Mayo de 1810, en escena

En su imprescindible "Historia del teatro argentino" (edición del Instituto Nacional del Teatro, 1999), Luis Ordaz desecha, con sólidas razones documentales, las supuestas agresiones mutuas con que patriotas criollos y realistas se habrían enfrentado, desde tiempo antes del 25 de mayo de 1810, en la sala del entonces llamado Coliseo Provisional. Este teatro se había edificado de prisa, en 1804, en la esquina de las actuales Reconquista y Perón, a metros de la basílica de la Merced, para reemplazar temporariamente a un llamado Coliseo Grande, que nunca se terminó de construir en el Hueco de las Animas, o sea, Reconquista y Rivadavia.

Pese al calificativo de Provisional, ese Coliseo Chico, rebautizado Teatro Argentino en 1838, alcanzó holgadamente el medio siglo de vida. Fue Vicente Fidel López quien en su famosa crónica "La gran semana de 1810", recogió la especie de aquellos choques entre criollos y españoles, o sus partidarios, y la transmitió a la posteridad. Ordaz aclara que, habiéndose clausurado el Provisional al comenzar la primera invasión inglesa, en 1806, no retomó la actividad teatral hasta fines de 1810. Lo real es que a partir de ese momento la sala se convirtió en caja de resonancia de las aspiraciones de los argentinos a la libertad. El público boicoteó (diríamos hoy) el repertorio tradicional de clásicos españoles y exigió obras que hablasen del momento que se vivía, y que alentaran el impulso patriótico.

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Cedemos la palabra a Ordaz, como corresponde: "La noche del 24 de mayo de 1812, para celebrar el segundo aniversario de la revolución, se pone en escena "El 25 de Mayo, o el Himno de la Libertad", escrita por Luis Ambrosio Morante". (Un paréntesis para presentar a éste, "la figura tal vez más representativa del teatro de la Revolución, el altoperuano, o norteño, Luis Ambrosio Morante, excelente actor, aunque exagerado y enfático a veces", según el erudito Aldo Armando Cocca).

Prosigue Ordaz: "Se supone que es la traducción y adaptación de "La Marsellesa, o el Canto de la Libertad", un apropósito que se representó en el París revolucionario de 1792. La partitura musical de la pieza pertenece al maestro Blas Parera, director de la orquesta del Coliseo, y la función es recibida con tanto entusiasmo por el público enardecido, que hace comprender a las autoridades la necesidad de tener una canción patria. Más aún, una de las versiones sobre el tema señala que Vicente López y Planes se siente tan conmocionado por la representación y el clima que se vive, que es allí, en la sala del Coliseo, que empiezan a brotar en su mente los versos que la Asamblea de un año después habrá de proclamar el Himno Nacional Argentino. Por otra parte, al ser premiado "El 25 de Mayo, o el Himno de la Libertad" por el Cabildo, "para que sirva de estímulo", es la primera obra de teatro que en nuestra historia obtiene un lauro oficial".

Taullard, en su "Historia de nuestros viejos teatros", describe así al Coliseo Provisional: "Su frente, que durante muchos años ni revocado fue siquiera, hallábase completamente despojado de todo ornato, y su entrada la constituía un simple portón de pino, más propio para una cochera que para un teatro". "Para figurar el mar, por ejemplo, se tomaba una gran lona pintada del color de las olas y debajo, tendidos de bruces, unos muchachos la movían suavemente o la agitaban con furia, cuando había que representar, sea un mar en calma o un mar embravecido. Los truenos se figuraban por medio de una balsa o de un barril lleno de piedras que se hacía arrastrar sobre las tablas; y cuando la falta de maquinistas o del decorado apropiado no permitía representar exactamente lo que la obra exigía, los actores mismos tenían que suplir lo faltante haciéndoselo imaginar al público, sugestionándolo con frases como esta, por ejemplo: "Estamos ahora en la prisión, o en el templo, o en el palacio del duque"; y aunque la escena representara todo lo contrario, el público tenía que creerlo."