Verla caminar por la calle le da sentido a una frase que ya es leyenda: "Las hermanas Pons [Norma y Mimí] cortaban el tránsito en la avenida Corrientes". Alta, con una figura imponente que conserva intacta desde la década del 70, Mimí Pons sabe lo que genera en la gente desde que su parecido con Brigitte Bardot y el estilo con que explotó su sex appeal la convirtieron en una de las mujeres de la época de oro del teatro de revistas. Bella, graciosa y gran bailarina, supo darle cierto aura de misterio a su vida y casi sin querer construyó el mito: se enamoró de Alberto González, uno de los empresarios teatrales más importantes del momento [era hermano de Zully Moreno, dueño de el Maipo y le llevaba 26 años] con quien se casó y tuvo dos hijos –Alberto (37) y Jimena (32)–, y de un día para el otro dejó su carrera para dedicarse a la familia. Durante más de dos décadas casi no se mostró y, de la misma manera que había desaparecido, Mimí –es su sobrenombre desde que nació y se lo puso Norma– volvió a subir a un escenario renovada, poco tiempo después de la muerte de su hermana [Norma murió en abril de 2014]. "Jamás renegué de mi pasado, lo mío fue una elección. Pero ni yo me olvidé de lo que era ser una artista, ni la gente se olvidó de mí", dirá en la entrevista. Y, como para demostrarlo, pondrá a prueba frente al lente del fotógrafo todo lo que aprendió durante los años en los que formó esa dupla inolvidable con Norma. Distendida, pícara y con gran sentido del humor, Mimí habló con ¡Hola! y sin tabúes repasó todos los temas: el amor, su carrera, la relación con su hermana, el amor por sus hijos y su nieta Julieta, y el futuro.
–Enviudaste hace más de veinticinco años y nunca rehiciste tu vida. ¿Te gustaría enamorarte?
–Eso es difícil de responder, porque puedo hablar por hoy, pero no por mañana. Desde el momento en el que murió mi hermana Norma empecé a vivir el hoy, antes no lo hacía. Y hoy diría que sí, me gustaría estar en pareja y tener un compañero, aunque creo que me costaría. Pero de ninguna manera viviría bajo un mismo techo. Tener una compañía sí, pero cada uno en su casa.
–¿Y por qué no la tenés?
–No es fácil encontrar a ese hombre. Yo soy una persona que vive mucho en su casa, salgo poco, no voy a eventos, ni conozco gente por internet. Así que va a ser difícil, nadie me va a ir a tocar el timbre.
–¿Cómo tiene que ser un hombre para que te guste?
–Hay dos cosas que me gustan de los hombres. Y una no tiene nada que ver con la otra. Primero tiene que tener una forma de caminar que es la que a mí me gusta. Es difícil de explicar, pero hay una cierta forma de caminar en los señores que a mí me fascina. Y la otra es que sea muy culto, me encantan los hombres cultos. No podría estar con uno que no pronuncie las eses.
–¿Te invitan a salir?
–Sí, algunos me invitan, pero pocos. Creo que muchos me ven diferente, creen que soy inaccesible y arrogante y eso un poco los inhibe, y nada más lejos de mí que la arrogancia. Algunos son hombres que no conozco, amigos o conocidos de mis amigos, y yo nunca saldría con una persona que no conozco.
–¿Tendrías una relación con un hombre más joven?
–¿Cuánto más joven? Con uno siete u ocho años menor tal vez sí, porque es un sesentón y más o menos está como yo. Ahora no podría con uno de 50 o menos. Yo me casé con un hombre que me llevaba veinticinco años. No era algo planeado, simplemente sucedió, el amor es así. Pero no, con uno mucho más joven no, porque es mucho trabajo. Si convivís tenés que levantarte una hora antes para producirte y que cuando él se despierte te encuentre bella. Y ya no tengo ganas de esas tonterías. Una vez, una amiga y colega, no voy a decir su nombre, estaba saliendo con un chico menor, y yo le preguntaba cómo era la relación y la convivencia. Y ella me dijo: "Mimí, es mucho trabajo, me tengo que levantar temprano, arreglarme y ponerme bien. Y me estoy cansando". Eso me quedó grabado.
–¿Sos una abuela dedicada a tus nietos?
–No sé cómo soy, creo que como soy siempre, hablo mucho, soy cariñosa y hasta pegajosa te diría. Tengo una nieta de un año y medio, es muy chiquita, y yo medio que todavía no entiendo que soy abuela. No sé cómo seré cuando ella sea más grande; sí sé que cuando me ve, sonríe. Para mí es todo nuevo, tengo que aprender y adaptarme. Mi nieta es divina y aprendí que el amor por los nietos es diferente del que uno siente por los hijos. Cuando sos madre tenés muchas responsabilidades y no disfrutás de tus hijos porque estás cuidándolos y sobreprotegiéndolos, todo te da miedo. Cuando sos abuela, estás para jugar y disfrutar. Y eso me encanta.
–¿Ves algo tuyo en ella?
–Físicamente se parece bastante a mí cuando era chica. Pero en su carácter y personalidad la veo más parecida a mi hermana Norma. Debe ser porque las dos son de Leo.
–¿Fue difícil criar a tus hijos prácticamente sola?
