Luis Brandoni, Eduardo Blanco y Juan José Campanella: más que un estreno, un reencuentro de amigos
A 10 años de su debut, vuelve Parque Lezama, la obra en que dos viejos camaradas de la juventud hacen realidad un sueño y suman a un tercer amigo para que los vean más de 300.000 espectadores en Buenos Aires, Mar del Plata y Madrid
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A una década de su debut, vuelve a la cartelera porteña la obra Parque Lezama. Desde el jueves, la exitosa pieza que protagonizan Luis Brandoni y Eduardo Blanco y que dirige Juan José Campanella se presentará en el Politeama, la sala del mismo Campanella. La comedia narra la improbable amistad de un histórico militante del Partido Comunista (personaje a cargo de Brandoni) y un eterno cultor del “no te metas” (Blanco). Claro que, en la vida real, la historia de todo este entramado que une a estos tres creadores tiene infinidad de derivaciones. El vínculo amistoso más prolongado en el tiempo es entre Campanella y Blanco. Con el paso de los años, este último se transformó en una especie de actor fetiche del director. O, como decía en un reportaje publicado el año pasado, en el actor “amuleto”. Pero mucho antes de formar parte de los elencos de las películas El hijo de la novia, El mismo amor, la misma lluvia, Luna de Avellaneda o de trabajar en la serie de televisión Vientos de agua, disponible en Netflix; Campanella y el guionista y realizador Fernando Castets estudiaban cine mientras que Eduardo Blanco tomaba clases de actuación. Ahí fue cuando nació el grupete de amigos. Como producto de esa sintonía, hicieron un largometraje en súper 8 llamado Victoria 932. “Fue una locura, estuvimos durante 14 meses todos los fines de semana filmando para una película que no tenía expectativa de estrenarse ni en cine ni festivales”, recuerda el actor que pasa su vida entre Buenos Aires y Madrid. Como deriva de ese proceso surgió la idea de hacer una obra de teatro junto al actor Osvaldo Peluffo que titularon Off Corrientes. Contra la imaginado, el espectáculo que dirigió Julio Ordano y que se presentó en una sala ya desaparecida que estaba en Corrientes y Mario Bravo fue un éxito para el circuito alternativo.
Casi en paralelo, Campanella vio la versión norteamericana en Nueva York de Parque Lezama, el título local de esta obra que fue vista por más de 300.000 personas. No fue a verla una vez, sino varias. En Broadway, la estrenaron Judd Hirsch y Cleavon Little y tuvo una extraordinaria respuesta en las boleterías y hasta conquistó el codiciado Tony durante la temporada 1986. El encuentro en una plaza entre dos ancianos, uno de raza blanca y otro negro, tuvo su versión cinematográfica con Walter Matthau y Ossie Davis en los papeles principales. Contra todo lo imaginado, el film pasó casi inadvertido. Al poco tiempo de verla en Broadway, Campanella le dijo a su amigo: “algún día tenemos que hacer esta obra en Buenos Aires”. Así fue cómo la versión local empezó a tomar cuerpo en el imaginario de esta banda de afectos.
En aquel momento, el actor estaba haciendo la obra El reportero, con Fabián Vena. Luego de una de las funciones se fueron a cenar y ahí volvió a salir el tema. “Como somos amigos, nunca recibo una propuesta formal de trabajo. Es todo más informal…”, apunta Eduardo Blanco antes de un ensayo en el Politeama. Sin protocolos más que confiar en la palabra, quedó en el elenco. Para el otro personaje protagónico fue él quien propuso a Luis Brandoni, con quien no había trabajado pero admiraba. Así fue tomando forma esta idea. No todo fluyó a las mil maravillas. En el proceso, el autor de la obra, Herb Gardner, murió. Por lo cual, hubo que negociar los derechos nuevamente y pactar la adaptación, que realizó el mismo Campanella y cuya idea del título, al parecer, le pertenece a Brandoni. Claro que el haber ganado un Oscar por El secreto de sus ojos en 2010 facilitó esa negociación. A contramano de lo que sucedió en otras ciudades, en la versión local no fue el encuentro entre actores de distintas razas. No fue la única modificación: la obra no tenía nada que ver con el parque de cuando San Telmo se confunde con Barracas (o, al revés). Transcurría en el Central Park, de Nueva York, y tenía un título un tanto extraño, según reconocen los dos actores: Yo no soy Rappaport.
