Para partir: la trama fantástica de un muerto que organiza su propio velatorio
Luego de la excelente repercusión con La savia, Ignacio Sánchez Mestre estrena hoy en el Teatro Sarmiento una trama tipo rompecabezas sobre alguien que decide ponerle fin a su vida
Ignacio Sánchez Mestre (o Nacho, a secas). Actor. Director. Dramaturgo. Nació en 1982, en San Juan. Llegó a Buenos Aires en 2007. Venía de Córdoba en donde había estudiado publicidad. La gran ciudad no lo asustó. Al poco tiempo ya estaba trabajando en una productora haciendo promociones institucionales de Canal (á). Claro que el día a día se le hacía complicado porque salía de ahí y se iba hasta la noche a estudiar actuación con Nora Moseinco, su verdadera gestora.
"Ahorré plata y renuncié para dedicarme de lleno al teatro -apunta este talentoso creador-. Pero, de repente, se casó mi hermano y tuve que viajar a San Juan, y mi gata se tiró del cuarto piso y la tuve que operar". Esta tarde en su casa estaba su madre que había llegado a visitarlo. Cuando se dieron cuenta de lo ocurrido bajaron inmediatamente a la calle. Alzó a la gata y le dijo su madre: "Voy a una guardia veterinaria, ¿vamos?". Mamá respondió: "Yo voy a los outlets. Avisame cuando termines". Cuando la gata se recuperó se escapó. Quería vida callejera. Entre una cosa y otra lo previsto se tornó en imprevisto. "La plata ahorrada, chau. Se fue. Todos los planes se me cayeron -cuenta en un bar de Villa Crespo-. Parecía que me había equivocado aunque sabía que no quería volver a trabajar en publicidad. Si bien fueron tiempos de enrosque confiaba en la decisión. Confiaba que el actuar, el escribir y el dirigir me hace bien".
El medio escénico, o como se llame, también empezó a confiar en este actor que se planta en escena con una naturalidad, una organicidad interna asombrosa. Lo demostró en Cmmn sns prjct, aquella perturbadora performance de Laura Kauluz que giró por el mundo; o en Polite, la obra sobre neurosis y miedos de Pablo Siga l. Desde hace unos pocos años la escena pública reparó en él como director y dramaturgo. Era "lógico": venía de montar obras como Demo, con Inés Efrón, Lunes abierto, con Martín Piroyansky; y Despierto, con Violeta Urtizberea.
Su debut en una sala oficial fue en 2017. En el Teatro Cervantes estrenó La savia, con Mirtha Busnelli, cuyo disparador fue un mensaje de su madre con copia al resto de la familia. Esa obra fue un éxito. Hoy, en el Teatro Sarmiento, sala del Complejo Teatral de Buenos Aires, estrena Para partir, obra en la que actúan Luciano Suardi, Mara Bestelli, Mónica Raiola, Paula Grinszpan, Mariel Fernández, Andrés Pruss y Sofía Saborido. En esta ficción un tal Roberto (Suardi) se suicidó. Gente ligada a él (sus hijas, su exmujer, su hermana, otro hijo que nadie conocía y su última amiga) se encuentran en una casa frente al mar como en un íntima despedida. Es como si el mismo muerto organizara su velatorio.
-¿Como en La savia el recuerdo también es algo constitutivo de esta obra?
-Un poco sí, pero no tanto. La savia fue revisitar parte de mi infancia y cosas que tienen que ver con el vínculo con mi madre. En este montaje la figura central es un padre. Se mezclaron algunas cosas que tienen que ver con mi viejo, pero acá hay más ficción. En la obra la gente que se reúne para despedirlo va descubriendo la otra vida del padre: tenía una casa frente al mar, tocaba la guitarra, era nudista... .
-Te pasó ante una pérdida descubrir facetas impensables de alguien a quien conocías.
-No... Sí reconozco que me gusta mucho la situación del velorio, esa gente diversa que las junta un muerto y que durante ese encuentro descubren cosas que ni sabías del que ya no está en medio de llantos, algunas risas o que saluda al hijo porque siente hay que saludarlo aunque no lo conozca. En San Juan es muy particular todo eso porque todos los velorios son en el mismo lugar. Al tío, a la abuela, al papá de un amigo los despedimos siempre en la cochería San José. Entonces, una muerte te hace recordar otra como si fuera un circuito perfecto del recuerdo. Por eso, en cierto sentido, Para partir termina siendo un gran velatorio. Sumado a esa situación me interesa el tema del suicidio. Leí mucho. Me atrae la idea de una muerte decidida como disparador de ficción.
A Roberto, el personaje del que todos hablan en ese encuentro y que él hace hablar a los otros personajes, también se había obsesionado con el tema. De hecho, le encuentran varios libros con títulos más que explícitos: El suicidio, Apuntes sobre el suicidio, Historia del suicidio en Occidente. La mirada del suicida. Suicidio perfecto. Sin vuelta atrás. No va más.
La ironía, lo fantástico, lo cotidiano son como marcas propias de este creador que desde joven supo que quería estar en el lugar que está. De chico vio mucha televisión. Se ilusionaba con estar ahí: dentro de la caja. Le pidió a sus padres que lo llevaran a un taller de actuación y los padres le cumplieron el deseo. "En plena época de calor hacíamos muestras de fin de año en salas en las que el ruido de los ventiladores no dejaban escuchar nada. Era todo muy berreta", recuerda. En el secundario "me agarró el cagazo de ser ?el que va al teatro' y medio que me alejé". En Córdoba retomó la cosa mientras le daba duro al trabajo de creativo de agencia imaginándose en un escenario o en una película (dirigió el corto Una parte y escribió junto a Piroyansky la serie Tiempo libre y Bar San Miguel).
Anoche tuvo una pasada general de Para partir. Le sacó como 10 minutos. Está contento. También dice que en la obra anterior, La savia, las últimas semanas no fueron fáciles. "En un momento pensé: ?Si va a ser un fracaso, que lo sea. No pasa nada'". El fracaso terminó siendo un éxito. Esta vez el armado tuvo otro fluir. A lo sumo lo complejo fue dar con el personaje de Roberto, el que encara Luciano Suardi. Pero empezó a cruzárselo y esa casualidad fue desplegando otras lógicas. "Confío en las señales. Estaba pensando en él y voy a un estreno en el San Martín y me lo encuentro. Ya en la sala terminé sentado al lado de él. A los días le conté todo esto a la productora y ella justo me dijo que tenía una reunión esa misma tarde. Aproveché y le dije Luciano, que aceptó de inmediato. Por otra parte, como flasheo mucho con la astrología averigüé su fecha de nacimiento. Nació el mismo día que yo y tiene la misma carta que la mía: sol en Libra, ascendente en Géminis y Luna en Leo. Roberto sí o sí tenía que ser Luciano".
O sea: la lógica Ignacio Sánchez Mestre (o Nacho) en su máximo esplendor.
Para partir
Escrita y dirigida por Ignacio Sánchez Mestre
De jueves a domingos, a las 20.
Teatro Sarmiento, avenida Sarmiento 2715
Localidades, desde 105 pesos
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