El actor de Maradona, sueño bendito, entre el cuartel de bomberos, los escenarios y el set de filmación
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Ya desde su temprana infancia, Pepe Monje tenía dos cosas claras en la vida. Quería ser bombero y dedicarse a la actuación. El sueño de ser actor lo despuntó enseguida. A los 7 años sus padres lo anotaron en el Instituto Vocacional de Arte y luego continuó su formación con diferentes maestros como Roberto Villanueva, Augusto Fernández, Alejandra Boero, Franklin Caicedo, Raul Serrano, Carlos Gandolfo y Juan Carlos Corazza. Debutó en 1982 en el escenario principal del Teatro San Martín con la obra Periferia, junto a Ulises Dumont y Leonor Manso, enseguida desembarcó en la tele como integrante del elenco de Pelito, pionero entre los programas juveniles que lo lanzó a la popularidad y, en 1986, saltó a la pantalla grande con La noche de los lápices.
Para ser bombero tuvo que esperar un tiempo más. Hace apenas seis años la misma ficción lo llevo a acercarse al cuartel de Bomberos de La Boca, cuando enseguida renacieron las ganas de formar parte del cuerpo. Se capacitó durante un año y, un 2 de junio, finalmente ascendió a bombero voluntario del Cuerpo N° 1. Casualmente, su primera salida fue un incendio vehicular en la puerta de Canal 13 donde había debutado en la TV. Por estos días, cumple 16 o 17 horas semanales en el cuartel de La Boca
Por lo pronto, en su rol de actor, y después de la pausa que impuso la pandemia, por estos días acaba de debutar como uno de los protagonistas de la serie Maradona, sueño bendito, por Amazon Prime Video. Una biopic filmada en Argentina, México, Uruguay, Italia y España donde interpreta al padre de Maradona, Don Diego, junto a un gran elenco que integran Nicolás Goldschmidt, Nazareno Casero y Juan Palomino –que interpretan al ídolo en tres etapas de su carrera–; Mercedes Morán, Rita Cortese, Claudio Rissi, Laura Esquivel, Julieta Cardinali, Leonardo Sbaraglia, Peter Lanzani y Jean-Pierre Noher.
“Terminamos de grabar en 2019 en México, rodando el campeonato mundial, en un derrotero que comenzó cronológicamente en Villa Fiorito, de ahí a Paternal, luego Barcelona, Nápoles y México. Poder filmar cronológicamente te da la posibilidad de ir creciendo en la medida que vas comprendiendo un montón de cosas. Uno está acostumbrado a filmar en las producciones nacionales, pero trabajar en una mega producción para una plataforma como Amazon es una gran diferencia. Si bien las estructuras de filmación son exactamente lo mismo, en cada área pueden ser cinco o cinco mil. Y acá había cinco mil. Así que no había excusas, tenías que poner la pelota en el punto del penal y clavarla en el ángulo”, cuenta el prestigioso actor, padre de Felipe de 27 años, Segundo, de 25, y abuelo de una nieta que en noviembre cumplirá 2, sin disimular su entusiasmo a horas del estreno mundial en 250 países
Además, todos los domingos, a las 16, protagoniza Detrás de esa puerta, un policial de Rafael Calomino con puesta y dirección de Eduardo Lamoglia donde hace de un investigador que sigue la pista de un asesino, y protagoniza acompañado por Silvia Dietrich y Emiliano Díaz.
“Como dice nuestro director, Eduardo Lamoglia, es un viaje al interior de un crimen, o un viaje al interior de una mente con distintos grados de conciencia. Es un thriller psicológico que llevamos adelante entre todos. Después hay un crimen, hay un policía, hay un detective y un acusado, pero la historia va mucho más profundo que ese crimen”, sintetiza.
–¿Cómo se conjugan el oficio de bombero y la actuación?