En perspectiva, fue el primer trabajo entre Campanella y Brandoni. La primera charla la armó Eduardo Blanco, en una parrilla de Palermo. El escenario de estos nuevos encuentros ahora es otro: el Politeama, el centro porteño. De los primeros ensayos a los actuales pasó una década. Cuando estrenaron la obra, Blanco tenía 55 años y tenía que hacer de un señor de 80 años. Lo cual, claramente, plantea un desafío. Brandoni tenía 71 años y también tenía que hacer de un personaje de unos 80 años. Ahora, se ríe, tiene 82. Algunas cuestiones, con el paso del tiempo, naturalmente se fueron reformulando.
“Parque Lezama viene de hacer tres temporadas en el teatro más antiguo de Buenos Aires y ahora vuelve al teatro más nuevo de la ciudad”, apunta Luis Brandoni, quien el año pasado revolucionó Buenos Aires con el rodaje de Nada, junto Robert De Niro. Y habría que agregar que entre el teatro Liceo, el más viejito en donde se estrenó la obra, y el Politeama, el más nuevo, hay apenas cuatro cuadras de distancia y ambos quedan sobre la calle Paraná, justo en la esquina en donde estaba el bar Politeama, en la cual Campanella solía tomar algo antes o después de ver una película en la sala Leopoldo Lugones.
Para su personaje, Eduardo Blanco tomó algunas características de su abuelo y de su padre, que sufría Mal de Parkinson. “Es un señor que si no viniera el personaje de Brandoni a despertarlo, seguiría durmiendo”, apunta y, fiel a su perfil bajo, acota algo sobre León: “Es el tipo de personaje que, desde la platea, inmediatamente uno quisiera ser así”. Brandoni se ríe con complicidad cuando escucha esa especie de piropo.
Para el momento del estreno no imaginaron el éxito de la obra, la capacidad de ir sumando públicos de distintas edades. Los tres amigos hicieron tres temporadas en Liceo, gira por el interior del país y temporada en Mar del Plata. Luego de recorrer las rutas argentinas cruzaron el Atlántico y la presentaron en Madrid en donde repitieron el éxito. Hablaron de hacer gira por España pero, detalle no menor, vino la pandemia y tiró todo por la borda. Encerrados cada uno en sus casas y con Campanella en los Estados Unidos filmando series hasta fantasearon con hacer una versión cinematográfica. Mientras tanto, el famoso director de cine cuya “transición hacia el teatro es cada vez más acentuada”, según afirmó el año pasado, iban terminando junto a sus socios la construcción del Politeama, La idea de que todo este largo recorrido termine con una película sigue, por lo pronto, en el imaginario de Brandoni.
La noche de la apertura del viejo/nuevo Politeama estuvieron ambos actores brindando con Campanella. De hecho, llegaron juntos. Era muy fácil imaginarlos a ambos abriendo la imponente sala de un teatro cargado de historia. “La construcción del teatro se retrasó, Juan estaba laburando en Estados Unidos y ahora nosotros hacemos se segunda reapertura”, afirma Blanco.
Así es como dos viejos amigos de la juventud al que se le sumó un intérprete de mil batallas dan vida al encuentro entre un viejo gruñón que encuentra sin buscar a un compañero soñador y comunista. Los tres, a 10 años de haber estrenado esta aventura, vuelven a habitar Parque Lezama.
Para agendar
Parque Lezama, versión y dirección de Juan José Campanella.
Elenco: Luis Brandoni, Eduardo Blanco, Verónica Pelaccini, Gerardo Chendo, Gabriel Gallicchio, Martín Gallo y Cumelén Sanz.
Teatro: Politeama, Paraná 353.
Funciones: miércoles y jueves, a las 20; viernes, a las 20.30; sábados a las 17.30 y a las 20.30; y domingos, a las 19.30.
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