Maite Lanata debuta hoy en el modo híbrido de Bodas de sangre, un tragedia con ecos familiares
En la escuela a Maite Lanata le gustaba actuar en los típico actos. En aquellos tiempos era fanática de La Pantera Rosa. Su primer trabajo fue en una publicidad de patitas de pollo a la que entró casi por casualidad, Su primera película fue en 2010. Se llamó Mía, que fue la ópera prima de Javier van de Couter, en la que se narraba la historia de una travesti. En la televisión, su debut fue en El elegido. Maite hacía de la hija autista de Pablo Echarri. En 2018, mientras grababa 100 días para enamorarse, en donde hacía de un chico trans, debutó en teatro con Jazmín de invierno, obra que dirigió Corina Fiorillo y que contaba con la actuación de la desaparecida Silvina Bosco. El texto de Carla Mourer relataba la historia de una niña secuestrada a temprana edad. "Siempre me atrajeron los personajes con mucho mundo interno", decía en un reportaje del año pasado. Esta temporada iba dar el gustazo de debutar en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín. Maite fue una de las seleccionadas para integrar el numeroso elenco de Bodas de sangre, el texto clásico de Federico García Lorca que iba a montar Vivi Tellas. Iba a compartir el escenario con Cecilia Roth en medio de una escenografía diseñada por Guillermo Kuitka. Sin dudas, era uno de los montajes más esperados de la programación del Complejo Teatral de Buenos Aires. Pero vino la pandemia, su tsunami, y el debut previsto para fines de junio no se concretó.
En medio de la cuarentena, el elenco (entre los que figuran también Mauricio Paniagua, Luciano Suardi, Esteban Meloni, Maruja Bustamente, Rita Pauls y Pablo Lugones) armaron un grupo de WhatsApp que llamaron Bodas de sangre SOS que entró en una especie de estado de asamblea permanente que se fue desplegando su debate siempre en modo Zoom. Se podría interpretar que la deriva de todo aquel impulso fue el que terminó dando forma al ciclo Modo híbrido, esa propuesta que rescata parte de las obras programadas por el Complejo Teatral para transformarlas en piezas audiovisuales. Esta vez, a diferencia de las obras anteriores del ciclo, Muy bodas de sangre, un biodrama trágico (así se llama la propuesta) adquiere las formas de un tríptico que se irán subiendo cada sábado, a las 20, para quedar a disposición de todos en la página de la sala.
Hoy, en la primera entrega de esta pieza de neto tono biodramático que cuenta con el aporte de la cineasta Agustina Comedi, debutará ella con un testimonio familiar atravesado por lo lorquiano a la espera que, alguna vez, algo de lo que se tiene pocas certezas, Bodas de sangre se estrene por fin en la Martín Coronado.
Maite Lanata tiene 20 años. Si bien ya obtuvo dos Martín Fierro y ha logrado reconocimientos de todo tipo, en estos días está concentrada en su formación. De hecho, en estos momentos se está preparando por los exámenes en la IUNA, en donde estudia Licenciatura en Actuación. En medio esas tensiones cuenta el proceso de montaje de esta obra que, como tantas otras, no se llegó a estrenar.
"En verdad, Muy bodas de sangre nació por iniciativa del elenco, producto de la incertidumbre -se sincera en el diálogo con LA NACION-. Los actores no contamos con IFE ni nada de ese tipo de ayudas estatales. Quedamos relegados. Por eso armamos un grupo de WhatsApp que llamamos Bodas de sangre SOS como una forma de buscar una respuesta. Empezamos a hablar y llegamos a la conclusión de comunicarle al Teatro nuestros deseos de hacer algo por Zoom. Nos juntamos entonces con Vivi Tellas y, luego, con la dirección del San Martín (que preside Jorge Telerman). Nos terminaron proponiendo que pensáramos en un proyecto audiovisual. Al principio no sabíamos qué hacer. Queda claro que esto no suplanta a la obra que, en verdad, no sabemos si se va a estrenar o no. Por ahora no tenemos nada confirmado. Nos dijeron que cuando el Teatro volviera a entrar en movimiento iban a respetar la cronología de estrenos previstos para este año. Nosotros deberíamos haber comenzado a ensayar en abril y para estrenar a fines de julio".
Por lo pronto, según cuenta ella, Cecilia Roth, quien iba a debutar en el San Martín, ya tiene programado otra agenda para el año próximo. "En mi caso no tengo nada firme. Yo solamente tengo cosas de palabra, como hacer la tercera temporada de El jardín de bronce (en donde actúa junto a Joaquín Furriel) pero, claro, eso es una coproducción entre Polka y HBO y ya sabemos como están las cosas...", suma incertidumbres. En medio de este mapa de tensiones el mismo elenco fue generando certezas. "Vivi Tellas nos propuso, siguiendo con su indagación de lo biodramático, que buscáramos en nuestras vidas un hecho lorquiano, un hecho trágico que se pueda vincular con Bodas de sangre. En Lorca está la preponderancia del hombre sobre la mujer como la cosa de pueblo chico e infierno grande. A partir de esas líneas busqué en mi propia historia. Primero pensé en mi fiesta de egresados, en ese caos en los que se mezcla el alcohol con la euforia y con ciertas cosas siempre latentes. Pero después, al ver que el resto de los actores indagaban en historias familiares, fui por ese lado. Pensé en mis cuatro abuelos y me quedé como mi abuela materna, Silvia, y me topé con mensajes ocultos en su historia. El proceso, en medio de la pandemia, fue muy movilizador, casi terapéutico todo el proceso", cuenta en una charla telefónica.
