Oscar Martínez revela su lado más secreto
Con esta obra, el actor debuta como escritor y director
El actor Oscar Martínez acerca una interesante novedad a esta temporada. Se trata de una pieza de su autoría. El texto lleva por título "Ella en mi cabeza" y su estreno está previsto para mañana en el Paseo La Plaza. Julio Chávez, Soledad Villamil y Juan Leyrado serán los encargados de dar vida a este nuevo proyecto de Martínez, quien también es responsable de la dirección.
La escritura resulta ser una vieja actividad que hasta ahora él había guardado muy bien. "Es un amor de juventud al que le había prometido volver. Quedó como Penélope, demasiado tiempo esperando", dice. Las causas son más que entendibles. Su carrera actoral comenzó a los 21 años y se desarrolló con una profunda pasión. Los éxitos laborales se sumaron y el autor quedó relegado a un segundo plano, por muy pocos conocido. "Yo quería escribir y dirigir, escribir incluso no sólo teatro. Puede sonar insólito que después de 35 años de profesión aparezca escribiendo. Pero tengo varias obras."
"Ella en mi cabeza" fue escrita entre dos giras. El actor presentó en dos momentos de la pasada temporada "Art", de Yasmina Reza, en España y en un breve período de descanso en Buenos Aires produjo esta obra. "Son tres personajes -cuenta-. Una pareja y el terapeuta de él. Todo ocurre en términos virtuales. Dentro de la cabeza del protagonista. Hay episodios que pueden formar parte de su realidad, pero en todo caso uno los ve pasados por el tamiz de su propia subjetividad."
La pieza ya fue vendida en España y el propio autor será el encargado de dirigirla.
La clave está en la representación
A Oscar Martínez no le gusta mucho dar datos sobre su obra, en tanto actor y director sabe que la clave de todo texto está en la representación. "Es que las anécdotas no me seducen ni me hablan de las obras -dice-. Me parece que si una obra no trasciende la anécdota que está contando es porque es mala. Aspiro a que ésta lo trascienda. «Hamlet» es mucho más que un tipo que intenta vengar la muerte de su padre. «Recordando con ira» es mucho más que la historia de una pareja. «Art» es mucho más que tres amigos que discuten por un cuadro. Si te detenés, la anécdota es muy chiquita y sin embargo habla de los vínculos afectivos, de la tolerancia."
Una vez que decidió el elenco y la sala donde se estrenaría a Oscar Martínez se le presentó un problema: la dirección de su propio texto. El creador confiesa que al comienzo sintió "mucho temor". "Dudaba en hacerlo -comenta-. Una dirección es una reescritura, una relectura. Temía lo que me iba a pasar con un material que yo escribí, que imaginé. No podía hacer ese redescubrimiento que uno hace con las obras en tanto director. A medida que se iba acercando la fecha del comienzo de los ensayos, no me podía conectar con el material, no tomaba notas, leía la obra y la dejaba. Me empecé a asustar. «Yo la escribí y no la puedo dirigir, no tengo más nada que decir», pensaba. Por suerte me di cuenta después de que todo ese trabajo que hace el director lo tenía hecho porque yo la había escrito. Trabajando se me fueron todos los fantasmas. Me encontré con el mismo placer que experimenté cuando la había escrito. Me divertí mucho."
Durante la entrevista, el intérprete, director y ahora autor se muestra más que satisfecho con esta nueva experiencia. "Hago lo que me gusta, con los actores que me gustan, en un espacio que me gusta. Estoy haciendo el teatro que me interesa", dice.
En este punto, Oscar Martínez se muestra un tanto crítico y a la vez dispuesto a iniciar ciertas búsquedas. "Independientemente de los temas, me parece que hay algo de la convención teatral que hay que revisar. De hecho, se está haciendo. Hay algo de la convención teatral tradicional que yo, por lo menos, no me banco. Hay cierta magia y cierta poesía que sólo el escenario puede tener y también cierto ascetismo. El teatro no puede competir técnicamente con ciertos medios audiovisuales, pero sí puede competir en hondura, en hacer que el escenario sea un marco de significación único e irreemplazable. Por eso mi obra no es realista. Ocurre dentro de la cabeza de un tipo. Eso permite la apertura de un espacio."
Su reflexión a la vez lo lleva a analizar ciertas constantes que observa en el teatro porteño actual. "Me preocupa la tendencia de un teatro cada vez más elitista -comenta-. Eso no me gusta, más allá de que sea bueno. Aspiro a un teatro que convoque a la mayor cantidad de gente. No me gusta ese teatro que se encierra cada vez más en lugares pequeños y que recibe sólo a una pequeña elite. No me inscribo ahí. Busco un teatro que no renuncie ni a la inteligencia, ni al buen gusto en términos estéticos, pero que mantenga una fuerte convocatoria de público. Es el teatro que hice toda mi vida."
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