Paola Krum: "Estoy dirigiendo para descansar un poco de la exposición"
En las inmediaciones de Palermo y el Microteatro en la calle Serrano al 1100 está su universo por estos días. En Colegiales, cerquita de allí, también graba escenas para Otros pecados, el unitario de Pol-ka. Pero sus compromisos laborales no le desvían la atención de su prioridad en la vida: su hija Eloísa, fruto de su amor con su expareja, Joaquín Furriel. "Amo ser su mamá, Elo me tiene enamorada. Es especial, linda del derecho y del revés. Es maravilloso ver cómo las nuevas generaciones traen algo único que tiene que ver con una seguridad a muy temprana edad, una frescura y una fuerza imparable", confiesa emocionada Paola Krum.
Con su pasión por dirigir recién estrenada, en Microteatro BA está haciendo Las preciosas, con Melisa Hermida -que además es la autora- y Cinthia Guerrera.
-¿La dirección es un deseo cumplido o algo inesperado?
-Es algo que quería, pero veía lejano, quizá por los propios miedos e inseguridades, por sentir que uno nunca está en condiciones ni puede. Por suerte que exista este espacio de Microteatro hizo que me animara a ver de qué se trataba. No sabía en realidad qué iba a pasar, pero ocurrió. Melisa y Cinthia Guerra me lo propusieron. El guion me pareció encantador, divertido, y justamente este me parece un espacio en donde la risa tiene que ocurrir, porque son lapsos cortos, apenas 15 minutos, entonces se trabaja con la tensión y luego, con la liberación de esa tensión, la carcajada. Estoy fascinada, me encanta.
-¿Qué directores te marcaron?
-Tuve directores muy diversos. Ciro Zorzoli me tranquilizó mucho en relación al escenario, que es un lugar de mucha exposición. Nunca me olvido que me dijo que no hay que desplegar uno solo, sino jugar con el otro. Probablemente esté ahora en la dirección para descansar un poco de la exposición.
-¿Sos muy exigente?
-Es la única manera en la que sé hacer las cosas. Igualmente también aprendí con el tiempo a que fuera de la rigidez, de la perfección, también hay mucho para aprender. Claudio Tolcachir, otro director que me marcó un montón, me enseñó eso. Trabajo desde chica, a los 19 tuve un personaje importante en Drácula, me subí a un escenario como el Luna Park como protagonista sin estar preparada, entonces tengo una sensación de exigencia grande. No está mal en algún punto, pero actuar es un juego, es también divertirse y eso Claudio lo propone desde su palabra, su gestualidad y manera de dirigir, porque es tan relajado, está tan a la par y tiene clarísimo lo que quiere sin ponerse por encima nunca.
-¿Qué tipo de directora querés ser?
-Humana, que esté conectada con quien está trabajando, que entienda esto: para mí el oficio de actriz es casi un milagro. Hoy me pasa que voy al teatro y me quedo pasmada, no puedo creer que los actores hagan todo eso que cuentan, que lo recreen todas las noches y tengan el poder, la fuerza, la entrega, la vulnerabilidad de poder hacerlo. Me sigue maravillando y creo que una directora que entienda eso es clave. También creo que no es algo que se pueda estudiar, hay que aprender del ensayo y error, el espacio del Microteatro es ideal, la propuesta misma hace que se preste al experimento, a lo novedoso, al riesgo y la prueba de otras maneras. Me encantaría desarrollar esto. Es una prueba pequeña, pero ya estoy empezando a buscar textos y material para armar algo luego, seguramente tenga que ver con la música que siempre me tira.
-Fue de la mano de la música que llegaste a la profesión...
-En realidad del baile. Hacía danza clásica, iba por ese camino hasta que me lesioné a los 16 años, cuando ya tenía ofertas para formar parte estable de un grupo de ballet importante y eso me dio la oportunidad de descubrir el teatro. Ahí cambió todo, me enamoró un oficio que me amplió la mirada, en donde la imperfección, el lado chueco, vulnerable tenían lugar. La actuación me daba espacio para vivir. Dedicada a bailar me perdía cumpleaños, salidas, los chicos... Igual iba a colegio de mujeres, no sabía lo que era un hombre, me asustaban, me daban taquicardia.
-No podés alejarte demasiado de la tele...
-Después de Quiero vivir a tu lado no había hecho más TV y volví ahora con Otros pecados, junto a Justina Bustos, que es un amor. Aunque es mi pupila y la vuelvo loca, ella es una tenista internacional y yo una maldita, un personaje opuesto a mí, muy divertido.
-¿Hay más propuestas de TV?
-Sí, todavía no confirmé nada, pero Adrián Suar me quiere en algunos proyectos del año que viene.
-¿Qué temas actuales te interesan o conmueven?
-Sin duda el reencuentro con las mujeres me emociona, participo. Hay un enamoramiento y descubrimiento del poder femenino. Me emocioné mucho en las marchas y vigilias por la legalización del aborto. Siento que todas nos dimos cuenta y cambiamos la cabeza, seguimos trabajando en reprogramarnos porque son muchos años de pensar con otro chip.
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