–Ser bombero es algo completamente filantrópico, un voluntariado, algo completamente diferente a lo que es el oficio del actor, que es un poco más egoísta, donde jugás más a exaltar tu ego. En el cuartel de bomberos se trabaja en equipo, hay un verticalismo. Ahí no soy Pepe, sino José María, y si un aspirante llegó diez minutos antes tiene derecho a mandarme a hacer el mate o el parte a mí. Es otra estructura, es la vida misma, donde un error puede ser fatal, no se resuelve por edición o lo hacemos otro día. Cuando empezás a trabajar en un equipo de bomberos, y te dicen “entran siete y salen siete”, tu cabeza cambia. El otro cobra otro lugar, y ahí empezás a comprender. En todo caso, la actuación, los bomberos y todo lo que pueda llegar a aprender es un alimento para ser mejor persona y poder compartirlo con los míos.
–¿Qué significa hoy la actuación para vos?
–Es un instrumento que me regaló la vida para poder tomar conciencia, y tengo la obligación de mantenerlo afinado todo el tiempo. El teatro es uno de esos espacios que te ayudan a afinar ese instrumento; en la televisión te manejas más de oficio, y en cine es otro timing, es el ritmo cardíaco que hoy maneja la actuación. Antes el actor de teatro era sólo de teatro, no hacía nada más, en cambio hoy la actuación está manejada por el ritmo cardíaco del cine, ese ritmo que empiezan a marcar las plataformas, las series y que nosotros como actores argentinos debemos tener. Hay que aggiornarse un poco, cambiar la Duracell y ponerle más ritmo, porque eso es lo que nos traen estas plataformas internacionales. Durante muchos años la ficción nacional se encerró mucho en sí misma, y hoy es necesario tener mayor apertura, intercambiar experiencias con actores, productores y directores de diferentes países, desempolvarla un poquito y darle nuevos aires.
–¿Cómo te forjó el oficio de actor todos estos años?
–Fue variando. Cuando comencé era un juego, luego empecé a trabajar profesionalmente y era divertido; después llegaron mis hijos, empecé a tener más responsabilidades y, por lo tanto, las elecciones de trabajo ya no eran tan libres. Llega ese momento en que el actor empieza a complicársela, a preocuparse por “la técnica” y te endurecés, perdés un poco tu esencia, el mercado te come un poco, te mete en una licuadora. Entonces cuando te comparás, te parecés a todos, te agotás. Te quemaron, no servís más. Después entrás en crisis... te vas y volvés al teatro, donde siempre hay movimiento, hay nueva gente, hay vanguardia, el reducto donde siempre se mantiene la llama. Y empezás a buscar por otros lados, por otros lugares que te den la posibilidad de plasmar tu trabajo de otra manera, como son las plataformas hoy. Creo que antes actuaba para mí, no tenía muy incorporado al espectador, y ahora estoy pensando todo el tiempo en el espectador.
–¿En qué crees?
–Bueno, creo que hay un gran arquitecto, y también que uno es dueño de su destino y puede decidir para dónde ir.
–¿De qué cosas estás seguro?
–De nada. No hay nada seguro en esta vida. Sí tengo algunas convicciones, un camino de fe, pero por momentos no hay piso en ese camino. Confío en mi espíritu, en ese instinto que me ayuda a elegir las obras de teatro, a acercarme a determinada gente,
–¿Hacés terapia?
–Si hacer terapia por Zoom es terapia, entonces hago terapia. Lo positivo del Zoom es que te permite sobrellevar más fácil ese arrugue de último momento. Podés estar quemado por los costados, pero entrás en el código y estás ahí. El traslado de ir a terapia y después volver ha hecho perder muchos pacientes por ese flaqueo de último momento. Creo que esta forma de terapia por Zoom vino para quedarse.
–¿Qué cosas te angustian?
–La falta de herramientas de comunicación que tengo para transmitir lo que me pasa, mis ideas, mis sentimientos, mis afectos, mis emociones, mis necesidades. El traspaso de información, los modos de decir las cosas.
–¿Una máxima para vivir?
–Fuerte y al medio.
–¿Qué te gustaría que dijera tu epitafio?
–Acá vivió un hombre libre.
PARA AGENDAR
Detrás de esa puerta. De Rafael Calomino. Puesta y Dirección de Eduardo Lamoglia. Con Pepe Monje, Emiliano Díaz y Silvia Dietrich. Domingos, a las 16 , en El Tinglado (Mario Bravo 948). Entradas: 800 pesos
Maradona, sueño bendito. Por Amazon Prime Video.
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