en contra pero seguimos adelante”, explica.
“Es una obra pura de sinceridad y simpleza. El problema está en el exterior, no en Violeta. Algo parecido a lo que pasa con la sociedad y alguien distinto. Hay momentos donde tengo la guardia baja y quiero gritar ‘basta’ como ella. Pero trato de recordar a mi abuelo Rubén, quien cuando yo tenía 5 años, me subió a la mesada de la cocina y me dijo algo sin titubear: ‘Jamás dejes que te pasen por encima si no te conocen de verdad’. Esas son las cosas que te llevan a seguir, y a no hundirte”, finalizó Hernán Cuevas, un artista en constante estado de expansión.
Para agendar
Babel Cocina
Sábados, a las 20.30, en El Tinglado, Mario Bravo 948.
Violeta no se hunde
Jueves, a las 21, en el El Grito, Costa Rica, 5459.
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