Los productores de la calle Corrientes salen al rescate de las salas independientes porteñas con un premio para el estreno de obras
Gonzalo Pérez, quien preside la Asociación Argentina de Teatro Independiente, expone una realidad marcada por la disminución de espectadores, aumento de tarifas y aportes estatales atrasados
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El lunes último, en la sala Andamio 90, se concretó la 21° edición de los Premios Artei, que sostiene económicamente Aadet. Aclaración necesaria: Artei es la Asociación Argentina del Teatro Independiente, una de las dos entidades que nuclean a las salas alternativas porteñas. Y Aadet es la que congrega a productores y dueños de salas del circuito comercial que es la que aporta los cuatro millones de pesos para que los cuatro espectáculos seleccionados por un jurado entre 60 participantes estrenen sus obras en el circuito alternativo. La idea de este premio fue del productor Carlos Rottemberg y los integrantes de Aadet, aquellos que llegan a manejar salas que superan las mil butacas, la hicieron propia como mecanismo de ayuda y fomento a los creadores y a los gestores de salas que, en general, no superan las cien butacas. Las realidades entre unos y otros son significativas. Rottemberg, por ejemplo, es el dueño de 16 salas de teatro tanto en Mar del Plata como en Buenos Aires. De él dependen 9010 butacas. Mientras que Gonzalo Pérez, presidente de Artei, alquila un espacio en donde, desde 2013, funciona su sala. De él dependen 40 butacas.
Coherente con este festejo de lo diverso, en el teatro fundado por Alejandra Boero, creadora clave de la escena independiente, estuvieron Sebastián Blutrach, presidente de Aadet, junto con Rottemberg y muchos de los gestores de la escena independiente de la asociación que preside Gonzalo Pérez. Los ganadores de esta edición del Premio Artei fueron los espectáculos que dirigirán Damián Smajo, Paola Lutini, Mariana Chaud y Guillermo Cacace, que estrenarán sus montajes a lo largo de este años en salas ubicadas en Villa Crespo, Almagro y San Telmo. Como hecho excepcional, este año habrá una nueva edición del premio como una forma de ayudar al sector del circuito independiente.
Ahora bien, entre los señores de la Avenida Corrientes y los de las salas más pequeñas también hay muchas cuestiones en común. La más evidente, el teatro. En tren de analizar los puentes entre un circuito y otro hay muchos creadores y actores de la escena indie que trabajan en la escena comercial. Desde la perspectiva del público, hay otra coincidencia: el descenso de la cantidad de espectadores en su comparación interanual. En lo que hace a Aadet, en lo que va del año (de enero a mayo) sus estadísticas registran una disminución de público del 17 por ciento. Sin tener una cifra exacta, una muestra que hizo Artei entre sus 100 salas asociadas da cuenta en la comparativa del mes de abril de 2023 con el de este año, que registró una disminución de público. En concordancia con eso, el 68 por ciento aseguró que realizó menor cantidad de funciones. En este mapa, la concentración de esa audiencia en determinadas salas o en ciertos espectáculos se da tanto en el circuito comercial como en el alternativo.
Al otro día del festejo y la entrega de los premios, Gonzalo Pérez se encuentra con LA NACION en un bar de Villa Crespo, uno de los barrios con mayor proporción de salas independientes de Buenos Aires, que abarcan desde una histórica sala, como es El Excéntrico de la 18, a la más nueva de Artei, Muy Teatro. Pérez recuerda que en el brindis de fin del año pasado defendió el financiamiento y el crecimiento de los montos de los subsidios de los institutos de fomento a la actividad concentrados en el Instituto Nacional del Teatro (INT) y Proteatro, que depende del gobierno porteño. Al poco tiempo de ello llegó el proyecto de la llamada Ley Ómnibus, que proponía la eliminación del INT y la derogación de la Ley Nacional del Teatro. En estos meses hubo movilizaciones, contacto con legisladores, asambleas extraordinarias y un diálogo permanente con otras entidades culturales como defensa a la actividad del sector.
