Mata Hari revive en un escenario y se mete en la historia argentina
Milagros Michael no solo encarna a la célebre espía, sino que la vincula con la elite criolla de principios del siglo XX
Si hay un personaje histórico casi nunca frecuentado por la escena teatral es Margaretha Geertruida Zelle, más conocida como Mata Hari, la famosa bailarina y espía holandesa. Fue cortesana y vivió una vida turbulenta. Durante su estadía en Java (por aquel entonces, colonia holandesa) aprendió danzas brahmánicas y orientales, con las que posteriormente se ganó la vida en Europa. Durante la Primera Guerra Mundial se convirtió en una espía alemana, por lo que fue detenida por las fuerzas francesas, declarada culpable de espionaje y traición, condenada a muerte y ejecutada por fusilamiento el 15 de octubre de 1917 en la Fortaleza de Vincennes.
Desde mañana por fin podrá verse en un escenario porteño la representación de este personaje. La Mata Hari. Milagros Michael es una reconocida actriz y bailarina vinculada al teatro musical vernáculo. Y ella misma es la autora de esta pieza que protagoniza y que nació en el marco del taller de dramaturgia dictado por Mariano Tenconi Blanco e Ignacio Bartolone y ganó el subsidio Más Teatro 2019, otorgado por la Fundación Sagai. A su vez, esta ópera prima de Michael, dirigida por César Bordón, quien vuelve a dirigir teatro después de muchos años, se completa con un elenco integrado por Gustavo Monje, Nicolás Schneider y Pablo del Río.
Pero la pieza no retrata la vida de Mata Hari, sino que toma su figura para apuntar a la historia argentina. A 102 años de la muerte del personaje, esta farsa histórica pone el foco en la clase dirigente argentina de principios del siglo XX. En tono irónico y grotesco, evidencia las aspiraciones estrafalarias y absurdas de la época.
En una Buenos Aires farsesca, tres dandis porteños se complotan para restablecer una monarquía francesa con motivos de la celebración del Centenario de Mayo. Deciden nombrar líder al hijo de Pierre Benoît, el último delfín de Francia que escapó a la Argentina en 1818. Ellos se confrontarán con Mata Hari, quien los someterá a sus caprichos de diva y pondrá en peligro sus planes de restauración.
"Desde chica siempre me atrajo el mundo del espionaje, me fascina leer la vida de los agentes. Un día encontré una biografía novelada de Pat Shipman que me hizo descubrir una Mata Hari lejana al cliché de la bailarina y espía. Fue una mujer que se inventó una identidad para sobrevivir. Luego de la muerte de su hijo en las Indias Holandesas, su marido, el militar Rudolph MacLeod, 20 años mayor que ella, le saca la tenencia de su hija además del dinero. Ella viaja a París intentando ganarse la vida como una cortesana y ahí es donde inventa esta nueva identidad haciéndose llamar: Mata Hari. Se hacia llamar el sol. Ponía en práctica las danzas javanesas que había aprendido, mientras se sacaba la ropa. Era una diva pretensiosa que encantaba a políticos y militares volviéndolos locos para que cumplan sus caprichos. Nunca daba a revelar su verdadera identidad, llegó a decir que era hija de los dioses javaneses. Inventaba todo el tiempo para poder sobrevivir, para seguir pidiendo favores. Pat Shipman hace hincapié en este espíritu, por llamarlo de alguna forma tilingo que me enamoró. Cita frases como: 'De Madrid solo pude conocer el Ritz porque no paraban de presentarse infinitos caballeros a extenderme sus capas como si fueran una extensa alfombra para que camine sobre ellas'", describe Milagros Michael.
La obra busca acercar la historia de un momento fundante en la construcción de la identidad nacional, el festejo del Centenario, con un tono irónico y grotesco. En particular los movimientos democráticos enfrentados a olas de deseo restaurador que en aquellas épocas animaban las aspiraciones en conflicto de la clase patricia argentina.
"Me pareció interesante y divertido contextualizar a una Mata Hari durante los festejos del Centenario de Mayo en donde había un espíritu un tanto aspiracional en donde se le quería demostrar a los europeos y a las celebridades internacionales que éramos como ellos. En mi farsa histórica, Mata Hari llega como enviada de un Marechal francés a entregar un tratado y bailar en el teatro Colón en donde se iba anunciar una restauración de una monarquía francesa. Hay toques de espionaje, humor, misterio y siempre pretensión", explica Michael.
"Mi motivación fue que en un marco mundial donde la revolución socialista asomaba y el fin del Imperio Austrohúngaro se vaticinaba, la clase dirigente argentina se solazaba tirando manteca al techo para encajarla entre los opulentos pechos de una valkiria de un fresco o llevaban una vaca atada en el barco para tener leche fresca todas las mañanas. La restauración de la monarquía francesa en Buenos Aires es desatinada y anacrónica pero perspicaz, si se piensa en las costumbres extravagantes y grotescas del dandismo porteño. El mundo nos sigue deleitando con líderes absurdos y estrafalarios", concluye.
La Mata Hari
Domingos, a las 20.
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.
Entradas, $ 400.