Pelléas et Mélisande: un Pelléas cargado de simbolismo y evocaciones
Pelléas et Mélisande / Autor: Claude Debussy / Director original del proyecto: Gustavo Tambascio / Directora de escena: Susana Gómez / Escenografía: Nicolás Boni / Iluminación: José Luis Fiorruccio / Reparto: Verónica Cangemi (Mélisande), Giuseppe Filianotti (Pélleas), David Maze (Golaud), Lucas Debevec Mayer (Arkel) y Adriana Mastrángelo (Geneviéve) / Coro y orquesta estable del Teatro Colón / Director: Arturo Diemecke / Fechas: 31 de agosto, 4 y 7 de septiembre, 20; 2 de septiembre, a las 17 / Teatro: Colón / Nuestra opinión: muy buena.
Pelléas et Mélisande es una ópera bisagra en la historia de la música: le dió al género una vitalidad particular y recursos para mantener su vigencia luego de los monumentales dramas musicales de Wagner. Justamente uno de sus dramas, Tristán e Isolda, fue la inspiración para que Claude Debussy pusiera música a la obra del belga Maurice Maeterlinck. Por supuesto que el gran exponente del impresionismo lo hizo en un lenguaje completamente distinto al de Wagner; en Pelléas et Mélisande no se puede esperar espectaculares arias o estructuras formales tradicionales, en cambio se encuentran atmósferas sonoras exquisitas. Lo atractivo en este punto es la doble conexión con la obra de referencia: por un lado la historia trágica amorosa atraviesa a ambas, por otro es imposible abstraerse de la soberbia puesta de Tristán e Isolda realizada este año en el Colón, cuyo eje era un enorme ángel con alas derrotado. Esta vez el vencido es el ser humano, representado en una gran figura desmoronada con su cara escondida tras sus manos, oculta como las acciones que atraviesan esta tragedia.
El simbolismo de la obra se encuentra traducido en la puesta: la atmósfera íntima, la oscuridad, la bruma, el agua son elementos que remiten al calvario interno de los personajes, desatado por el triángulo amoroso entre dos hermanos y una mujer. La puesta refuerza la estructura fragmentaria de la obra de Debussy, casi como un producto onírico que nos muestra la tragedia de Caín a través de distintos tiempos. El minucioso trabajo de iluminación, sumado al movimiento de paneles, transforman el espacio del escenario para dar lugar a encuadres reducidos que remiten a la intimidad, o vastos espacios que refieren a la oscuridad y al vacío.
Verónica Cangemi realiza un trabajo impecable como Mélisande, demostrando su capacidad técnica, madurez vocal y versatilidad dramática. David Maze logra un Golaud robusto que, con un vigor escénico notable, corrió por momentos el eje del trío amoroso al martirio personal. Giuseppe Filianotti (Pelléas) acompañó con ductilidad a Cangemi, particularmente en el dúo del cuarto acto, cargado de erotismo y sutilezas vocales. El resto del elenco completa un trabajo sólido. Por su parte, la Orquesta realiza una labor prolija haciendo foco sobre la importancia del texto, subrayando las situaciones dramáticas de manera comedida y enmarcando con claridad la recurrencia de los leitmotivs.
Pelléas et Mélisande es más que una gran ópera dentro de la programación del Colón: su interpretación alude hoy al aniversario de los 25 años de Cangemi sobre el escenario, al sentido recuerdo del director original del proyecto Gustavo Tambascio (quien murió en febrero de este año), y a la conmemoración de los cien años de la muerte de Claude Debussy.
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