Patricio Abadi, un místico materializador de sueños
"Cuando escribo no tengo edad ni sexo. Intento diluir ‘mi yo social y adaptado’ para ser hablado por voces que me trasciendan. Volverme canal de energías eróticas que se mueven en otros planos. Como un materializador de sueños." No es que Patricio Abadi escriba así. También habla así, mientras toma un té atravesado por la correntada de luz que se mete del patio al living. Cortesía de anfitrión, todo está ordenado, blanco, casi ascético en contraste con la melancolía desmelenada de un lord Byron siglo XXI.
Sobrino nieto del psicoanalista Mauricio Abadi y primo segundo de la actriz María Abadi, es hijo de un empresario textil y una mamá profesora de literatura, uno un "ludópata", apasionado por el fútbol y la otra, más intelectual. "Mi cabeza es una pelota escrita: fútbol y literatura, esa es la síntesis que quedó en mí".
La cuarentena fue una prolífica oportunidad para que los fluidos imaginarios de Patricio Abadi, tan coloridos y heterogéneos, encontraran el cauce y la forma. Uno de los resultados es El mundo de Pato Abadi, por Instagram, donde cada viernes presenta capítulos nuevos de tres historias: Don Pijote, La vida de mi madre y Los Montgomery. "No quería entrar a lo virtual sin tener claro qué quería y cómo. Después de unos meses, me junté con Demian Ledesma Becerra, que es realizador audiovisual, y Agustina Dalmasso, asistente de dirección, para poder volcar mi imaginario que venia trabajando en teatro, humor, biografías ficcionadas, dramas, microficciones", dice el autor de Flashes, Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío, Antihéroe off, Frida Kahlo, Bonus track (sobre Herbert Vianna) y El estadio de arena, entre otras.
A la saga de Don Pijote, la encuadra como "realismo delirante", el clásico cervantino adaptado al porno soft literario, sobre un hombre dueño de una juguetería erótica o caballeriza de cristal y que encerrado por la cuarentena, extraña a su Dulcinea: "Aparte de lo obsceno, quería cruzarlo con el romanticismo, a mí me gusta mucho, no lo relacionado con el melodrama sino con el Sturm und Drang, El joven Werther", dice.
Para quienes vieron Antihéroe off (ahora en Teatrix), Los Montgomery es un "devenir" o continuidad. En ese unipersonal, aparece un padre actor divorciado que tiene que juntar dinero para viajar a Londres a ver a su hijo. "Una vez me ofrecieron plata para el pasaje", dice y se ríe porque sabe que sus producciones son ficción y vida en tensión. En Los Montgomery, conocemos a su hijo Franco, de ocho años: "Soy un cantautor teatral, un juglar que se vale de sus contenidos y su propio cuerpo".
Para La vida de mi madre, avanzó un poco más de la línea de frontera para adentrarse en el docudrama. Después de trece años de su muerte, a los 56 años a causa del cáncer, se animó a exhumar los VHS que inmortalizaron sus últimos meses. "Metí la mano en la boca del olvido. Después de verlos, estuve una semana enfermo: poner el cuerpo es eso, para poder sanar y transformar", dice sobre lo que, mucho tiempo contenido, logró expresar. "Creo en el árbol genealógico jodorowskiano. Y creo que vine a escribir y poner en escena algo que en mi madre estaba retenido en la inteligencia y la memoria. Tuve el beneficio de poder convertirlo en acto. Si existiera un linaje de transmisión sería el canal de poner afuera lo que a mí me vino. Tengo un aspecto místico, desde siempre lo tuve. Cuando estaba internada, ella nos pidió, a mí y a mi hermano, que la grabáramos, quería contar cosas que no había podido. Cumplo su voluntad."
La variedad de estilos es su marca, lo inclasificable, lo inasible. Si se puede pasar por todos los estados, por qué restringirse a un solo color: "¿Si soy muy autorreferencial? Sí, pero le va a este material. Además, le puse El mundo de Pato Abadi que es el actor que está adentro de Patricio Abadi, algo de ficción siempre se mantiene en mi multitud de cajas chinas y puestas en abismo".
Ochentoso tardío, la música que elige para sus obras tiene mucho que ver con lo que escuchaba su mamá, fan de Queen, y su papá, melódico y tango. "Me gusta mucho el rock nacional, Miguel Abuelo y Spinetta, son referentes para mí. Como lo son Ana Frenkel, Verónica Oddó y Marina Otero, pilares de mi formación actoral. También Susana Torres Molina y Guillermo Angelelli, personas que me hicieron descubrir qué tipo de intérprete era yo. Y en la escritura, Alberto Laiseca y Mauricio Kartun. Porque un maestro es el que enciende la llama de tu singularidad", dice el artista.
Aunque siempre escribe,. la fecundidad literaria de Patricio Abadi se motivó en estos meses. Ante el inminente cierre de su sala de Palermo, Onírico, a la que ya no puede mantener, otras actividades crecieron: un radioteatro, Amor en la trinchera, que va a codirigir con Marina Glezer para el ciclo Vuelve de la AM 750, protagonizado por Eleonora Wexler y Diego Velázquez. Por otro lado, está escribiendo La santa, unipersonal musical acústico con la intérprete Luciana Buschi, puesta en espejo con la figura de otra cantante, Gilda, y pensado para terrazas, espacios abiertos o streaming.
Uno de los diez ganadores del concurso Monólogos de La peste, organizado por el Centro Cultural Caras y Caretas y coordinado por Mauricio Kartun, y del concurso Binacional de Microficciones (Chile- Argentina), Abadi espera que la "nueva normalidad" traiga una curaduría con criterios más inclusivos para que "no estén siempre los mismos, no porque no puedan o no se lo merezcan, sino porque hay muchos artistas talentosos. Y no lo digo por mí sino por otros. Hay que mirar más abajo, hay que visibilizar más, que los brazos del San Martín y del Cervantes lleguen a lugares más recónditos". Mientras tanto, Abadi continuará imaginando cruces entre los sueños y la realidad.
PARA AGENDAR
El mundo de Pato Abadi, por Patricio Abadi. En Instagram, @patricioabadiok, todos los viernes nuevos episodios. Gratuito.
Antihéroe off, de Patricio Abadi y dirección de Paula Marrón. Por Teatrix.
Amor en la trinchera, radioteatro de Patricio Abadi y codirección de Marina Glezer. Por AM 750, el 12 de diciembre.
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