Otra mirada sobre Ibsen
"Espectros" , de Henrik Ibsen. Traducción: Cristina Dramisino. Intérpretes: Cristina Dramisino, Gabriel Maresca, Alejandro Hodara, Romina Saúl, Isidoro Tolcachir. Diseño de luces: Jorge Merzari. Iluminación: Varinia Anzorena. Música: Alejandro Seoane. Diseño de vestuario: Mora Recalde. Asistentes de dirección: María Lourdes Invierno, Silvana Angela Sabetta. Dirección: Lizardo Laphitz. En Andamio 90.
Ingresar en el mundo del noruego Henrik Ibsen no es tarea sencilla y mucho menos a la segunda etapa de su producción, cuando el dramaturgo desarrolla sus denominados dramas sociales burgueses. Su crítica es implacable, aunque su lenguaje está cargado de profundas sutilezas. Así -con cierta meticulosidad-, sus personajes van desandando sus historias a la vez que dejan ver lo intrincado de sus conductas, algo que los torna terriblemente vulnerables.
Uno de los ejemplos más potentes asoma en "Espectros", una pieza creada en 1881, y donde el autor retoma ciertos temas recurrentes en su trabajo: la posición de la mujer en la sociedad, la relación padres e hijos, el valor de la herencia como signo determinante en la conducta de los hijos.
"Espectros" puede considerarse un alegato contra la impunidad y de una potencia verdaderamente extrema. La señora Alving, la protagonista, asume con rigor su intención de ingresar en el pasado para develar las miserias que dan forma a su historia. Las verdades que asoman resultan más que inquietantes; los valores morales y religiosos tambalean.
El director Lizardo Laphitz decide mantener intacto el texto original y al cabo de, aproximadamente, dos horas y treinta minutos conduce a sus intérpretes por ese mundo sombrío y también patético. Cierta morosidad se impone en su puesta, como si el creador necesitara desandar la trama con suma tranquilidad, valorizando las palabras del autor y obligando al espectador a detenerse en cada momento de la acción, reconociendo actitudes, gestos, mentiras y verdades. De esa manera conocerá en profundidad los aspectos que trascienden a cada personaje.
Momentos particulares
Si bien el elenco es heterogéneo, cada uno de los intérpretes tiene un momento particular y único para destacarse, a veces muy pequeño. Indudablemente, está dado por el devenir de la intriga de la pieza. Merecen reconocerse los trabajos de Cristina Dramisino (señora Alving), Alejandro Hodara (Pastor Manders) -ambos tienen algunas escenas de gran intensidad gracias a que construyen una relación muy fuerte- y Gabriel Maresca (Osvaldo Alving), un torturado ser construido con sensibilidad.
Los trabajos de Romina Saúl (Regina) e Isidoro Tolcachir (Jacobo Engstrand) no terminan de desarrollarse profundamente. Hay una fuerte inquietud que conforma a los personajes que no deja verse al cabo de la representación y esto termina resultando perjudicial, porque cada uno de los seres de la obra está implicado en el juego que concibe Ibsen.
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