El cómico hace temporada en Villa Carlos Paz con el Chino Volpato y habló con LA NACION sobre el presente del país, su carrera y por qué cree que la gente necesita reírse ahora más que nunca
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CÓRDOBA.- “La gente se hartó. Decidió darle una oportunidad a este gobierno que tomó decisiones drásticas. Habrá que tener paciencia. Lo otro ya no iba más. Me quedó con la imagen del expresidente en España. Tristísima”. Quien habla es Miguel del Sel, que acepta hablar de política mezclándola con la temporada que realiza en Villa Carlos Paz. Miguel y Chino en Banda, es la obra que comparte con el Chino Volpato en el teatro Holiday. Está “muy contento” y “satisfecho” del show que armaron.
La última vez que había estado actuando en la villa fue en 2019 cuando como Midachi -con Volpato y Dady Brieva- hicieron temporada. Terminaron y empezó la pandemia del Covid-19, recuerda. Define al show de ahora como “un lujo; sorprende, hace morir de risa”. Canta la panameña Idania Dowman a la que llaman “la dama del jazz”; el ilusionista Richard Laffite; Mauricio Jortak, Maxi Chavarría y una banda de seis músicos en vivo.
Después del teatro aprovecha para informarse, para repasar las noticias y en el día, cuando tiene tiempo libre, hace gimnasia, sale a caminar o recorre las sierras. “Estoy bien, con el chip de que la temporada son dos meses y medio trabajando. Estoy deseando cosas buenas”, dice a LA NACION.
Asegura que le dio “todo” a la política en los seis años que le dedicó, pero que después de perder la gobernación quedó “dolido” y se dedicó “al campo”. Del Sel es productor ganadero en Santa Fe, su provincia natal. Acota que “seis años es un período y soy de los que creen que es un período y a su casa”.
“Entiendo que algunos se apasionan por la política, pero la mayoría vive de la política. No creo en eso de que hoy son ministro de Economía y mañana de Salud y al otro día están en la secretaría de no sé qué y acomodan a la familia. Entiendo a la política como servicio, dar lo mejor por lo demás. Así de simple”.
-¿La gente ya no esperaba a Midachi? ¿Cómo es estar sin Dady?
-Con el Chino estamos acostumbrados; hemos vuelto a hacer lo que éramos en el origen, Comiserio, donde yo era el cómico y él, el serio. Después él y Dady trabajaron con (Jorge) Guinzburg, después hicieron “En sincro” y yo, en ese momento, estaba haciendo televisión. Nunca hubo problemas en esto de intentar cosas cada uno por su cuenta. Íbamos a festejar los 40 años de Midachi en julio, pero era problemático. Dady no la veía, era un proyecto para un trabajo a mucho tiempo y desistimos de hacerlo. Empezamos a hablar con el Chino, le conté de la panameña cuando íbamos a ver a Dante Gebel en Los Ángeles, él me habló del ilusionista de Miami y así se empezó a armar el show. A Dowman la conocí cuando fui embajador en Panamá y le había dicho que la iba a traer para trabajar en la Argentina, volví a contactarla y así fuimos retomando cosas. A Mauricio [Jortak] hace 30 años que lo conocemos; a Maxi [Chavarría] hace 20. Le dimos forma a un espectáculo muy ordenado, donde cada uno se destaca en su participación y cuando interactuamos se provocan situaciones muy divertidas.
-Se materializó como esperaban...
-Sí, es lo que imaginamos, salió así, perfecto. Lo que soñábamos es lo que está pasando.
-¿Con el Chino son amigos?
-Amigos-amigos, igual que con Dady. Con el Chino estudiamos juntos educación física. Nos conocimos hace 44 años. Como con Dady fuimos una familia, puede que más con él por haber compartido los cuatro años de la carrera, éramos de Sunchales, nos unió la cercanía también.
-¿Cambió la forma de hacer humor en estos años? Nombraste a “el Negro” Álvarez y él suele decir que a veces se complica, que no se pueden hacer los mismos chistes.
-La gastada es entre nosotros. Sigue todo igual; la gente se ríe de las mismas cosas. Hay necesidad de reírse. Me parece que la movida de los últimos gobiernos hasta nos quitó la risa así que vemos que hay como una descarga del público, ganas de pasarla bien, de olvidarse de los problemas políticos, económicos y hasta culturales. Nos reímos de las mismas cosas, en la sociedad puede haber extremos, pero la gente común se ríe de lo que hacemos. No hay agravios, nos hacemos broma entre nosotros, no nos la agarramos con el público.