En medio de esta situación hubo lógicos cambios en la dirección en el INT y Prodanza, los dos organismos de fomento a la actividad independiente cuyos cargos los deciden los respectivos gobiernos. Recién a cuatro meses de haber asumido la presidencia Javier Milei, el Ejecutivo designó a Mariano Stolkiner como director ejecutivo del INT. Más cerca en el tiempo, el gobierno porteño que encabeza Jorge Macri designó a Eva Halac como directora de Proteatro. Stolkiner es director de teatro y el gestor de la sala El Extranjero, que forma parte de Artei.
Esa demora en las respectivas designaciones tiene un efecto concreto en tiempos de necesidades concretas: “No llegan los fondos. El INT, desde diciembre hasta el nombramiento de Stolkiner, a fin de abril, estuvo paralizado, solamente se pagaron los sueldos del personal -señala-. Por eso, antes de su designación, ya habíamos pedido una reunión con Leo Cifelli, el secretario de Cultura de la Nación”.
-¿Se concretó?
-No de forma puntual con Artei sino que nos reunimos junto con otras asociaciones. Ante otros cambios de gobierno a nivel nacional, se mantenía al antiguo director del INT hasta nombrar al nuevo. Esta vez eso no sucedió. En esa reunión le exigimos que tomaran una determinación que se terminó dilatando. Sabíamos que la persona elegida era Stolkiner, que es parte de Artei; pero su nombramiento no se concretó hasta que hicimos una movida en redes dando cuenta de la situación.
-Y a partir de su nombramiento, ¿qué pasó?
-Se destrabaron un montón de proyectos que estaban parados, como una línea de fomento del año pasado, cuyo pago -que deberíamos haber cobrado en diciembre- no se hizo efectivo hasta mayo. Lo que pasa en toda la gestión es lo que sucede en el INT: no hay plata. El Instituto, por ley, tiene recursos propios que se terminan frenando.
-Todo estos atrasados suceden mientras el 45 por ciento de las salas, según un relevamiento que hicieron, tienen que pagar puntualmente el alquiler cada principio de mes.
-Es así. Muchas salas estamos viendo si el mes que viene podemos abrir, no tenemos proyección. En el medio, en algunas salas la luz nos aumentó hasta cinco veces. En paralelo, tenemos teatros y debemos tener una programación confirmada de, por lo menos, dos meses, y continuar con los cursos, las clases y los talleres que se dan en estas salas. Todo lo hacemos con el optimismo de la voluntad, pero sabemos que tenemos la plata para este mes desconociendo si la vamos a tener para el próximo. De las salas de Artei algunas ya cerraron, caso El Ópalo, caso La Tertulia. Nosotros, en Tole Tole, alquilamos. Para afrontar ese pago es vital el cobro de los subsidios que también involucran a Proteatro.
-Suponiendo que una sala cobre ambos subsidios, ¿qué representa ese monto en relación con sus gastos anuales?
-Según el relevamiento que hicimos no superan el 30 por ciento, aunque no todas las salas tienen las dos líneas de subsidios.
-Así como en estos seis meses tuvieron una única reunión con Leo Cifelli, ¿mantuvieron un encuentro con Gabriel Ricardes, ministra de Cultura de la Ciudad?
-No, la invitamos para el acto de la entrega de Premios Artei pero se excusó porque tenía otro compromiso. En este tiempo nos derivó a una persona de su equipo, a quien le reclamos que designaran a la persona responsable de Proteatro, el organismo de fomento de la Ciudad. Al día siguiente de ese encuentro se nombró a Eva Halac y, a la semana, lanzaron la convocatoria de la línea de subsidios a salas, que ya estaban bastante atrasados. De hecho, el año pasado ese subsidio se cobró en mayo cuando, actualmente, están evaluando los proyectos. Una vez terminado ese proceso hay que esperar un mes hasta que se haga efectivo el pago. Estamos complicados.
-¿Qué significa para Artei que uno de sus miembros sea el director ejecutivo del INT?
-El vínculo con Mariano Stolkiner es cercano porque tiene una trayectoria en la asociación y hasta fue parte de la comisión directiva.
-De todas maneras, durante uno de los abrazos que se hizo en la sede del INT se escucharon expresiones contrarias a su nombramiento.
