Los talentos
Atractiva propuesta a cargo de Walter Jacob y Agustín Mendilaharzu
LIBRO Y DIRECCIÓN :de Walter jakob y Agustin Mendilaharzu l elenco :Julian Larquier Tellarini, Carolina Martin Fierro, Pablo Sigal y Julian Tello l escenografia e iluminaciÓn :Magali achal Sala : Elkafka l duracion: 80 minutos.
Nuestra opinión: Excelente
Desde el plano estrictamente argumental, la propuesta de Los talentos es enfrentarnos a un grupo de amigos, muy particulares ellos por cierto, que se presentan ante su público en una acción por demás distanciadora: al inicio mismo del espectáculo dos de ellos se encuentran jugando a una especie de "cadáver exquisito" por medio del que tienen que componer un texto poético siguiendo una estructura rigurosa en lo que hace a métrica, rima y sentido. Si a ese juego lo asociamos con el vestuario comenzaremos a entender que si bien estamos en un tiempo potencialmente actual, ellos son seres que oscilan entre el anacronismo y el patetismo.
Para lograr esta ambivalencia, Jakob y Mendilaharzu se sirven de cuatro actores (ellos sí, talentosos) que entienden cabalmente la propuesta y que están en condiciones de componer a esos seres con un alta dosis de comprensión. No los juzgan, los componen y los usan para producir la risa en el espectador, que no puede sino reconocer lo que de ellos se está diciendo. Porque estos seres tan cultos, tan finamente sensibles, son profundamente burdos en lo que hace a la vida social. Es más, están temerosamente enamorados de la hermana de uno de ellos y ante la necesidad de expresar aquello que sienten se paralizan. Cada una de sus manifestaciones sociales está atravesada por un temor que contrasta fuertemente con la superioridad intelectual que creen tener ante los otros. En ese sentido, el contraste entre un novio motoquero y los candidatos poetas e intelectuales colabora también con el dibujo.
El uso que los directores hacen del espacio escénico, gracias al trabajo de Magalí Acha, también es impecable en su funcionalidad estética y en su aporte a la línea argumental. Porque en algún punto todo el juego consiste en producir un plano exterior amenazante ante el que estos talentosos jóvenes no podrán sobreponerse, refugiándose en el interior de ese pequeño departamento, más pequeño cuánto más amenazante es el afuera. Y ellos, que creían poder controlar su mundo, verán cómo el afuera los invade y les aniquila su pequeño refugio de supuesto placer.
Por todo lo dicho y librado a la voluntad del lector, podría uno imaginar perfectamente que los autores y directores están llevando a cabo no simplemente un entretenimiento sino una fuerte y rotunda mirada sobre el rol del intelectual en el mundo contemporáneo, sobre su función y sobre la relación que puede establecer con esa realidad que permanentemente se le escapa. El uso de la pipa al principio mismo de Los talentos colabora y mucho con esta línea interpretativa.