–Fue difícil, pero los crié. Y además mis hijos tenían tres madres: mi mamá, mi hermana y yo. ¿Cuál era la tercera? Yo. La primera era mi madre, que tenía locura con sus nietos y los veía todos los días y la segunda era Norma, que también sentía pasión por sus sobrinos y me ayudó muchísimo cuando eran chicos. Recién después venía yo.
Cuando Norma murió tiré todo: fotos, premios, ropa... No quise quedarme con nada. Mi hermana está en mi recuerdo y en mi corazón
–¿Qué es lo que más extrañás de Norma?
–Norma era una mujer que me sobreprotegía mucho, demasiado diría yo. Para mí fue como mi segunda madre. Y lo que más extraño son las charlas que teníamos, sobre todo a la noche cuando ella volvía del teatro [vivían en el mismo edificio]. Extraño esos momentos en los que nos reíamos, nos peleábamos y hablábamos de todo.
–¿Conservás algo de ella?
–No, cuando murió tiré todo: fotos, premios, ropa, no quise quedarme con nada. Mi hermana está en mi recuerdo y en mi corazón hasta que yo me muera, pero no me gusta vivir de recuerdos.
–¿Cómo atravesaste el duelo?
–En ese momento no tuve tiempo de darme cuenta de que había muerto, porque enseguida tuve que reemplazarla en Bailando por un sueño, que fue algo muy emocionante. Yo soy una persona positiva, me gusta reírme, pero en la tele no pude, no me salió. Me hubiera gustado estar brillante y divina en la previa con Marcelo, pero no lo logré. Por suerte la gente me apoyó muchísimo.
–Durante tu carrera hiciste mucho teatro y cine, pero poca televisión. ¿Por qué?
–En toda mi vida sólo hice diez meses de televisión. No soy una artista de la tele y tampoco la entiendo. Por eso siempre agradezco al público que me eligió, me recuerda y me quiere pese a que muchos jamás me vieron en escena dado que abandoné mi carrera durante mucho tiempo para dedicarme a mis hijos. Estuve como veinticinco años sin aparecer. Y cuando volví, fue como si no hubiera pasado un solo día: la gente me reconoció, fue al teatro a verme y me brindó su cariño. Eso es impagable para mí.
–¿Qué mirás en televisión?
–La veo a Moria, que es una genia. Norma la amaba y ella también a Norma. Moria es genial, realmente es la número uno, me divierte muchísimo. Tiene chispa, es rápida, graciosa, me encanta.
–¿Qué otra diva te gusta?
–A mí la palabra "diva" es como que no me va, me parece que acá está mal empleada. Porque diva viene de divino y para mí, el único divino es Dios. En Hollywood les dicen "estrella", creo que es mejor. Y acá la única estrella es Mirtha Legrand. Siempre la miro y la admiro muchísimo. Es extraordinaria.
–¿Alguna vez hiciste terapia?
–Jamás. Tuve una infancia, una adolescencia y una adultez felices. Fui muy feliz desde el momento en que nací, amada por mis padres, por mi hermana y después por mi marido. Luego vinieron mis hijos, así que todo fue alegría en mi vida. Quizá por eso nunca tuve necesidad de analizarme, no había un conflicto grave para resolver.
–Seguramente, alguna vez habrás estado angustiada…
–Sí claro, estuve angustiada y tuve problemas. Por ejemplo cuando fue el corralito, que me quedé prácticamente en la calle, me sacaron todo. Y mi hijo estaba estudiando en una universidad de Colorado, Estados Unidos. En ese momento algunos amigos me decían: "Tenés que hacer terapia" y yo les contestaba: "No, lo que necesito es dinero, a mí me das dinero y se me pasa todo".
–¿Te hiciste alguna cirugía estética?
–Nunca, soy así, toda natural. No tengo operaciones de ningún tipo.
–¿Hacés gimnasia? ¿Te cuidás?
–Gimnasia hago siempre, pero porque soy muy inquieta, como buena sagitariana. Yo no puedo estar sin hacer nada y mi cuerpo está acostumbrado a la actividad. No lo trabajo ni para gustar ni para estar bien, lo hago porque necesito movimiento.
–¿Alguna vez te acosaron?
–¿Qué pasa cuando el acoso no viene de parte de un hombre? ¿Qué pasa cuando es de una mujer a otra mujer? ¿Eso también es acoso? Yo sufrí un desengaño el año pasado y me hizo mucho daño porque no sabía con quién estaba hablando. Pero no fui a los medios y no voy a ir ahora tampoco, directamente puse el tema en manos de un abogado. No voy a dar detalles, pero lo que me pasó fue muy fuerte. El acoso es terrible, sea frente a frente o virtual, porque el psicópata goza con eso, busca enfermar la mente de la víctima. A mí nadie me va a enfermar la mente.
–¿Le temés a la muerte?
–No, para nada. Estoy en paz con la vida, con los míos, con mi carrera, con todo. La muerte es parte de la naturaleza y cuando sea, será. A veces le tengo más miedo a la vida.
Algunos hombres me invitan a salir, pero muchos creen que soy inaccesible y arrogante y eso un poco los inhibe, y nada más lejos de mí que la arrogancia
Agradecimiento especial: Ximena Puig. Maquillaje y peinado: Anabel Álvarez. Agradecimientos: Hotel Esplendor Plaza Francia, Adriana Costantini, Sathya, Grimoldi y Luna Garzón.
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