Miguel de Molina al desnudo: Potente y sensible retrato del faraón de la copla española
Desde España llegó por pocas funciones este gran unipersonal del actor Ángel Ruiz, que se presenta en El Picadero
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Texto y Actuación: Ángel Ruiz. Dirección: Félix Estaire. Dirección musical y piano: César Belda. Iluminación: Juanjo Llorens. Escenografía: Lúa Testa. Coreografía: Mona Martínez. Teatro: El Picadero, Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857. Funciones: 30 de marzo, a las 21.30; 31 de marzo, a las 20; y 6 de abril, a las 20. Duración: 90 minutos.
Miguel de Molina vivió la mayor parte de su vida exiliado en la Argentina. Llegó a Buenos Aires en 1942 escapando del franquismo, que lo perseguía por republicano y homosexual. Y aquí murió en 1993. Lo que el unipersonal Miguel de Molina al desnudo imagina es el hipotético regreso del famoso cantante de coplas a Madrid, tras 50 años de ausencia, para contar de una vez y para siempre toda “la verdad verdadera” sobre su vida, ante una platea de incisivos –cuando no despiadados– periodistas. El recurso dramático le permite a Ángel Ruiz, el magistral actor pamplonés que encarna con pasión, picardía, detallismo y profundidad al artista malagueño, dirigirse en todo momento al público y lograr, así, hacerlo cómplice de la propuesta, de principio a fin.
De los avatares de la existencia de Molina ya habían dado cuenta los filmes Las cosas del querer 1 y 2, y la propia autobiografía del “faraón de la copla”, titulada sugestivamente Botín de guerra; pero es a través de este espectáculo que se constatan sus altos y bajos en forma bien realista: sus inicios en las fiestas flamencas, el primer amor a los 17, con un moro, la transición de La Miguela a Miguel de Molina, la popularidad antes de la Guerra Civil, sus actuaciones para las tropas democráticas, la estadía en un calabozo, las golpizas, el exilio interno, la influencia de Federico García Lorca, la prohibición de volver a subir a un escenario, el salvoconducto al exterior, el rechazo a Hollywood, la transición en México, la solidaridad de Eva Perón y las mieles del éxito nuevamente (pero esta vez en suelo argentino). A través de este derrotero (que no siempre respeta los tiempos cronológicos y hasta incluye algunas alusiones al presente, como un fragmento del himno gay “¿A quién le importa?” y menciones a las marchas y a las leyes en favor de la diversidad), se van sucediendo los temas que inmortalizó el cantante de las blusas con mangas abullonadas (muy bien interpretados por Ruiz): entre ellos “La bien pagá”, “Te lo juro yo”, “Compuesto y sin novia” y “Ojos verdes”. Todo esto en un marco escenográfico y lumínico mínimo, pero tan poético como de buen gusto.
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