Marina Otero: la coreógrafa y bailarina punk en su tránsito del sexo desenfrenado al más puro amor
Con Fuck me realizó una extensa gira por Europa y, ahora, con Love me, que estrena en el marco del FIBA, cierra una especie de díptico antes de instalarse definitivamente en Madrid
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En los últimos tres años, hay algo en el recorrido de la bailarina, coreógrafa, dramaturga y perfomer Marina Otero un tanto cíclico. En el Festival Internacional de Buenos Aires, FIBA, de hace tres temporadas, en febrero estrenó en el Teatro Regio un trabajo biodramático demoledor que llamó Fuck me. Para muchos, esa propuesta, aunque apenas hizo tres funciones, fue lo más destacado del encuentro. Luego, detalle de estos tiempos, vino la pandemia y todo lo pensando, como llevar a esa obra tan radical a la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, quedó en la nada. Sin embargo, ella y su troupe se lo pasaron girando por Europa con esa obra. En febrero del año pasado, Marina, llevó a Mar del Plata 200 golpes de jamón serrano, otro trabajo biodramático que protagonizó junto a Gustavo Garzón y que habían estrenado ya hace unos años. Así fue como la bailarina punk de tantas obras que llevan la firma de Pablo Rotemberg se ganó un Estrella de Mar por la mejor obra dramática de la temporada. Aquella noche, después de la premiación, ambos se fueron a Chichilo a comer pescado y a emborracharse.
En el actual mes de febrero, repuso Fuck me en el Centro Cultural 25 de Mayo (quedan sólo tres funciones); y al día siguiente, en el marco de esta nueva edición del FIBA, Love me, trabajo que cuenta con dramaturgia y dirección que comparte con su amigo Martín Flores Cárdenas, el creador que en estos días está presentado No hay banda en su sala Casa Teatro/Estudio. Después de este estreno, Marina Otero deja Buenos Aires. Love me es, si se quiere, la obra de su despedida.
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Ahora la bailarina y coreógrafa está en un bar de Villa Crespo. Cuando estrenó Fuck me fue a poco tiempo de reponerse de un traumática operación que la tuvo inmovilizada durante un largo tiempo. En escena, apenas podía moverse. “Para mí el teatro siempre fue más importante que mi vida, hasta que empecé esta obra, que inicia junto con el dolor y termina con una operación de columna. Hice casi todo el proceso desde una cama, me grababa audios de voz porque no podía sentarme a escribir. Tampoco pude aprenderme los textos de memoria, por eso ahora los escucho por estos auriculares mientras los digo. Iba de la cama al ensayo y del ensayo a la clínica”, dice ella en los minutos iniciales de una obra catártica, expansiva, liberadora, atrapante con unos performers que dejan todo en escena. Llega al bar en bicicleta. Anoche hizo función y al terminar la charla se va a ensayar con Martín Flores Cárdenas (”somos un poco el agua y el aceite, somos opuestos complementarios y nos divertimos, lo pasamos bien”). Su cuerpo es otro. Ella es otra (y la misma, la que no olvida ningún detalle de se traumático tiempo).
Después de las primeras funciones de Fuck me, todo el elenco iba a hacer temporada en el San Martín. Pero la noche del ensayo general vinieron nuevas medidas restrictivas producto del Covid-19 y todo ese planazo quedó en la nada. Es más, al otro día ella se contagió. Pero Marina tiene varias vidas. Desde agosto a noviembre del año pasado, los seis desaforados (Augusto Chiappe, Juan Francisco Lopez Bubica, Fred Raposo, Matías Rebossio, Miguel Valdivieso y Cristian Vega) y la bailarina punk anduvieron de gira mágica por Europa que incluyó presentaciones en varias ciudades suizas, francesas, unas funciones en Nápoles (Italia) para terminar en Cádiz, al sur de España. En Zurich, Fuck me obtuvo el Premio del público ZKB, Theater Spektakel. Toda esa cosecha gracias, apenas, a tres funciones. Algunos programadores internacionales llegaron a ver la obra en Buenos Aires, tomaron contacto con ella y se armó una especie de boca en boca que hicieron correr la voz de que algo ahí merecía toparse con nuevos públicos. “Nosotros lo aprovechamos porque sabemos que eso se agota, que surge otro espectáculo que se pone de moda y listo. Es así”, reconoce, fiel a su estilo, de no dar muchas vueltas en decir lo que piensa.