Su abuela fue la primera muerte en los 20 años de vida de Maite Lanata. Para dar con esos datos ocultos recurrió a los relatos de sus tíos. "Me focalicé en ella en su rol de mujer, de madre, de abuela. Ella estaba casada y, de repente, se separó. Inmediatamente borró todo indicio de la presencia de su marido. A tal punto que, de un día para el otro, quemó su ropa, todas sus cosas. Sin embargo, sus hijos siempre quisieron saber de él. Ese hecho me llevó a pensar en la obra. Leonardo, uno de los personajes, dice: 'Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima (...). Porque tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad'". Antes de morir, su abuela Silvia le había regalado un peluche. Con ese peluche ella jugó, inventó mundos, descubrió misterios.
El proceso de armado de este juego de rompecabezas que nació con ese grupo de chat que llamaron Bodas de sangre SOS también en ella tuvo algo de ir descubriendo lo oculto. Por lo pronto algo tan sencillo como toparse con el cuerpo entero de sus compañeros de elenco al que estaba acostumbradas a verlos por la pantalla. "Yo no conocía a ninguno de ellos. A lo sumo, nos vimos cuando el Teatro hizo la presentación de la temporada 2020 -recuerda esa bulliciosa conferencia de prensa o fiesta en tiempos en los que sí había encuentros sociales en los que se luchaba por dar con la copa de champagne- Todos estos meses fue vernos por Zoom. A nadie le conocía las piernas", se ríe como si fuera una cita maradoniana. Pero cuando terminaron de filmar realizaron un pícnic en un parque, ahí completó el cuadro completo de cada uno. "Me di cuenta que Mauricio Paniagua es re alto. Es que como él siempre usaba un fondo de zoom sin una puerta de fondo, yo no tenía idea de su altura", cuenta quien su fondo de Zoom optó por típico living con dos ventanas de fondo.
Su participación en esta historia que tuvo tantas reformulaciones, indagaciones sobre su propia historia familiar y reflexiones lorquianas nació en noviembre del año pasado. "En ese momento ni locos imaginábamos todo esto de la pandemia. Yo estaba haciendo Argentina, tierra de amor y venganza en la tele. Uno de los guionistas era Alejandro Quesada, quien también estaba trabajando en el proceso de reescritura de Bodas de sangre, junto a Vivi Tellas. Fue él el que le propuso a Vivi que formara parte del elenco y me terminaron llamando. No me dijeron que iba a ser una audición, pero lo fue. Yo había llegado al San Martín agotada de la grabación y me llevaron al escenario de la Martín Coronado en el que me sentía re chiquitita. Me hicieron correr, cantar, moverme y fue fantástico. Me cayó muy bien esa manera de una audición encubierta porque uno siempre tiene temor ante algo así. Pero me fueron llevando y lo pasé genial".
Vivi Tellas, creadora vinculada con las vanguardias escénicas, ya había habitado esa sala en 2002 cuando estrenó allí La casa de Bernarda Alba. En esa particular versión actuaban Elena Tasisto, Mirta Busnelli, María Onetto, Carolina Fal y Muriel Santa Ana, entre otras. La escenografía, como en Bodas de sangre, también era del artista plástico Guillermo Kuitka, Por simples cuestiones generacionales Maite no vio ese montaje. Pero como el Complejo Teatral la subió a su página algo sabe. "No la vi entera porque ver teatro grabado mucho no es para mí", reconoce. También por cuestiones generacionales (ni había nacido) no formó parte de ese grupete maravilloso de artistas (Julieta Zylberberg, Violeta Urtizberea, Martín Slipak, Julián Kartun, Martín Piroyansky, Lucrecia Martel) que dieron sus primeros pasos en Magazine for fai, aquel icónico programa de televisión. Sin embargo, estudió actuación con Nora Moseinco, una de las creadoras de aquel ciclo. "Su estudio quedaba cerca de casa", reconoce. También estudió con Cristina Banegas, otra formadora fundamental de la escena.
Pero a diferencia de otras actrices y actores que se iniciaron en la escena alternativa, ella no. "Mi ruta es extraña, hice muy poco teatro. Se dio así naturalmente. Bodas de sangre iba a ser mi segundo trabajo en teatro", agregó en la tarde de ayer mientras, se recuperaba del desconcierto que le produjo la muerte de Diego Maradona. Ese segundo trabajo ahora llega, desde mañana, en formato híbrido. En la primera entrega de Muy bodas de sangre su relato se articula con los de Eugenia Roces, Pablo Lugones, María Soldi, Flor Dyszel y Luciano Suardi. En el próximo sábado, aparecerá Mauricio Paniagua y, en el siguiente, Cecilia Roth. Los momentos lorquianos prometen estar atravesados por relatos en primera persona sobre ese proceso que, por cuestiones pandémicas, se desplegó hacia otros territorios expresivos. La fuerza expansiva de aquel grupo de WhatsApp llamado Bodas de sangre SOS ahora se despliega hacia otras pantallas buscando nuevas resonancias.
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