Mientras todos los teatros están cerrados, en La Pampa una familia construye una gran sala
Esta historia se puede contar así: una familia de Santa Rosa, La Pampa, desde hace 10 años viene construyendo una sala de teatro casi en silencio. Ese sueño ya tiene formas, nombres, butacas. Se llamará Paradiso y cuenta con mil localidades, la sala más grande de la ciudad.El entramado tiene una voz cantante: la del neurólogo Miguel Ángel Martín y el resto de su familia, y tiene otra persona que ayudó a que este emprendimiento cuando todas las salas del país están cerradas por la pandemia: la del productor Carlos Rottemberg.
Toda historia tiene alguna prehistoria en la que se repiten nombres, citas, tramas. La ciudad de Tres Arroyos -cerca de Bahía Blanca-, en 1960, perdió al Teatro Español, única sala teatral que tenía el pueblo. Un grupo de mujeres, cansadas de ser testigo de generaciones que debían conformarse con ver teatro en salones de colegios, dijo basta. Quien encabezó esa rebelión fue Marina Villanueva a quien todos llaman Perla (nombre artístico de esta abogada que alguna vez fue actriz). Formaron una comisión para la construcción de una sala teatral. Hicieron rifas, se juntaron con intendentes, se sumaron arquitectos y pusieron en práctica todo lo imaginable, pero la plata no alcanzaba, Una tarde apareció por Tres Arroyos el empresario teatral Carlos Rottemberg, para acompañar a su exmujer, Linda Peretz, que estaba presentando su unipersonal. Vio un letrero que decía Asociación Amigos del Teatro Municipal pero, claro, tal teatro no existía. Aunque sí estaban ellas: las damas de la comisión, con quienes después de la función y junto al público impulsaron el proyecto. A los pocos días de aquella noche de debate el "Señor de los teatros" mandó un correo electrónico a esta sección para contar la experiencia. El 31 de mayo de 2004 aquel relato conmovedor salió publicado en LA NACION bajo el título de "La cultura sí importa". Entre otras cosas confesaba que todo este delirio era como estar viendo Cinema Paradiso, pero al revés.
En agosto de 2008 en Tres Arroyos hubo fiesta: abrió el Teatro Municipal de Tres Arroyos con Perla y las chicas de la comisión. Estuvieron Rottemberg, el actor y productor Guillermo Bredeston, la gente de la ciudad, las llamadas fuerzas vivas, este cronista... "Nos mandamos algunas macanas, pero esto nos pasa porque es el primer teatro que hacemos. Para el segundo vamos a estar cancheras ", contaba esa noche Perla quien se había vestido para la ocasión.
A 479 kilómetros de Tres Arroyos está Santa Rosa, en La Pampa. Allí un médico neurólogo está terminando de construir un teatro. Se llamará Paradiso. Pasado el mediodía de hoy el doctor Miguel Ángel Martín está atendiendo a un medio local. La que responde su teléfono es Lucía, su hija mayor. "Él es quien lleva la batuta de todo esto. Empezó como una idea que no parecía muy viable pero que se fue materializando en los últimos diez años. No lo habíamos difundido porque se trata de un emprendimiento familiar, pero ahora, con las butacas ya puestas, tiene otra forma y ya es lindo contarlo. Es como si estuviéramos más cerca de concretar ese sueño", cuenta a LA NACION. Lucía tiene dos hijos (Santino y Vittorio, los que aparecen en la foto junto a sus abuelos) y otros dos hermanos. El mayor, Lucas, también es neurólogo y está radicado en Barcelona, El menor, Tomás, es el que, cuentan, está en el día a día de la obra, el que aporta las fotos.
La sala está ubicada a unos 6 kilómetros de la Plaza San Martín de la capital provincial. Está justo enfrente al aeropuerto de la ciudad más importante de La Pampa y próxima a un hotel importante. "Hoy salí de los temas médicos -confiesa ahora entre risas el doctor Miguel Ángel Martín- Todo esto nació como un proyecto familiar. De chicos, con mi esposa, María Inés Di Menza, hicimos teatro en el colegio del pueblo en donde nacimos. Llegamos a hacer funciones acá, en la capital. Luego nos fuimos a estudiar Medicina a la UBA y siempre aprovechábamos para ir al Teatro San Martín, a recorrer las librerías de la avenida Corrientes. Regresamos a Santa Rosa ya como profesionales y hace cosa de diez años nació esta idea. Lo primero fue comprar un terreno cerca de nuestra casa. Una vez fuimos a ver a Carlos Rottemberg para que nos asesorara y nos dedicó muchas horas de charlas, de consejos; con su hijo Tomás nos dieron un gran impulso. Y así todo esto fue tomando forma. Hace tres años pedimos un crédito y compramos las butacas y la puertas en Córdoba y eso fue como un verdadero hito. Estábamos en plena obra hasta que vino la cuarentena, pero como ahora estamos en otra fase del coronavirus empezamos a terminar el trabajo de refrigeración y la carpintería. Estamos esperando que nos llegue el telón desde Buenos Aires", apunta el médico.
El chiche de la ciudad es el Teatro Español, una sala histórica. También hay otras salas, pero ninguna supera las 400 localidades. Paradiso ya tiene sus 1000 butacas. Cuenta con un escenario de 200 metros cuadrados y una superficie cubierta de 1400 metros cuadrados. Su estacionamiento tiene capacidad para 50 autos. En este largo de proceso de construcción no contaron con ayuda estatal alguna. El doctor, que en poco tiempo será también empresario teatral, ni sabe cuánto dinero invirtió. "Nunca anotamos nada", confiesa. En estos tiempos es complejo definir fechas, él estima que abrirá la sala apenas se pueda. Se ilusiona con llevar algún espectáculo de Guillermo Francella o de Ricardo Darín, o un musical, o un espectáculo de tango o de folclore.
Para eso, todavía, falta. Lo real en esta historia son esas mil butacas que están esperando a los artistas y a su público pampeano. La cultura sí importa.
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