Romance gitano: magnífica recuperación del universo lorquiano
Romance gitano / Autores: Federico García Lorca, Lluis Pasqual / Intérprete: Nuria Espert / Sonido: Roc Mateu / Iluminación: Pascal Merat / Asistencia de dirección: Catalina Pretelt / Ayudante de dirección y regiduría: Marco Berriel / Dirección: Lluis Pasqual / Sala: Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, función: hoy, a las 20 / Nuestra opinión: excelente
Sobre finales de la década del 90 Nuria Espert y Lluis Pasqual llegaron a Buenos Aires para presentar, junto a Alfredo Alcón, Haciendo Lorca, una experiencia que repasaba alguno de los textos del poeta y dramaturgo en un clima distendido y siempre palpitante.
Esta vez ellos deciden enfocarse en una única producción lorquiana, Romancero gitano, un delicado, profundo y misterioso poemario escrito en 1928. Y para otorgarle el exacto vuelo dramático lo transitan intercalando los poemas con anécdotas que muestran aspectos de aquel joven que tímidamente reunía a sus amigos para leerles sus obras, "carne mía, alegría mía, sentimiento mío", explicaba el creador. También asoman breves comentarios personales de la intérprete y algunos recuerdos, a modo de homenaje, a dos personalidades que no podrían estar mejor elegidas: Rafael Alberti y Margarita Xirgu.
El espectáculo, que posee una muy sencilla pero no me menos inquietante puesta de Pasqual y unos exquisitos detalles en la iluminación de Pascal Merat y en el sonido de Roc Mateu, está al servicio de la interpretación. Espert convoca al duende de Lorca cuando inicia el tránsito por su obra y es tan fuerte la convicción de esta mujer, que este baja y la rodea, la cuida, la lleva de la mano, suavemente a veces y en otras la obliga a adentrarse en unos universos sumamente oscuros.
Por solo citar algunos momentos de fuerte conmoción. Cuando recrea "Romance sonámbulo", "Muerte de Antoñito el camborio" o "Romance de la pena negra" el cuerpo de la actriz se transforma notablemente. Su voz, su gestualidad, expresan con extrema pasión los sentimientos más dolorosos del poeta y el público, embelesado, es arrastrado por ella hacia unos senderos sinuosos de los que saldrá sintiendo, con plena convicción, que esos han sido unos instantes memorables en su experiencia como espectador.
En la apretada síntesis que se realiza a la hora de describir algunos sentimientos de Lorca se incluye un breve repaso por la soledad de sus mujeres: Marianita Pineda, Yerma, Doña Rosita la soltera y la madre de Bodas de sangre. Criaturas casi fantasmales que llegan al escenario para completar ese panorama poético y que Nuria Espert reconstruye con profundo amor. Las conoce a todas tan acabadamente que, solo pronunciando unos pocos parlamentos, logra enaltecerlas.
En el final aparece el otro Lorca, el adulto que en Poeta en Nueva York describe descarnadamente el mundo contemporáneo. Nuria Espert se apodera de los versos de Grito hacia Roma y vibra y provoca una conmoción mayor. Ese momento inesperado completa notablemente este recorrido por parte de la producción de autor granadino.
Durante sesenta minutos el duende hizo de las suyas, enamoró a sus oyentes y los obligó de manera preciosa a comprender que cada vez se hace más necesario (parafraseando el último verso de Grito hacia Roma) "que se cumpla la voluntad de la tierra, que da sus frutos para todos".
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