La gira en sí misma fue todo un aprendizaje para Marina, creadora formada en las endebles aguas de la escena alternativa porteña. “Para gente como nosotros que venimos del circuito independiente en el cual hacemos todo por amor, por desesperación, porque no nos queda otra entender que una obra se pueda vender, que puede generar trabajo a un montón de gente o aprender a defender un cachet es todo un desafío”, apunta ella de su nuevo rol de gestión a escala internacional.
“El mercado del arte es una ciudad amurallada a la que pocos tienen acceso. Esta obra quizá sea mi gran Caballo de Trola con seis guerreros adentro dispuestos a combatir entre los muros del palacio de Elsinor. Un caballito de batalla en el campo del privilegio (...) Pensamos que el arte salva al resto cuando en realidad todo lo que hacemos es manotear el pedazo del naufragio que alcance para mantenernos a flote”, escribió en un artículo en la Revista Dramática, que edita el Centro Dramático Nacional, de España. Al artículo en cuestión lo tituló de este modo: “El amor es una cajita de preservativos donde se guardan los euros y otras cosas chiquitas que golpean adentro”. Por ese trabajo, obtuvo 450 euros.
Cuando hace dos semanas repuso Fuck me en la sala de Villa Urquiza pensó mucho en cómo resolver su participación en la obra. Ya no es aquella Marina con el cuerpo casi roto. “Decidí representarme en el pasado. El cuerpo padeció tanto esa situación que me resulta muy fácil entrar en ese estado. Diría que casi que siento el dolor todavía de estar recién operada”, confiesa. Pero al final de ese trabajo tan perturbado sucede algo que no vale la pena contar.
Ahora es tiempo de Love me, del paso del sexo al amor. Lo presenta de este modo: “La escribí con un amigo porque sola ya no puedo. A veces siento que es poseído por un espíritu maligno. Como si fuera el emisario de un mensaje ancestral, primitivo y violento. Planeo fugarme, huir de él. Esta obra es una despedida”. También cree que la obra que protagoniza habla de la violencia o de su propia violencia como mujer. “Algo que, seguramente, tiene que ver con el machismo porque nuestra frustración genera una acumulación y eso es violencia. La autodestrucción también genera destrucción en otros”, afirma con convicción, con conocimiento del tema.
Y sobre la capa de despedida que propone Love me, agrega: “Con esta obra disparo al aire las balas y huyo antes de que me empiecen a llover las balas en mi propio cuerpo”. En pocas semanas se va a Madrid, por eso está entre ensayos y vendiendo los muebles de su casa. En España ya se hizo de su cueva, sólo queda habitarla. Lo único concreto es una nueva gira de Fuck me por el norte de España, Holanda y, Portugal; otra segunda gira que incluye una temporada en el Théâtre de la Ville, de París (”mucho culo, de verdad”), Bélgica, Polonia, Suiza y España. Por su parte, Love me ya tiene asegurada funciones en Francia y Suiza y ambos trabajos se presentarán en el Festival de Otoño, de Madrid. “Tengo que salir para conocer a otros artistas, a vivir experiencias para ver cómo sigo. Quizás en febrero del año nos volvemos a encontrar en bar de Buenos Aires, no lo sé...”.
Para agendar
Love Me
Desde el viernes hasta el 5 de marzo, como parte de la programación del FIBA, en Casa/Teatro, Guardia Vieja 4257.
Fuck Me
Jueves, a las 21; lunes 28 de febrero y martes 1° de marzo, a las 21.30.
Centro Cultural 25 de Mayo, Triunvirato 4444. Entradas por Alternativateatral.com
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