Ni la crisis impidió que los chicos fueran al teatro
Se mantuvo el nivel de público del año pasado, con entradas ajustadas, mientras que el teatro para adultos cayó
Vacaciones de invierno con resultados disímiles. La demanda de salida con los chicos se impuso a las dificultades económicas, en buena medida gracias a las propuestas de los espacios públicos, con entrada gratuita o muy accesible y una programación atractiva. Las cifras de asistentes dadas por los responsables son enormes: 1,2 millones en Tecnópolis (aunque allí se trata de una salida que va mucho más allá del espectáculo para chicos), 310.000 en el Centro Cultural Kirchner, 200.000 en la Usina del Arte y otros espacios gestionados por la ciudad de Buenos Aires.
Lo interesante no es sin embargo la masividad de la afluencia, sino que las propuestas armadas con inteligencia articularon los espacios en una combinación de recitales y funciones teatrales junto a múltiples actividades de pequeña escala. Así se pudieron ver en la Usina del Arte magníficos recitales del Dúo Karma o los saxofonistas de Cuatro Vientos con un millar de espectadores llenando el auditorio. Pero, a la vez, se desparramaban chicos y adultos en talleres de música o de creación de cómics, rincones de lectura, proyecciones de cortometrajes o un laberinto que invitaba a reflexionar sobre la vida de Ana Frank. Similar concepto de plaza cultural se desarrolló en el Espacio para la Infancia del CCK, con sus talleres de producción de instrumentos y de experimentación sonora intercalados entre recitales con cruces de estilo sorprendentes.
Los teatros oficiales, en tanto, ofrecieron sus escenarios a algunos de los pocos estrenos teatrales, como Saltimbanquis, comedia musical dirigida por Pablo Gorlero que agotó entradas en el Regio; A la Luna, con su novedosa propuesta de interacción del personaje protagónico de Flor Torrente con secuencias filmadas en el 25 de Mayo, y Varieté de ilusiones, por el Grupo de Titiriteros, en el Teatro de la Ribera. El Teatro Nacional Cervantes rescató un valioso clásico de los retablos, Con esta lluvia, dirigida por Carlos Martínez, y un ejercicio escénico innovador con Leonardo, Trabajo Práctico Nº 1, de Gerardo Hochman.
Pero también tuvieron un público generoso las grandes apuestas del circuito comercial de la calle Corrientes. Aun ajustando las entradas a ritmo de inflación, durante la primera semana de vacaciones apenas mermó la venta de entradas en un 6 por ciento con respecto al año pasado. A la cabeza se ubicó el show de Disney On Ice, con 180.000 espectadores, seguida por Peter Pan, con más de 75.000 espectadores en el Gran Rex, y por el show de Topa, con 65.000 en la vereda de enfrente, en el Ópera. También otros espectáculos derivados de las pantallas, como Peppa Pig o Canciones de la granja, registraron una ocupación de sala promedio por encima del 80 por ciento. A pesar de la crisis, el teatro comercial para chicos mantuvo prácticamente su nivel de público del año pasado, con entradas ajustadas por inflación. A diferencia de las obras para adultos, que sufrieron en la primera semana de vacaciones una caída del 20 por ciento en la cantidad de entradas vendidas con respecto a igual período de 2015, y eso sin poder incrementar el valor al ritmo de la inflación.
Más compleja se presentó la situación para las propuestas teatrales basadas más que en el cartel de sus protagonistas o la celebridad televisiva de sus personajes en la excelencia de la puesta en escena. Sólo Vivitos y coleando, la reposición de la obra de Hugo Midón a cargo de Manuel González Gil, afrontó el desafío, con éxito en su segunda temporada, al decir de su productor Sebastián Blutrach, a pesar de la estructura de costos preocupante. Otros elencos que solían competir desde su impronta más independiente con los big tanks marketineros, como La Pipetuá, optaron este año por buscar una alternancia con nuevos circuitos. El autodenominado grupo de clowns artesanales combinó una breve temporada en el Teatro Solís de Montevideo con fines de semana en el teatro Apolo, sobre Corrientes, y una decena de localidades del Gran Buenos Aires durante los días de semana. ¿El resultado? Más de 15.000 espectadores, que difícilmente se hubiesen reunido en una sola de esas instancias.
Costó mucho abrir nuevos escenarios, aun con propuestas interesantes, como Mundodanza en El Galpón de Guevara, una sala que recién comienza a sumar una corriente de público infantil. Funcionaron bien en cambio los espacios reconocidos por una trayectoria continuada en la escena infantil. Así incrementó ligeramente el grupo La Galera Encantada, dirigido por Héctor Presa, la misma cantidad de espectadores con respecto a 2015, y tuvo una buena temporada el Grupo Buenos Aires, liderado por Carlos de Urquiza, en el Auditorio Upebe. Y convocaban casi naturalmente el popurrí de espectáculos de Ciudad Cultural Konex, con arriba del 70 por ciento de ocupación de butacas, y la cuidada programación de títeres de Pan y Arte, que ya expande su público de habitués bastante más allá de su sólida base en Boedo.
La gran afluencia de público registrada globalmente en vacaciones de invierno se volcó así sobre una buena programación oficial, versátil, centrada sobre todo en el buen momento de la creación musical. Y en las propuestas de fuerte convocatoria desde la industria audiovisual. Son escasas, en cambio, las obras puramente teatrales que surgen. Apenas pasado el Día del Niño, quedará una cartelera raleada, y en el balance del año se podrán contar con los dedos de una mano los estrenos de la temporada que perduren.