Lucas González, el artista argentino que le rinde homenaje a Nacha Guevara en Madrid
Bailarín, actor y cantante, reinterpreta muchos clásicos del repertorio de la célebre homenajeada en un espectáculo que también recorre momentos importantes de su biografía.
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MADRID.– España es un lugar importante para Nacha Guevara. Ahí se instaló cuando la última dictadura militar puso en marcha su política de persecución de artistas disidentes en Argentina. Entre 1978 y 1982 grabó discos, hizo giras y se ganó el cariño del público de un país que hoy la sigue recordando con la misma calidez. Por eso tiene mucho sentido el homenaje de Lucas González, un cantante y bailarín argentino formado en el Colón que está presentando en Madrid, todos los sábados de enero, un espectáculo autorizado por Nacha en el que cuenta su apasionante vida y su gran trayectoria sobre los escenarios: la infancia en Mar del Plata, el paso por el Instituto Di Tella, el exilio español, el desembarco en Broadway... “Elegí a Nacha por su ética y estética, por su coherencia y su valentía, personal y artística –dice González–. Conocí su obra cuando tenía diez años, aunque la primera vez que la vi en vivo fue en 2003, en Qué me van a hablar de amor. Sin embargo, en la adultez me di cuenta de que hay que ser libre y maduro para saber embriagarte artísticamente con una artista con el perfil dramático de Nacha. En mi adolescencia, a inicios de los años 90, yo aún no había salido del closet y, preso de mis límites, obstinado en negar lo que latía dentro mío, sobre todo por una cuestión de supervivencia, no me permitía emocionarme ni con su obra, ni con ella, ni con nada ni nadie. Sentía que corría el riesgo de que se notara lo que era en realidad y entonces no encajara en aquella sociedad: me tenía que gustar el fútbol, no Nacha cantando poesía de Benedetti. Por eso siempre digo que, si bien la descubrí muy joven, Nacha como intérprete fue invadiéndome a medida que fueron pasando los años y mi ser estuvo disponible para emocionarme con su verdad.
Entre las catorce canciones que interpreta Lucas en el espectáculo programado por la sala AZarte de la capital española aparecen, además de un pasaje dedicado a temas inspirados por poemas de Benedetti, “No llores por mí, Argentina”, “Cabaret”, “Mi ciudad” y “Se dice de mí”. Clásicos que cantaron muchos otros artistas y Nacha transformó en propios con su singular estilo. “Me cautiva su calidad interpretativa, su forma de decir, de contar, su fraseo –remarca González–. Como actor, admiro su honestidad en escena y su claridad. Siento que ella siempre sabe qué quiere mostrar y cómo lo quiere mostrar. Es para mí una maestra, sin más. ‘Nacha Guevara’ debería ser una materia obligada en el conservatorio. Hay un sello inconfundible que define toda su obra. Sobre todo por el compromiso de sus letras: ‘Por qué cantamos’, ‘Yo te nombro’, ‘Construcción’, ‘De qué se ríe’... También por la carga poética que se respira en ‘Botella al mar’, ‘La niña de Guatemala’ o ‘Te quiero’, y por todo ese repertorio cómico, aunque con inmensos mensajes, que armó con ‘Matando palomas en Plaza San Martín’, ‘Inocencia’, ‘La mucamita’, ‘Soy snob’ y ‘La canción de odio’”.
Uno de los grandes orgullos de González es que Nacha le haya dado su aprobación a la realización del espectáculo. “Su generosidad se dejó ver desde nuestro primer intercambio de mensajes –cuenta–. Me dijo que sí sin ponerme condiciones, e incluso me autorizó a que su nombre formase parte del título del espectáculo. Inmediatamente sentí una responsabilidad enorme. ¡Mi inmensa Nacha Guevara me había dicho que sí a este gran sueño! Recuerdo que leí varias veces seguidas ese primer mensaje porque no podía creerlo. Hacía más de tres años que yo venía fantaseado con montar un espectáculo sobre ella, contando parte de su cautivante vida, apoyándome en su fantástico repertorio. Sin embargo, íntimamente algo me decía que aún no era el momento, que había que seguir madurando artística y personalmente. El tiempo pasó, seguí creciendo, seguí estudiando, seguí estudiándola, hasta que el año pasado sentí que estaba preparado. Me puse en marcha y contacté con un amigo en común, Sixto Javier, ‘El Cuba’. Hablé con él y le conté la idea, él habló con Nacha y ella muy rápido le dijo ‘pasale mi contacto’. A partir de ahí, todo fue muy fluido. Fue y es algo mágico para mí”.
Al margen de la exigencia que le plantea como cantante, el homenaje a Nacha también requiere un trabajo especial de transformación de la fisonomía que Lucas ya conocía gracias a su paso por Caviar, el grupo creado por el coreógrafo Jean François Casanovas, del que hoy tiene un recuerdo agridulce: “Sinceramente, tengo sentimientos encontrados –confiesa–. Por un lado, guardo un grato recuerdo de la pasión, el compromiso y la entrega que se respiraban. Pero, por otra parte, me animaría a asegurar que había un rigor que me coartaba artísticamente. Yo venía de una formación clásica, de casi diez años de preparación entre la Escuela Nacional de Danzas y el Taller de varones del Teatro Colón. Así que si bien Caviar fue fantástico y me aportó muchas cosas buenas, hoy a la distancia siento que mi artista de aquel entonces hubiera necesitado un poco más de margen, más alas y menos rejas”.
Mucho antes de meterse de lleno en el trabajo de Lucas Gonzalez canta a Nacha Guevara, el proyecto que tanto soñó y hoy es realidad en un teatro madrileño, este artista argentino que tiene ahora 44 años se había formado como bailarín clásico en Buenos Aires, pero cuando llegó a España, en 2008, decidió pegar un volantazo y estudiar técnica vocal. “Posteriormente, sumé el conservatorio de arte dramático. Con el tiempo me he dado cuenta de que jamás sentí bailando lo que siento cantando, recitando y actuando –señala–. Lo que sucede conviene, se suele decir”.
En España montó también A la puta calle, su respuesta personal a la paralización total de la industria del espectáculo que motivó la pandemia. “Tuve el inmenso placer de cantar de viva voz ‘Mi ciudad’ en las calles de Madrid, con toda la carga emocional que su letra tiene para mí estando tan lejos –recuerda Lucas–. Decidí explorar el arte callejero y fue una de las mejores experiencias artísticas que viví. La calle es fantástica porque ahí sos más libre que nunca. No tenés límites, hacés lo que sentís, sin cuestionamientos. No buscás la canción más comercial, la más representativa o la más for export. Tuvo una aceptación maravillosa, el respeto que sentí actuando ante ese inquieto auditorio siempre me resultó una gran caricia al alma”.
La próxima meta es llevar el homenaje a Nacha Guevara a Buenos Aires. “Hace un tiempo tuve una corta conversación con Elio Marchi y le propuse llevar el espectáculo al Maipo, pero muy pronto murió Lino Patalano y preferí dejar pasar un tiempo –revela González–. Me di cuenta de que el impacto había sido muy grande para toda la colonia artística, y especialmente para Elio. Pero pronto volveré a tocar la puerta”.
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