Paola Krum es Nora, la feminista de Ibsen que vuelve para dar otro portazo
Nora, el personaje de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, lo retoma el dramaturgo norteamericano Lucas Hnath en Después de casa de muñecas. Entre un estreno y el siguiente pasaron 138 años. En una de las primeras escena la misma Nora recorre (reescribe) sus pasos: "la historia de una mujer que vivía en una casa como esta y que tenía un marido como Torvald, y vivía en un matrimonio que según las apariencias era bueno; pero para la mujer, para mi heroína, ella se sentía sofocada, sentía que no tenía opciones, que su vida era apenas ser la esposita y que, estaba dictado, que nunca existiría la posibilidad de otra cosa. Entonces dejó a su marido y comenzó una vida propia".
En la última escena de la obra de Ibsen Nora deja a su marido, a sus tres hijos. Aquel portazo a las convenciones de la época marcó un hito. En la obra de Hnath, a 15 años de esa situación, Nora vuelve a la misma casa convertida en una famosa y controvertida escritora. No llega para rearmar el vínculo, para ocupar el lugar de esposa, de madre. Lo hace en estado de urgencia porque, sin entrar en detalles, corre el riesgo de ir a la cárcel. A lo largo de la acción se encuentra con quien cuidó a sus hijos, con su exmarido y con su hija en verdaderos duelos dialécticos que convirtieron a esta obra en éxito de Broadway nominada a 7 premios Tony.
Griselda Gambaro, en Querido Ibsen; soy Nora, ya había revisitado (o deconstruido) a Casa de muñecas, obra que se presentó por primera vez en diciembre de 1879. En 2013 estrenó ese texto en el cual puso a Ibsen en escena negociando con Nora sus dichos y acciones. "Desde antes, desde mucho antes de que usted intentara hablar por mí, señor Henrik, desde un tiempo que usted no recuerda, ya me estaba escribiendo. Usted solo me copió a su modo", confiesa Nora en aquella obra que dirigió Silvio Lang y en la que Belén Blanco era Nora. Una Nora que no sólo dejaba la casa sino que también le pegaba un portazo al propio Ibsen.
Para Después de casa de muñecas, obra de pura actuación, vale dejar en claro que no es necesario haber leído Casa de muñecas porque la misma obra se hacer cargo esa posible situación. Cada encuentro tiene la forma de un careo de seres que intentan ser fieles a sí mismo y de una Nora que parece dispuesta a ser fiel su búsqueda en una línea que traza cierto parentesco con Matate amor, el radical texto de Ariana Harwicz que interpretó magistralmente Érica Rivas.
En Después de casa de muñecasPaola Krum es Nora y Jorge Suárez es Torvald, su exmarido. Los dirige Javier Daulte en uno de los escenarios de Paseo La Plaza. Ante la primera lectura del texto de este exitoso dramaturgo nacido en Orlando, Florida, "agradecí mucho que me llegara un texto de este tipo –reconoce el actor–. Venimos muy intoxicados con esto del feminismo y de la comprensión del movimiento".
–¿Intoxicados?
Suárez: –Es que mucha gente habla por hablar e incluso siente por sentir. El rechazo aparece mucho más fácil que la aceptación de una situación que no está funcionando. En los programas de televisión se la pasan hablando toda la tarde de un caso de violencia de género que se torna como si nos quisieran hacer entender que eso está mal.
Krum: –Cuando leí la obra ni imaginaba cómo darle forma a mi personaje. Nora propone incógnitas y una obra de este tipo necesita un muy buen director de actores como lo es Javier Daulte. Lo interesante es que todos los personajes en algún momento tienen razón.
Suárez: –Y todo el tiempo, como espectador, te vas identificando con el otro.
Krum: –Es cierto, aunque la otra noche, en una pasada con público, reconozco que me sentí "atacada". Como si Nora fuera una marginal. Sentí que la gente tenía más empatía con tu personaje, su exmarido, cosa que no me pareció raro porque cuando leí la obra me pasó algo similar. Entendía más a Torvald, a mi hija (Laura Grandinetti), a la quien se quedó cuidando a los hijos (Julia Calvo) que a Nora.
–¿Será que desde tu lugar de madre no le perdonás a Nora que haya abandonado a su hijos?
Krum: – ¡Por supuesto! A mí no se me atraviesa ni por un segundo la idea de cómo sería dejar a mi hija para siempre, desaparecer sin tener contradicción alguna. Porque Nora no vuelve preocupada por sus hijos, vuelve porque necesita algo puntual para poder continuar con su propio camino. Lo que me hace entenderla es algo más profundo, es la pregunta de cuánto uno es uno. Es como si nos enfrentásemos con la pregunta de si estamos en el lugar que deseamos estar.
–¿Acaso yo tengo la vida que quiero tener?
Suárez: –Nora es tan fuerte en sus convicciones que considera que el matrimonio como tal es algo vencido.
–Va más allá. "En 20 o 30 años, la gente va a tener muchos esposos en su vida, hasta muchos esposos a la vez, no habrá fronteras entre las parejas, y no habrá celos, porque no habrá razones para los celos", dice uno de sus textos.
Krum: –Afirma eso como dice en el monólogo final que está mejor cuando está sola. Y a todos nosotros eso nos pasa. ¿Acaso, profundamente, no necesitamos nuestro espacio de soledad?
–¿Te cuestionaste la línea discursiva de la obra desde el activismo de género?
Krum: –No, pero tampoco creo que sea una obra feminista. Toca el tema dándole distintos puntos de vista a la cuestión.
Suárez: –A una ultrafeminista Después de casa de muñecas seguramente le resultará una obviedad. Puede despertar el imaginario de obra feminista, pero habla de algo muy humano por fuera del extremo del feminismo o del machismo. Hay roles sociales muy enquistados, es cierto. Yo tengo un matrimonio de 24 años y me parece muy natural que mi esposa cocine.Yo hago miles de cosas en la casa, pero ella lleva a Violeta, de 15 años, a la escuela y, no sé el motivo, pero siento que es un rol de ella.
Krum: –Pero aclaremos que Nora sí es feminista. Va hacia un camino en el cual nada, ni su exmarido ni su hija, la va a sacar de ahí. Se encuentra con su hija y se entera que se va a casa, lo cual para Nora es una decepción tremenda. De todos modos no construí al personaje desde su postura feminista.
Suárez: –Ni yo a un macho cabrío. Ahora bien: pensemos que Ibsen imaginó la situación de una mujer que deja su marido y a sus tres hijos a fines del silgo XIX y que hoy esa misma situación sigue generando rechazo.
Krum: –Sigue siendo una situación perturbadora. Y, reconozcamos, ¿cuántas veces uno tiene ganas de escaparse de sus hijos? Yo, ahora mismo a punto de estrenar, si soy honesta desearía estar sola, ¿entendés?
–¿Siendo madre cómo te sentirías al leer esto en unos días?
Krum: –¡Nooo, no lo pongas! [se ríe horrorizada de sí misma]. Nora lleva a cabo eso, yo no podría nunca. Y aclaro, y por favor, ponelo; no podría vivir sin mi hija a la cual levanto todos los días para llevarla al colegio. Pero, como dice la obra, cuando estás como un túnel es muy difícil estar con gente.
Nora, en el texto que se estrena el sábado en La Plaza, lo expresa así: "lo mejor de mi sale cuando estoy sola". Lo afirma antes de pegar un nuevo portazo imaginando un mundo en el que todos somos más libres.
Después de casa de muñecas
- De Lucas Hnath
- Paseo La Plaza, Corrientes 1660
- Miércoles a sábados, a las 20. Domingos, a las 19.
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