Nahuel Viale: "Yo busqué mi identidad en la actuación"
Un padre que pasó 18 años preso y otros golpes que le dio la vida le permitieron componer el personaje que interpreta en El aprendiz, ópera prima de Tomás De Leone que se estrena la próxima semana
Nahuel Viale. Treinta años. Actor nacido y criado en el república de Chacarita. Hincha de Atlanta. Es el protagonista de El aprendiz, la ópera prima de Tomás De Leone, ganadora de la competencia argentina del 31er Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En ese certamen con vista al mar, como la misma trama de la película filmada en Necochea, Nahuel fue premiado como mejor actor. La emoción por ese premio le generó reacciones inconfesables frente a un grabador prendido. Poco importa. Sus filtros son otros.
Llega tarde a la entrevista, que tiene lugar en el domicilio en que viven su tío y su padre. No es pasada de boleta, es dato. Pide disculpas e intenta disimularla. Lo logra. Luego de las fotos de rigor, prepara un mate. Vio a los Stones, a los Redondos y cantó con la banda 107 Faunos. Con eso, dice, se siente hecho. Tiene dos tatuajes que, entiende, ofician de escudos. Como repetirá varias veces, es un tipo chichonero.
Cuando Tomás De Leone lo llamó por teléfono para proponerle el rol protagónico de El aprendiz, Nahuel no tenía ni idea de quién era el que estaba del otro lado de la línea. Tomás le habló de la película, de su personaje y a él le gustó. Cuando leyó el guión, se dijo: "Es para mí". A cuatro años de aquella afirmación, ahora dice que esos paralelismos con su propia historia de vida lo ayudaron a componer su personaje. "Me parece que es por eso que te creés que ese chico tiene una madre alcohólica o que su padre es un turro. Todo eso, posta, habla muy bien de Tomás como director."
Mientras el mate está en buenas condiciones, cuenta todo ese proceso transitado hace años como si fuera un pasado inmediato. Pero no lo es y lo sabe. "Es raro estar hablando de algo como si fuera ayer cuando sucedió hace una bocha. Son tiempos del Incaa, de la realidad de tipo de películas. Pensá que mientras filmábamos El aprendiz, Tomás tenía tres películas terminadas sin estrenar."
-¿Viste la película últimamente como para refrescarla?
-No, ni la tengo; la memoria se reactiva en charlas como éstas y claramente me vuelven a aparecer los puntos de contactos entre Pablo, mi personaje, y mi propia historia. Como él, yo también soy cocinero (que no es lo mismo que ser chef, aclarémoslo). En mí la cocina no es una changa. De hecho, le estoy plantando más base y en varios momentos me ayuda a mantenerme. Por otra parte, soy una persona muy chichonera, inquieta, y la cocina me cuadra, me va. A Pablo, también. La idea de ponerse un restaurante lo ordena.
Para tener su comedero, el personaje necesita un dinero que no tiene. Junto con amigos comete algunos delitos menores. Pero se tienta con algo más pesado y es entonces cuando la historia adquiere algo de trama policial.
Pablo tiene un padre que, según interpreta Nahuel, es un "tipo ausente". "Digamos -apunta en su personal intento de llamar las cosas por su nombre y de entablar puentes con su propia historia-, tiene algo de mi cosecha. Yo tengo a mi madre, que bien vale aclarar que no es alcohólica, y a un padre que ha estado muuuuy ausente".
-Paradójico: decís que tu padre es un tipo ausente y decidiste hacer esta nota en su casa y no en la tuya.
-Sí..., cierto [se queda pensando, pero sigue en la suya]. Tampoco diría que fue un padre ausente. Hasta casi el año pasado estuvo privado de su libertad. Ayer pensaba en eso mientras me tomaba un whisky.
-¿Estabas solo?
-No, con Camila, una amiga. A veces nos pintan unos whiskachos mientras escuchamos folklore o lo que venga. Pero, como lo hablaba el otro día con Tomás (ahora que lo recuerdo, no era con él), hay mucha relación con mi vida. Como Pablo, uno busca una identidad. De chico yo la busqué en la actuación y desde hace un tiempo tengo la suerte de poder hacer películas (que no es hacerse una sopita). En esa charla [que no era con Tomás] pensaba que mi padre no es que estuvo ausente: estuvo preso casi 18 años. Sopre por narcotráfico. Entonces, ausente es una cosa; tenerlo en un penal, otra. Mis falencias claramente vienen de ahí. En el caso de El aprendiz, el padre es un tipo que se fue de su casa, que deja a su hijo y que ahora está armando otra familia. Cuando Pablo va a su encuentro, está buscando su identidad y se encuentra con algo de su propio espejo, como en la escena del cigarro.