-Institucionalmente, desde Artei, ni ahora ni con los anteriores gobiernos personalizamos nuestros reclamos. Lo que siempre exigimos es un Estado presente que asegure el derecho a la cultura, el acceso al teatro. Tratamos de no prejuzgar. Tuvimos una reunión formal con Stolkiner porque es lo que hacemos siempre cuando se inicia una nueva gestión.
-Más allá de la demora en los subsidios, ¿sus montos fueron actualizados según la inflación interanual del Indec?
-No y hay un problema estructural en el INT. El Instituto se financia con un porcentaje de lo recaudado por el Enacom, el Ente Nacional de Comunicaciones. Esos ingresos se actualizan un poco en función de la inflación, pero lo concreto es que hay menos actividad audiovisual porque parte de esa producción pasó a depender de las plataformas. Por lo cual, no crecen los ingresos del INT y sucede, algo que es un línea argumentativa del gobierno actual, que la cuestión burocrática y administrativa del Instituto es la que se termina llevando la mayor parte del presupuesto porque hay que cumplir con el pago de los sueldos. Paradójicamente, el dinero para el fortalecimiento a la producción escénica va disminuyendo.
-En el caso de Proteatro es distinto, porque su presupuesto responde a una decisión política.
-Lo resuelve el Ejecutivo porteño. Teóricamente, en relación con el del año pasado se va a duplicar; pero está siempre por debajo de la inflación. En el caso del INT la actualización rondaría el 60 por ciento. En los dos casos se pierde mucho.
Un caso testigo
Cuando Artei festejó los 20 años, publicó un libro que se llamó Una sala, todas las salas, en el que se cuentan las historias de todos teatros asociados, entre ellos, el de Espacio Tole Tole. La sala es la que dirige Gonzalo Pérez, licenciado en Audiovisión de la Universidad Nacional de Lanús y diplomado en Flacso en Educación Medios e Imagen. Desde 2013 está ligado a la producción teatral y la gestión escénica cuando fundó en pleno barrio de Once la sala Tole Tole, que gestiona junto al actor, director y dramaturgo patagónico Martín Marcour (el creador del espectáculo Hijo del campo, un espectáculo estrenado hace nueve temporadas que se presentará en Tole Tole el 28 de este mes).
Para entender la situación del circuito de salas alternativas porteñas asociadas a Artei o a Escena (la otra entidad) bien vale reparar en lo que sucede en Pasteur 683, la ubicación de este teatro para 40 personas. “Una sala de este tipo se sostiene con mucho esfuerzo personal, con mucho trabajo no remunerado de gestión. Yo estoy orgulloso de sostener un proyecto artístico hace ya tantos años -señala el creador y gestor-. En general, la sala se autosustenta, en nuestro caso los subsidios de funcionamiento nos cubre alrededor del 20 por ciento del costo anual. Como somos inquilinos, nos alcanza para pagar entre tres a cuatro mensualidades. Básicamente dependemos de boletería, de los talleres, del alquiler para ensayos”. Según un sondeo reciente entre las salas de Artei, el 86 por ciento sostiene que los subsidios les cubren hasta el 30 por ciento de los gastos de funcionamiento.
Hay meses que gracias a los que se recauda por la venta de entradas, pueden pagar el alquiler. Pero hay otros que son cruciales: el tiempo de verano, en el cual la gran mayoría de las salas de este circuito están cerradas y es cuando deben depender del colchón de lo ahorrado. En el contexto de las variaciones de la actividad a lo largo de los 12 meses con sus altas y bajas, en estos tiempos se vino otro verdadero tsunami: el aumento de la tarifa de luz. En el caso de ellos, el incremento de ese monto es de casi cuatro veces superior a lo que venían pagando.
Cuando el lunes 10, Gonzalo Pérez habló en el escenario en donde durante tantos años trabajó Alejandra Boero, cerró su discurso recordando una frase de Roberto “Tito” Cossa, otro referente de la escena independiente, fallecido hace unos días: “Formé parte de gente que procuró que lo siniestro no arrasara con todo atisbo de creación”, sostuvo alguna vez uno de los impulsores de Teatro Abierto. Gonzalo Pérez, el que transformó un típico local de confección y venta de ropa de trabajo del Once en un teatro, acotó: “Sigamos procurando que la crueldad y lo siniestro no arrasen con el arte”.
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