Luis Longhi: tanguero, platense y multifacético
Entre la música y la actuación, lleva dos décadas en los escenarios; además, se animó a la literatura con una novela que ya toma forma de guión
El cocoliche que compone en Pepino el 88 , espectáculo creado y dirigido por Daniel Suárez Marzal que se presenta en el teatro Presidente Alvear, le está posibilitando un fuerte reconocimiento. Pero Luis Longhi, el actor en cuestión, hace algo más de dos décadas que trabaja con mucha seriedad en el mundo del teatro y de la música. Por temporadas, alguno se ha impuesto por sobre el otro; actualmente, él prefiere que vayan de la mano y, a la hora de optar, lo hace por el teatro.
La literatura apareció este año completando su carrera y una novela, Cabareteras. Registros de Santiago Solís , acaba de editarse en español a través de una editorial alemana y está empezando a convertirse en un guión de cine, que están escribiendo Longhi y Juan Bautista Stagnaro.
El actor recibe al cronista en un café de la calle Corrientes. Está leyendo Medio siglo de farándula , de José Podestá, en su versión original. El libro fue dedicado a su tío en oportunidad en que éste, periodista en la ciudad de La Plata, lo entrevistara un año antes de su muerte. Y ese tío ha decidido, por estos días, regalarle esa reliquia. El momento no puede ser menos ideal, Luis Longhi se ha metido en el mundo de Pepino el 88 y las historias que contiene el libro bien le pueden servir para engrandecer su tarea sobre el escenario.
La Plata, ciudad de la que son oriundos actor y cronista, asoma en toda la charla. Luis está decidido a que el cronista se reencuentre con su imaginario platense y, hasta en cada hecho que narra y que ha sido determinante en su formación, lo hace citando intersecciones de calles, nombres de negocios emblemáticos, el histórico Colegio Nacional, la Escuela de Teatro y hasta la cancha de Estudiantes. Tampoco faltará el Coliseo Podestá, adonde el intérprete quiere llegar a mostrar esta versión de Pepino de la que participa.
Proviene de una familia de abogados y nadie en ella pensó alguna vez que uno de sus miembros se dedicaría a la actuación y a tocar el bandoneón. Longhi rompió todos los esquemas y se instaló en el arte. Al teatro lo conoció en la escuela secundaria; el bandoneón vino después. En verdad fue a comprarse un acordeón a piano y terminó adquiriendo un bandoneón, que le dio muchas satisfacciones. Formó parte de Tangata rea, orquesta conformada por jóvenes, con la que viajó por el mundo e impuso, en su momento, todo un estilo.
Haciendo Tres mañanas, de Mario Cura, con dirección de Manuel Iedvabni en el teatro IFT, conoció a Federico Mizrahi y crearon Demoliendo tangos. Longhi dice que, en el dúo, "Fede pone su música y yo, mis payasadas". Y esto es así porque en algún momento lo convocaban para tocar el bandoneón y no para actuar. "Me agarré una gran fobia, guardé el bandoneón en el ropero y no lo toqué más. Desde que conocí a Mizrahi, toco el bandoneón si actúo, de lo contrario no lo hago."
-Es extraña esa expresión "demoliendo tangos". El tango es algo que, en general, se preserva mucho.
-Siempre fui un petardista con el tango. Siempre me pareció que lo bueno para avanzar es desestructurar, algo que hizo Piazzolla con su música. Nosotros consideramos que él fue el gran demoledor. Desde el título, hacemos referencias a dos personajes: Astor Piazzolla y Charly García. Charly es el más tanguero de todos y maneja el inconsciente colectivo argentino como nadie A parte, es nuestro referente musical: nosotros crecimos con su música, no con la de Gobi o Pugliese. Y Piazzolla fue destruyendo cuanta estructura se imponía a su paso, pero hacía su propio camino con los ladrillos que iba demoliendo."
- ¿Ese espíritu demoledor estuvo también a la hora de construir al cocoliche de Pepino el 88 ?
-A ese personaje me lo regalaron, es una locura. Tiene una ternura y una docilidad increíbles. En principio, lo construí siguiendo valores del personaje original, incluso muchos textos son originales. Cuando lo encontré, ahí me di ciertas libertades. Por ejemplo, este cocoliche toca el bandoneón. Y no está mal porque los Podestá fueron los primeros que introdujeron el tango en el circo.
En sus experiencias de café concert con Demoliendo tangos, Luis Longhi recrea un personaje del que le fascina hablar: Rataplán. A él lo define como "un descontracturado, que ama y odia por partes iguales y que siente que tiene que romper mitos para generar algo nuevo".
Rataplán es el gran guía de su novela Cabareteras.. . Allí conduce a Santiago Solís por los cabarets y los tangos; es como un viaje iniciático, pero cargado de sorpresas y que puede provocar más de una polémica.
El teatro, la música, la literatura... Por todos esos campos, transita Longhi con la misma pasión. "Es que los artistas argentinos somos multifacéticos -aclara-. Uno se acostumbra a generar y a generar y, cuando no tenés qué hacer, seguís generando."
Artista todo terreno
Longhi es actor, director, narrador, bandoneonista.
- Teatro. Trabajó en las obras Tres mañanas, Las alegres mujeres de Shakespeare, La tempestad, El romance del Romeo y la Julieta, Rey Lear y Pepino el 88.
- Televisión. Participó en Tato, la leyenda continúa; Peor es nada; Cosecharás tu siembra; Más allá del horizonte; Buenos vecinos; Hospital público, entre otros ciclos. Además, junto con Guillermo Fernández creó el programa Sarpando tangos.
- Cine. Tuvo una participación en el film Luna de Avellaneda.
- Música. Integró el quinteto Tangata rea y forma parte del dúo Demoliendo tangos.
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