-Es excelente esa escena en la que el espectador descubre que los dos encienden el cigarro de la misma manera.
-¡Tal cual! Había otra que no quedó y que me parecía mortal. Era una en la que yo jugaba con unos palitos que me hacían acordar a mi juguete preferido: los Mis Ladrillos que me compraba mi vieja. Yo perdí mi adolescencia con ese juego [se ríe]. Esas escenas que tocan puntos muy personales reconozco que hablan de un actor muy poco profesional (lo sé, ¿qué le voy a hacer?), porque un buen actor no necesita de esas cosas.
-¿Le mostraste la película a tu padre?
-No, pero va a ir al estreno de la semana próxima. Como verás por la biblioteca, mi papá y mi tío, los dos viven ahora acá, son muy lectores. Pero muuuy lectores. Claro que pasaba de un texto de Schopenhauer a irse a Rosario con otros "nenes" muy pesados.
El aprendiz de hijo
Papá se llama Abel. Mamá se llama Marcela. El tío, que vive con papá, se llama Ariel. Al tío su sobrino Nahuel Viale le regaló un viejo Winco que está en una mesita, cerca de la biblioteca. El Winco está resguardado del polvo por una franela amarilla. El living da a un patio andaluz en altura de un edificio histórico de enorme nobleza arquitectónica y plantas de la infancia. Nahuel es hijo único.
A los 16 años, por iniciativa de su madre, fue a estudiar teatro al estudio de Nora Mosienco. Compartía clases con Inés Efron, Nahuel Pérez Biscayart y Martín Piroyansky. Cayó ahí sin ninguna idea previa. Iba a jugar. En ese juego, a juzgar por los hechos, fue amasando/moldeando/cocinando su propia identidad. Su primera película fue Glue, de Alexis de Santos. Actuaba junto a Efron y Pérez Biscayart.
¿Cuándo ese juego se convirtió en tu propio juego?
-Ponele que el año pasado [larga una amplia risotada]. No..., ¡qué se yo! Lo mío es seguir entrenándome, formándome. Después están las cuestiones laborales, sobre todo cuando te entra un billete.
-¿Eso te pasó con la televisión?
-Sí. A los 23 hice mi primera tira en Telefe, El elegido, en la que clavé unos 40 capítulos. Ahí aprendés el oficio, aprendés a llorar a las 10 de la mañana con Paola Krum. Es así.
-Hiciste muy poco teatro.
-Cierto. Ahora entro en una obra que dirigirá Marcelo Melingo para la temporada próxima del Teatro Cervantes. Telarañas, de Eduardo Pavlovsky. Sería un golazo. Hice más cine (Ocio, de Alejandro Lingenti y Juan Villegas; Antes, de Daniel Gimelberg; Vidrios, de Ignacio Bollini y Federico Luis Tachella). Y la próxima que se viene, una novela de Jorge Bruzzone dirigida por Jorge Leandro Colás, que tiene mucho del Pablo de El aprendiz: los dos son tipos parcos que bordean los márgenes. Debe haber algo en mí que da para eso, aunque yo de parco no tengo nada, soy muy chichonero. Hay otra cosa que sé de mí: no soy un gran actor profesional, necesito que el director me esté encima. Como a un niño. ¿Ves?, ahí debe estar eso de la ausencia de mi padre...
-¿Qué te pasó cuando te entregaron el premio como mejor actor en el Festival de Mar del Plata?
-Me hice caca -posta, no te rías- al entrar a la fiesta de clausura en el Torreón del Monje con un whisky bajo el brazo.
Un actor entre dos mundos
En El aprendiz, la ópera prima de Tomás De Leone, que se estrena el jueves de la semana próxima, Nahuel Viale hace de un pibe parco. Su madre, Mónica Lairana, es alcohólica. Su padre, Germán de Silva, "ausente" sin aviso. Esteban Bigliardi es el líder de una banda de amigos. Malena Sánchez, algo así como su novia. De Leone estudió cine en Cievyc. Su corto El clarinetista se presentó en el Festival de La Habana y en el Short Film Corner, de Cannes.
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