Pequeños grandes momentos: relatos mínimos que apelan a la fibra íntima de la platea
Tomás Fonzi, Sabrina Garciarena, Michel Noher y Malena Sánchez confieren mayor dimensión a un material original con sus limitaciones, que combina lo lúdico con lo emocional
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Autora: Cheryl Strayed. Adaptación teatral: Nia Vardalos. Dirección: Dalia Elnecavé. Intérpretes: Tomás Fonzi, Sabrina Garciarena, Michel Noher, Malena Sánchez. Vestuario: Romina Giangreco. Escenografía: Lula Rojo. Iluminación: Ricardo Sica. Sala: Multiteatro, Corrientes 831. Funciones: lunes y martes a las 20.30. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: bueno.
Entre 2010 y 2012, la escritora y bloguera norteamericana Cheryl Strayed mantuvo un blog denominado Querida Sugar, donde recibía cartas y comentarios de diversas personas que estaban atravesando momentos difíciles. Ella fue respondiendo a cada uno de ellos, manteniendo en el anonimato su verdadero nombre. Cuando decidió darse a conocer publicó Tiny Beautiful Things: Advice on Love and Life from Dear Sugar, un libro de autoayuda que pronto se transformó en bestseller, ese anecdotario de cuestionamientos y reflexiones que fueron entramando ella y sus seguidores, sin siquiera proponérselo.
La actriz Nia Vardalos decidió realizar una versión teatral del material y así nació Pequeños grandes momentos que se estrenó en Nueva York en 2017, en la sala The Public Theatre, bajo la dirección de Thomas Kail, reconocido por su puesta en escena del multipremiado musical Hamilton. El espectáculo también tuvo su versión en México.
La experiencia local muestra a cuatro actores en escena, sentados en sus respectivas sillas, dispuestos no solo a contarnos como se produce la inserción de Sugar en ese espacio inesperado, sino que además tomarán el rol de algunos de sus consultores y, a su tiempo, se transformarán en la misma Sugar respondiendo alguna de las inquietudes de los lectores.
En la ficción se explica que ella es convocada para que se haga cargo de la sección de un medio periodístico pero se le aclara que, por esa labor, no recibirá pago alguno. Ella acepta el desafío y así inicia un intercambio ¿epistolar? con una serie de personas y porque no también “personajes” (ninguno firma con su nombre real) que le plantean sus dudas, miedos, ante determinadas situaciones que les toca vivir.
Sugar comenta que sus respuestas están apoyadas en su experiencia personal, con lo cual intenta dejar en claro que ha vivido mucho y que posee ciertos conocimientos de psicología. Sus respuestas no siempre tienen la profundidad que merecerían. Más bien, la autora es muy inteligente a la hora de encontrar en el relato de las personas alguna parte por donde ingresar a ellos desde lo emocional y hacerles ver que cada uno posee valores muy íntegros en los que deberá apoyarse para sostenerse cuando alguna cuestión adversa lo inquiete, lo incomode o lo descoloque dentro de su mundo habitual.
Las historias que se exponen (la mayoría muy breves) no siempre tienen una gran trascendencia, excepto cuando asoman temas relacionados con una violación, el bullying, el aborto, el cambio de sexo o ciertas injusticias familiares o sociales.
Como cualquier manual de autoayuda, Pequeños grandes momentos puede movilizar la atención de algunos espectadores y provocar del desinterés de otros. Básicamente porque el mensaje final no es lo suficientemente potente como para promover una reflexión, si se quiere lo suficientemente honesta, confiable.
El equipo creativo que conforman la directora Dalia Elnecavé y los actores Tomás Fonzi, Sabrina Garciarena, Michel Noher y Malena Sánchez es muy destacado. Generan una dinámica muy atractiva que posee buen ritmo y que, poco a poco, va integrando a los espectadores, porque obtienen una comunicación muy genuina con ellos.
Los intérpretes tienen muy pocas posibilidades de mostrar su potencial actoral porque el esquema de la obra no lo permite. Excepto cuando se trata de dar a conocer historias muy oscuras. Allí cierto compromiso emocional se impone y los cuatro saben muy bien como obtener buenos resultados. Como guiar el relato para que toque cierta fibra íntima de un sector de la platea.
Pequeños grande momentos es una propuesta que combina lo lúdico con lo emocional en un equilibrio bastante desparejo. Solo esos buenos intérpretes pueden aportarle una dimensión mayor a la que posee el material original.
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