Mi don imaginario: una revitalización del universo midoniano
La obra de Mariano Taccagni, presentada en el marco del Fibita, es perfecta para descubrir la obra de Midón en el contexto de la pandemia
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LA NACIONJuan Garff
Mi don imaginario. Autor: Mariano Taccagni. Idea y dirección: Pablo Gorlero. Canciones: Hugo Midón y Carlos Gianni. Elenco: Ana María Cores, Fernando Avalle, Sacha Bercovich, Tatiana Luna, Jorge Maselli, Laura Montini, Flavia Pereda, Julián Pucheta, Nahuel Quimey Villarreal, Belén Ucar y Alejandro Vázquez. Coreografía: Verónica Pecollo. Vestuario: Alejandra Robotti. Escenografía: Magalí Acha. Iluminación: David Seldes. Funciones: Sábado 6 y domingo 7, a las 20, en el marco del Fibita (disponible en Vivamos Cultura). Duración: 75 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Es más que un homenaje a Hugo Midón, a una década de su fallecimiento. Mi don imaginario es una obra nueva, inteligentemente hilvanada por Mariano Taccagni, que recrea todo el vasto repertorio de Midón y el músico Carlos Gianni, quien asume también aquí la dirección musical.
La puesta en escena de Pablo Gorlero logra alternar eficazmente los climas festivos de una miríada de payasos con escenas intimistas, desde las que se explica y repotencia el movimiento de todo el universo midoniano.
Ana María Cores impone desde la apertura una presencia que se condice con su personaje de musa inspiradora. La Música, que ella representa, convoca al escenario a las otras dos figuras protagonistas del musical, Carlogi y Humi, los alter ego de narices rojas de Gianni y Midón.
De repente quedan solos Humi y Carlogi, con su escritorio y su piano, respectivamente. Conforman en la interpretación de Alejandro Vázquez y Jorge Maselli una usina creativa que lanza al aire las canciones que celebraron varias generaciones. Las letras se resignifican y revalorizan en el contexto actual de pandemia, con la misma necesidad de “volver a encontrar la gente en un abrazo” de los tiempos de recuperación de la democracia.
Salen nuevamente a cantar y bailar los clowns. Cada uno de ellos dotado de rasgos singulares que les permiten emerger como personajes individuales y a la vez conformar en su bella diversidad un conjunto en cuadros de coreografía precisa. Todos ellos, vivitos y coleando.
Por Juan Garff
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