Mujeres asesinas que cantan su historia
Juan Álvarez Prado, que sorprendió con Embarazados y Desde mis ojos, apostó por Murder Ballad, un éxito del off Broadway
Una nueva generación se afianzó en la escena alternativa del musical porteño con títulos emblemáticos: Embarazados y Desde mis ojos, una zambita cruel. Ambos fueron escritos y dirigidos por Juan Álvarez Prado, uno de los más prolíficos exponentes locales del género.
Hace tiempo dirigió un musical estadounidense que le fascinó: Los últimos cinco años, de Jason Robert Brown, que repuso en varias temporadas. Nuevamente se enamoró de otro musical del off Broadway, que estrenó hace algunas semanas en el Maipo: Murder Ballad. Tanto un triángulo amoroso como un misterioso asesinato están en el centro de la trama de este musical protagonizado por Florencia Otero, Germán Tripel, Patricio Arellano y Sofía Rangone, y dirigido por Álvarez Prado, que se puede ver los miércoles en el Maipo Kabaret.
La idea original y la dramaturgia del espectáculo, estrenado en 2012 en Nueva York, es de la norteamericana Julia Jordan; la música y las letras, de su compatriota Juliana Nash, y la adaptación, del argentino Marcelo Kotliar. Es habitual que en los musicales se privilegie el despliegue escénico por encima del rigor en las actuaciones. Para Álvarez Prado y su socio, Juan Pablo Martínez, el objetivo principal cuando encararon el proyecto fue revertir esa lógica. "Empezamos a buscar materiales con una determinada línea, la que pretendíamos que tuviera nuestra productora -explica el director-. Esto es: que fueran desafiantes creativamente y que tuvieran riesgo artístico más que económico. No queríamos repetir los lugares comunes del género. Apuntamos a producciones con pocos personajes y que pusieran el foco en el trabajo de actuación. Es algo que ya se podía notar en Autorretrato, una obra que escribí y se estrenó el año pasado en El Galpón de Guevara."
Después de una minuciosa investigación en torno de las obras que habían estado nominadas a distintos premios internacionales, dieron con Murder Ballad. Compraron los derechos de este éxito del off Broadway, pero después se movieron con cautela: "Hicimos algo que acá no es para nada habitual: un workshop de un año y medio para probar el material -cuenta Álvarez Prado-. Nos olvidamos de las funciones y nos concentramos en ese trabajo en la sala de ensayo para estar bien afirmados. Los norteamericanos, que algo saben del tema, no se tiran a la pileta de entrada. Primero prueban opciones. Y nosotros hicimos lo mismo: probamos durante meses con distintas traducciones, distintas posibilidades de puesta, distintas posibilidades en cuanto a lo actoral, distintos códigos. Nos parecía que había algo del material que era muy complejo y queríamos estar seguros de que íbamos a lograr el resultado que esperábamos. Entonces lo dejamos madurar en la cabeza y después empezamos la preproducción sin apuros. Es un material muy profundo, con muchos conflictos serios, para nada liviano".
Historias de gente común
Con plena conciencia de que el conflicto de la obra tenía, eso sí, algunas características convencionales, Álvarez Prado se concentró en un detalle nada menor de la obra, relacionado con la cuestión de género: "Si uno observa a los personajes de Murder Ballad, encuentra muy pronto conflictos muy reconocibles, problemas muy transitados por la ficción: la mujer aburrida, el marido que la aburrió y el amante que rompe esa monotonía. Los nombres de los personajes son elocuentes: Sara, Michael y Tom, tan comunes en los Estados Unidos que ni siquiera tienen apellido. Son, efectivamente, historias de gente común. Pero lo novedoso es que la perspectiva es la de dos mujeres, las autoras. Eso es menos habitual en los musicales, mayormente escritos por hombres. Es una historia en la que sería fácil enjuiciar a la mujer infiel, pero ese engaño está contado desde un punto de vista femenino que de algún modo justifica por qué alguien puede llegar a esa instancia". Lo más inquietante de Murder Ballad tiene que ver con la precoz aparición del crimen en la historia. Y especialmente con la idea de instalarlo como una posibilidad menos lejana de lo que solemos imaginar. "El hecho de matar es muy ajeno al común de las personas, está claro. Pero vos ves lo que les sucede a estos personajes y pensás: «Ah, si se da el combo correcto puede suceder». Eso es muy provocador, y en la obra está muy bien llevado, es una sensación con un crescendo muy interesante."
Álvarez Prado todavía recuerda el impacto que le produjo ver Los miserables cuando tenía 17 años (hoy tiene 33) y está convencido de que el musical argentino puede generar un efecto similar en los espectadores si se trabaja con seriedad e imaginación. "Lo de siempre: no tenemos ni los presupuestos ni la larga tradición de los norteamericanos -sostiene-. Pero cuando se labura bien, se nota. La Argentina también tiene sus propias bombas en el género, y esas bombas están a la altura de cualquier buen musical de Broadway. Directores como Ariel Del Mastro y el Indio Romero son buenos ejemplos de que las cosas se pueden hacer muy bien acá. Estamos encontrando un estilo propio, que no es ni mejor ni peor. Es distinto. Acá ponemos el acento en la dramaturgia. Quizá nos falte encontrar una personalidad musical."
Murder Ballad
De J. Jordan y J. Nash
Miércoles, a las 21.
Maipo Kabaret, Esmeralda 443.
También en cine
La sociedad de Juan Álvarez Prado con Juan Pablo Martínez no se restringe al teatro. También han trabajado juntos en una película que ha recorrido varios festivales internacionales e incluso ha sido premiada en Nueva Jersey. Se llama Emma y está protagonizada por Sofía Rangone, a la que le toca un papel difícil: el de una mujer que no emite una sola palabra durante toda la historia.
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