-¿Te sorprende que “La Tota” siga siendo un éxito?
-No lo puedo creer; aparece en escena y explota todo. Con los años se hicieron memes de ella, ese desarrollo de imágenes es porque es un personaje que se metió la gente. Hace 39 años que la hago y es increíble que siga gustando entre la gente de todas las edades. Aparece y es el griterío. Es increíble porque paso a dominar la situación de una manera tan simple... Mejor porque provoco una situación muy linda.
-¿Cambió algo en estos 39 años?
-En nada. Es jodida, burra, de todo un poco... Es inteligente, media política, media vedette, media secretaria. Siempre digo que es media todo, se identifica con cualquiera de nosotros porque salvo algunos destacados, todos somos siete puntos. Ella se cree que es, pero no es. La Tota es ácida y simpática; es mi hermana, mi novia, mi esposa. Nació de observarlas como muchos personajes míos. En Rompeportones hacía uno que se llamaba “tenés razón”. Hablaba con Emilio Disi, con Jorge Martínez y con Cacho de la Cruz y a todos les daba la razón. Hay mucha de esa gente que en dos segundos opina distinto. Son personajes que van quedando en el corazón.
-¿Qué te dejó la experiencia en la política? Hablaste recién de la embajada en Panamá...
-Fue una etapa extraordinaria, muy bueno. Pude hacer cosas muy buenas, pueden preguntar en Panamá, me fue extraordinariamente bien. Antes fui diputado nacional por Santa Fe y un año presenté 29 proyectos, renuncié para ser candidato a gobernador. Fui el primero en la historia en renunciar a un cargo, en no pedir licencia. He sido muy correcto, no me beneficié en nada, no cobro nada, no tengo nada. Fue una experiencia de vida muy buena, trabajé intentando ayudar a la gente y así lo hice. En eso estoy contento, feliz. Si quedé amargado fue porque me tocó perder de una forma compleja. En el centro de cómputos se cortó la luz. Di un paso al costado, me ocupo del campo, hago ganadería, invertí en el campo. Todo tan simple como esto. Amo lo que hago, me gusta y lo hago con pasión.
-¿Por qué con esa buena experiencia decidiste dejar la política?
-Es un desgaste tremendo. Fueron años de recorrer pueblo por pueblo, un esfuerzo impresionante. Después, en cinco minutos perdés una elección por 1400 votos. Te amargás, te desilusionás. No podía concretar mi idea de gobernar y hacer cosas buenas. Quedé, no herido, pero sí dolido. Dady y el Chino me fueron a buscar para actuar, arrancamos, después vino la pandemia y nos bajoneamos todos, me ocupé del campo, me concentré ahí, aprendí mucho y ahora de nuevo a los escenarios.
-¿La derrota te decidió?
-Di todo en esos seis años y lamentablemente no pude gobernar. Creo que me hubiera ido bárbaro. Le di seis años de mi vida a la política y está bien porque soy de los que creen que los que gobiernan deben estar un período e irse a su casa. Entiendo que algunos se apasionan por la política, pero la mayoría vive de la política. No creo en eso de que hoy son ministro de Economía y mañana de Salud y al otro día están en la secretaría de no sé qué y acomodan a la familia. Entiendo a la política como servicio, dar lo mejor por lo demás. Así de simple.
-¿Cómo ves la situación hoy?
-La gente se hartó de la corrupción. De los miles y miles de millones de pesos o de dólares que eran para la gente, para la obra pública, para la salud, para la educación y se los robaron algunos. Se hartó y tomó otro camino, eligió otra opción. Decidió darle una oportunidad a este gobierno que tomó decisiones drásticas. Habrá que tener paciencia. Lo otro ya no iba más. Me quedo con la imagen del expresidente en España. Tristísima. Hay videos de él pidiendo que la gente no se vaya, diciendo que había que quedarse y ahora lo vemos a él allá.
-¿Cómo impactó en la relación con Dady sus diferencias políticas?
-La palabra amigos no cambia. La hemos sobrellevado tratando de no tocar el tema. Cada uno tiene derecho a pensar y defender lo que quiere. Soy de esa idea y la respecto. Hay cosas más importantes, trabajar y hacer reír es más importante; llevarnos bien es más importante que pelear por personas o personajes.
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